La oscuridad se ha apoderado de la segunda temporada de Los anillos de poder. Una de las primeras evidencias de esto se puede ver en el cuarto episodio, donde la compañía que lideran Galadriel y Elrond tendrá que atravesar las Quebradas de los Túmulos, uno de los lugares más tenebrosos de la Tierra Media.

También conocidas como Tyrn Gorthad, están situadas en un área de bajas colinas al este de la Comarca y el Bosque Viejo, y al oeste del pueblo de Bree. Según las descripciones que realiza el propio Tolkien, fueron construidas por los hombres en los días antiguos del Reino del Norte y muchas de estas colinas fueron coronadas con megalitos y túmulos, que son los que le dieron el nombre al lugar.

Las Quebradas de los Túmulos sirvieron como lugares de descanso para los hombres del norte, pero después de la gran peste que hubo los malos espíritus o Tumularios empezaron a habitar el lugar. Son estos tenebrosos seres los que acechan a los protagonistas en un momento dado.

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Qué son los Tumularios

Los Tumularios

Las mencionadas Quebradas de los Túmulos fueron durante muchas edades un lugar sagrado y venerado, pero el reino embrujado de Angmar dio lugar a que muchos espíritus terroríficos atravesaran la Tierra Media tratando desesperadamente de ocultarse de la amenazadora luz del Sol.

Algunos de estos demonios fueron a parar a las Quebradas de los Túmulos, que desde ese momento se convirtieron en un lugar encantado y que era mejor evitar. Los demonios que vivían allí se transformaron en Tumularios o no muertos, que animaban los huesos y las armaduras de los antiguos reyes de los hombres que habían vivido en aquella tierra en la Primera Edad del Sol.

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Estos seres estaban hechos de una sustancia originaria de la oscuridad que podía penetrar en el ojo, el corazón y la mente de las personas o anular la voluntad. Podían cambiar de forma y animar cualquier ser que desearan y solían aparecerse a los viajeros a los que se encontraban, disfrazados de oscuros fantasmas con ojos fríos y luminosos.

Por otro lado, la voz de estas figuras era a la vez horrible e hipnótica, sus manos eran esqueléticas y estaban frías como el hielo, y cuando se adueñaban de una presa, le arrebataban su voluntad.

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En la oscuridad, estos espíritus eran extremadamente fieros y sólo se les podía aplacar mediante potentes encantamientos. Por eso es tan complicado para los personajes escapar de ellos.

Sólo la exposición a la luz podía matarlos y eran espíritus perdidos y torturados cuya única posibilidad de permanecer en la Tierra dependía de la seguridad que les otorgaba la penumbra de las cámaras sepulcrales. Una vez que se abría una cripta, la luz penetraba en ella y los tumularios desaparecían para siempre como la neblina con el Sol.