Un puñado de técnicos de Adif reparó la avería que detuvo la principal línea ferroviaria española, el AVE Madrid-Barcelona, durante media mañana el miércoles. Se trata de una operación casi artesanal, en la que primero se cortan entre 15 y 30 metros de cable de cada lado para "sanearlo" (y que no haya problemas de refracción), luego se coge suficiente cable para sustituir el retirado y se suelda con calor fibra por fibra, hilo por hilo.
Los cables dañados son de dos tipos, de 96 fibras y de 32 fibras. Es decir, cada cable agrupa esa cantidad de filamentos, tubos muy finos por donde se transmite la información. Dos brigadas de técnicos tardan dos horas en soldar cada uno de los lados seccionados de un cable de 32 fibras, mientras que se tardan cuatro horas en reparar cada lado de uno de 96 fibras, confirma la compañía.
Por último, una vez terminada la precisa operación de soldado se realizan pruebas de transmisión de señal, es decir, se comprueba si funciona.
"Cada vez más dependemos del cable", comenta a EL ESPAÑOL Jose Antonio Martín Pereda, doctor ingeniero de Telecomunicaciones y académico de la Real Academia de Ingeniería. "Como soy un señor ya maduro, puedo contar que en los años 60 todo el objetivo del futuro de las comunicaciones eran los satélites", comenta este veterano ingeniero, y añade: "Si hablabas por teléfono desde EEUU a España había un cierto retardo de sonido, como pasa ahora en televisión cuando conectan con alguien que está en directo fuera del estudio".
La irrupción masiva de la fibra óptica, sobre todo a partir de la década de los años 70, revolucionó las comunicaciones. Comparada con los cables usados hasta entonces, mayoritariamente de cobre, todo son ventajas. Ignacio Esquivias, profesor de Fotónica y Bioingeniería de la escuela de Telecomunicaciones de la Universidad Politécnica de Madrid, destaca que sus principales virtudes son "su alto ancho de banda y su baja atenuación, es decir, su alta capacidad de transmitir datos a muy alta tasa binaria -grandes cantidades en muy poco tiempo- y a muy larga distancia".
En la era del móvil, el mantra comercial "comunicación inalámbrica" es, paradójicamente, más engañoso que nunca. "La dependencia del cable seguirá creciendo y cuantos más datos se transmitan en inalámbrico, más deberán unirse para viajar por la fibra hasta su destino final", comenta Esquivias. "Prácticamente todas las comunicaciones, excepto el acceso al usuario final (móvil, portátil, última parte de los accesos al hogar, etc), se realizan por fibra", afirma.
Cerca de un millón de kilómetros de cables submarinos conectan todos los continentes. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), este año habrá 3.200 millones de usuarios de internet y el 69% de la población mundial tendrá cobertura de red móvil. Todo eso necesita cables.
Martín Pereda razona una de sus ventajas: "En caso de un conflicto, a un satélite te lo cargas en dos minutos; en cambio cargarte todo el sistema de comunicaciones por fibra es muy difícil porque internet funciona a través de miles de caminos donde la información puede ser troceada y distribuida por los caminos que estén libres para comunicar".
"En los casos de comunicaciones punto a punto, como lo que ha pasado con el AVE", añade este experto, "la fibra transmite todo tipo de señales de por dónde va el tren, qué velocidad tiene en cada momento, por qué estaciones ha pasado, qué controles ha superado... Y claro, si cortan todo eso te dejan incapacitado para seguir la trayectoria de un tren". El problema en este caso es la ausencia de redundancia, es decir, de caminos alternativos para esa comunicación.
Las telecomunicaciones son fundamentales para que el mundo siga en marcha. No sólo por el tráfico de información en sí, sino porque ésta es clave para que funcionen fábricas, circulen trenes o despeguen aviones. ¿Somos en definitiva más vulnerables por depender de los cables, o estamos más seguros precisamente por ello? "Como necesitamos esas telecomunicaciones para que todo funcione, los diseños se hacen con múltiples redundancias para que una avería no pueda detener nuestra actividad", concluye Esquivias.
Al final, cuantos más cables, mejor. Por eso una comunicación punto a punto por un cable es vulnerable, pero al mismo tiempo es cada vez más raro ver un "apagón" en la conexión a internet.
