El lunes, el Tonight Show de Jimmy Fallon, anunciaba sus invitados de esta semana. Para los que no conozcan a Jimmy Fallon podemos resumir en que es el Pablo Motos de EEUU. Con esto me refiero a que tiene en sus manos el programa de entretenimiento más popular, donde los famosos van a ‘divertirse’ con entrevistas amables, humor y de paso promocionan lo que tengan entre manos. Para ir al show de Jimmy Fallon hay que ser muy famoso. Mucho. No estamos hablando de un programita de medio pelo. Pues bien, en esa lista de invitados, al lado de nombres como Jonah Hill, Nicole Kidman o Miley Cyrus, se encontraba el nombre de Úrsula Corberó.
Así, como lo oyen. La actriz española, protagonista de La casa de papel, era una de las artistas que iba a visitar a Fallon. El jueves llegaron las primeras imágenes. Ahí estaba ella, convertida en una auténtica estrella. Pasándoselo pipa, hablando un inglés espectacular y contando anécdotas de estrella al presentador. No sé si hemos valorado muy bien lo que significa que Úrsula Corberó esté en este programa, porque en España parece que nos da rabia ver a nuestras actrices triunfar fuera -sólo hay que ver los ataques que todavía sufre Penélope Cruz cuando gana un premio internacional-, pero es un logro espectacular.
La actriz ha hecho sus pinitos en Hollywood con Snake Eyes, spin off de G.I. Joe que ha sido un pequeño fiasco en taquilla, pero sobre todo está ahí por La casa de papel. Para todo el mundo Úrsula Corberó es Tokio, uno de los personajes más emblemáticos de la serie creada por Álex Pina y que Netflix ha convertido en un fenómeno de masas. En pleno estreno de sus últimos episodios, Corberó volvía a confirmar que lo de la serie española es un pelotazo único. Sólo hay que salir de España para darse cuenta. Ahora, cuando uno dice que es español no sólo te dicen Madrid y Barça, sino que te hablan de La casa de papel. La gente asocia a nuestro país con la serie.
Ahora que ha terminado, es de justicia decir alto y claro que La casa de papel es la serie más importante que ha dado nuestra ficción. Puede que no sea la mejor, pero sí que es, sin ningún tipo de dudas, la serie que más ha hecho por la producción audiovisual en España. Hasta La casa de papel nadie confiaba en que una ficción hecha aquí pudiera ser vista por millones y millones de espectadores de todo el mundo. Las plataformas han globalizado el contenido, pero sus primeras apuestas eran anglosajonas. El resto era contenido de segunda o muy dedicado al mercado latinoamericano.
La casa de papel borró todos los tópicos de golpe. Ya lo había hecho cuando se emitió en abierto, demostrando que teníamos capacidad para hacer una buena serie de acción con muchos menos medios que en EEUU. Cuando se convirtió en un éxito sorpresa en Netflix y la empresa decidió convertirla en su punta de lanza el fenómeno se disparo. Al éxito de La casa de papel le debemos que Netflix haya apostado por las series en español -desde aquí les pido que también arriesguen un poco más con ellas-. A La casa de papel le debemos todo lo que ha venido después, y también la creación de los segundos estudios de producción más grandes de Europa después de los míticos Pinewood.
Los políticos se cansan de hablar de la Marca España, pero casi nunca recurren a la cultura para hablar de ella. Almodóvar es Marca España. Penélope Cruz es Marca España. Javier Bardem -que unos días antes también estaba en el show de Stephen Colbert- es Marca España. Úrsula Corberó es Marca España, y La casa de papel es Marca España. Porque, además, la serie no oculta sus señas de identidad propias de aquí. Sí, es una serie de acción, pero ocurre en el Banco de España, con personajes que se llaman Antoñanzas. Todo eso se ve y se escucha en decens de países. También el Bella Ciao.
Creo que no somos conscientes de lo importante que es que Úrsula Corberó esté en el show de Jimmy Fallon, y que no somos conscientes de que La casa de papel sea un fenómeno planetario. Hay que ser agradecidos. Así que yo, desde aquí, lo único que puedo hacer es darle las gracias a Álex Pina, a Esther Martínez, y a todos aquellos que han hecho posible algo que hace diez años nos parecía una utopía.