Un día después de su 30 cumpleaños, el 22 de septiembre de 2015, Keywan Karimi, cineasta iraní, recibió su primera condena: dos años de cárcel y 90 latigazos por ofensas al islam y al gobierno de Irán por su película Writing on the City. Apeló. El 11 de octubre la sentencia definitiva del tribunal revolucionario era incluso peor: seis años de cárcel y 223 latigazos.
El pasado 23 de diciembre, Keywan volvió al tribunal para una última apelación. “Tenía miedo de que pasara lo mismo que la última vez, pero creo que puede haber una modificación positiva en la sentencia”, cuenta Karimi a EL ESPAÑOL en una conversación por Skype. La decisión se le comunicará por carta en un plazo de entre diez días y dos semanas. Hasta entonces, el cineasta espera en libertad.
Writing on the City no ha tenido tiempo para ser exhibida públicamente. Cuando el Sepah, la guardia revolucionaria islámica, entró en casa de Karimi, el 13 de diciembre de 2013, y requisó todo el material informático y audiovisual, apenas se había publicado un trailer en Youtube. La idea del cineasta era reflejar más de 100 años de historia a través los grafitis de Teherán, pasando por la revolución de 1979, la revolución verde, tras las elecciones presidenciales de 2009, hasta la actualidad.
“Es la historia de las pintadas en Teherán, de como reflejan lo que ha pasado en la sociedad en ese tiempo. Había una reflexión sobre lo que pasó hace seis años, en la revolución verde y eso es problemático para ellos”, dijo Karimi. El cineasta mezcla imágenes de archivos y grabaciones propias. Las inscripciones en los murales son muchas veces mensajes políticos y reivindicativos. “Hay grafitis en contra del Sha, en contra del dictador, pero yo no pinté esos grafitis, a lo mejor deberían preguntar a las personas que lo hicieron sobre su intención. Yo, como cineasta, simplemente documento la realidad”, añade.
En febrero de 2016, la película se presentará en el festival de cine de Navarra, Punto de vista
Ese 13 de diciembre de 2013, Karimi fue arrestado y llevado a la cárcel, donde pasó dos semanas en confinamiento solitario y siendo interrogado. “Fueron momentos muy duros, fue muy difícil estar aislado esos días”, recuerda. Le liberaron con cargos bajo fianza pero su pesadilla acababa de empezar. Entre marzo de 2014 y septiembre de 2015 (fecha de la primera condena), se presentó ocho veces en el tribunal para defenderse. “Le pregunté al juez si había visto la película y me dijo que no. Sólo se basa en los papeles que le ha entregado la guardia. ¿Cómo puede decidir si mi película es o no contra el gobierno y el islam si no la ha visto?”, pregunta. “No sé qué he hecho para merecer seis años de cárcel y 223 latigazos”.
Estreno en España
No es la primera vez que Keywan es arrestado por su trabajo, pero sí la primera en la que recibe una condena. En 2010 fue arrestado por el documental White dog of security, sobre los juicios a menores. En 2012 pasó dos días en la cárcel por Broken Border, sobre el tráfico de petroleo en la frontera entre Irán e Irak. “Estaba rodando en la frontera y me arrestaron porque era una actividad ilegal. Fue algo un poco absurdo".
Esta vez casi logran destruir su trabajo. Cuando le devolvieron el material requisado los discos duros estaban vacíos. Las grabaciones, su película, todo había desaparecido. “Perdí todo mi material. Por suerte tenía algunos back-ups en casa de mi editor y después de salir de la cárcel volví al trabajo. Quería recuperar mi película, así que volví a rodar y pude reconstruir el documental en agosto de este año”, explica.
En febrero de 2016, la película se presentará en el festival de cine de Navarra, Punto de vista, que además lanzó el vídeo 223 palabras, que reúne a otros tantos cineastas en una campaña contra la condena de Karimi. “Este documental tiene mucho más historia de la que tenía inicialmente. Al principio era la historia de las paredes de Teherán y sus grafitis. De repente, con todo lo que ha pasado, hay a su alrededor otra historia: el arresto, la pérdida de material, la sentencia”.
Apoyo internacional
También durante el festival de San Sebastian se presentó una carta de rechazo a la condena de Karimi, pidiendo que otros profesionales siguieran su ejemplo. A inicios de mes, 130 cineastas iraníes escribieron una carta de apoyo, enviada a la AFP. Los cineastas, entre los cuales se encuentra Jafar Panahi, que tiene prohibido rodar películas desde 2010, se declaran “conmocionados por la condena” y esperan que “se disipen los malentendidos y Keywan sea absuelto”.
En octubre, habían sido los cineastas franceses de la Asociación de Autores, Realizadores y Productores (ARP), los que alzaban su voz en contra de la sentencia. “Keywan Karimi se suma a la ya demasiado larga lista de artistas, periodistas y ciudadanos condenados por Irán en desprecio de la libertad de expresión o de pensamiento más elemental”, escribieron en un comunicado.
El mismo mes, un informe del relator especial de la ONU, Ahmed Shaheed, hacía hincapié en las detenciones arbitrarias que “violan los derechos a la libertad de expresión, asociación y manifestación pacífica”. Hasta el mes de abril de este año, más de 40 periodistas y activistas fueron detenidos o condenados por actividades pacíficas. “Creo que las sucesivas muestras de apoyo internacional han tenido un impacto positivo en el juez que mira mi caso de una manera distinta. Me mira con más respeto”, dice.
Éste es mi país y ésta es mi elección. Yo hago películas sobre Irán y esa es mi responsabilidad como cineasta
Karimi habla con una tranquilidad desconcertante. Dice no tener miedo de la sentencia y que está preparado para afrontarla, pase lo que pase. “Todavía no me creo la condena. Para mí es como si fuera una broma, no entra en mi cabeza que el gobierno de Irán quiera poner a un cineasta en la cárcel durante seis años y darle más de 200 latigazos por una película. Pero bueno, estamos en Irán y todo puede pasar”.
Buscar refugio en otro país es algo que el cineasta no considera como opción, ni siquiera en el caso de que la sentencia sea la peor. “Estoy preparado para cualquier cosa. Quiero seguir haciendo las cosas a mi manera. Sé que puede ser peligroso pero si salgo de aquí estaré haciendo lo que ellos quieren. Éste es mi país y ésta es mi elección. Yo hago películas sobre Irán y esa es mi responsabilidad como cineasta. Y no renunciaré a ello”.