¿Qué pasó en la línea del AVE?
El corte de tres cables de fibra óptica de comunicación paralelos a la vía de alta velocidad Madrid-Barcelona, en el kilómetro 570 cerca de Villafranca del Penedés, a primera hora de la mañana del miércoles, causó la interrupción automática del servicio de AVE entre las estaciones de Camp de Tarragona y la frontera francesa. Hasta 13.500 pasajeros y 30 convoyes se vieron afectados a lo largo de toda la línea.
Fuentes de Adif confirmaron a EL ESPAÑOL que a las 7:30 horas se detectó el corte de tres cables y el intento de corte de un cuarto. Los cuatro cables van colocados de forma paralela a la vía, dos a cada lado, dentro de sendas arquetas o canalizaciones de hormigón tapadas "que habían sido forzadas". La valla que protege la vía también había sido abierta.
¿Por qué se pararon los trenes?
Por una cuestión de seguridad. Adif, que es la empresa pública que gestiona la infraestructura, asegura que estos cables cortados se utilizan para telecomunicaciones y "transportan información entre sistemas informáticos para regular el tráfico" ferroviario.
La circulación de los trenes se interrumpió por seguridad hasta que, a las 10:15 horas, los cables fueron reparados. En este sentido, la compañía insiste en la reacción inmediata justo al detectarse la incidencia: la parada segura de todos los trenes de la línea. Desde la compañía lo explican con una metáfora: "El corte de los cables hace que todos los semáforos se pongan en rojo".
¿Cómo son esos cables?
Adif no ha facilitado datos sobre qué tipo concreto de cable ha sufrido el percance. En cualquier caso, tal y como explica Martín Pereda, "conceptualmente todas las fibras ópticas son iguales". "Constan de dos tubitos concéntricos, revestimiento y núcleo, con un índice de refracción ligeramente diferente, y por el núcleo viaja la luz gracias a un proceso que se llama reflexión total", explica, y apunta: "El concepto inicial es muy antiguo, data del siglo XVIII".
"La fibra óptica convencional, la más empleada, está basada en sílice, óxido de silicio, y a veces se llama fibra de vidrio", añade el profesor Esquivias. "Muchas fibras (32, 48, 96) se agrupan en un cable grueso con mucha protección, y suele haber más de un cable a cada lado de la vía", comenta. Indica que hay también fibras de plástico pero tienen otros usos, "no se emplean en tendidos largos".
¿Por qué los han cortado?
La primera hipótesis manejada por Adif y los Mossos d'Esquadra fue la de un posible robo de cable. En cualquier caso no descartaron otras, incluso vandalismo o sabotaje, ésta ultima la principal linea de investigación de la policía autonómica. "Los robos de fibra óptica no son tan abundantes como los de cobre, pero se han dado también anteriormente", comenta una portavoz de la compañía responsable de la infraestructura ferroviaria.
Desde Adif afirman que normalmente se roba cable de cobre, que se usa tanto para alimentar al tren (catenaria) como para proporcionar energía eléctrica a la señalización. Ese metal es un material muy cotizado. "Estamos muy coordinados con las fuerzas de seguridad del Estado porque grandes bandas organizadas se dedican a este tipo de robos", afirman desde Adif. El cable de fibra óptica que suele usarse en comunicaciones ferroviarias está hecho de fibra de vidrio y no tiene el mismo valor, apuntan.
"Se suelen robar materiales principalmente metálicos, hasta el punto de que hemos tenido robos de contrapesas que tensan las catenarias", comenta la portavoz de Adif. "Algunas empresas ya comercializan contrapesas de materiales reciclados y sin valor en el mercado", apunta.
¿Estamos seguros?
La compañía asegura que las vías están vigiladas. "Tenemos sensores, vigilantes de seguridad, cámaras... pero hablamos de una red total de unos 15.000 kilómetros", apunta. Las vías de alta velocidad en España -si se consideran alta velocidad los tramos en donde se puede circular a más de 200 km/h, tanto en ancho de vía europeo como ibérico- suman un total de 3.200 kilómetros. Todas ellas van protegidas con vallas a ambos lados. En cualquier caso, queda claro que un suceso como éste se detecta inmediatamente y los protocolos de seguridad funcionan: si se corta un cable, los trenes se paran.