Era el hombre más deseado de la noche. Cesc Gay acababa de triunfar en la 30ª edición de los Premios Goya gracias a Truman, una película que llevaba cuatro años en su cabeza pero que nunca se materializaba en forma de próximo proyecto. Al final llegó. Cogió las maletas y abandonó su querida Barcelona (plató de toda su filmografía) y rodó en Madrid junto a Ricardo Darín y Javier Cámara. Entre los tres (y con la ayuda de Marta Esteban en la producción) han conseguido que este drama con toques de comedia sobre un enfermo terminal de cáncer se convierta en la Mejor película del año para la Academia de Cine.
Los Goya reconocen la labor de uno de los mejores cronistas de lo cotidiano que tiene nuestra industria. Hasta ahora nunca había conseguido un 'cabezón'. Ni por En la ciudad, ni por Una pistola en cada mano. Tampoco el de dirección novel por su debut, Krámpack. Tras la euforia de saberse ganador Cesc Gay atendió a la prensa con el tono pausado que le caracteriza. Cualquiera diría que Truman casi hace pleno (ganó cinco de seis). A pesar de todo el director se confesaba “feliz” por “la pequeña familia de la película”, aunque también descolocado por “el tsunami que nos acaba de pasar por encima”.
El catalán explicó que en todas las ceremonias que había vivido hasta ahora siempre intentaba “no pensar en nada” para poder “disfrutarlo más”. La mejor forma de tomarse las cosas, dice. Pero es evidente que ya puede respirar tranquilo. Su niño mimado ha acabado la carrera en primer lugar después de unos meses en los que La novia parecía que podía llevarse la gloria. La clave, según sus palabras, está en “el equilibrio”.
Las despedidas en general son tristes, y está más. Había que aplicarle un cierto humor
Encontrar eso que llaman 'el tono' no es sencillo, y más cuando lo que estás contando es algo tan grave y predispuesto al engolamiento como una despedida definitiva. “Las despedidas en general son tristes, y esta más. Había que aplicarle un cierto humor. La relación entre los dos personajes me dio eso, y cuando empezamos a ensayar con Ricardo y Javier vimos si nos pasábamos de serios o frivolizábamos demasiado”, recuerda Gay que ensalza la labor de Darín como detector de esas salidas de tono.
Más cine y menos políticos
Cesc Gay es de esos cineastas que evitan pronunciarse sobre política. Siempre repite el mismo lema, “hemos venido a hablar de cine”. En los Goya comenzó siendo fiel a sus principios, pero la presencia de tanto candidato a la presidencia del Gobierno acabó por sacarle alguna línea al respecto, y eso que intentó zafarse de las preguntas hasta el final asegurando que él no había visto a nadie. “No me los han presentado, pero no me importaría irme a tomar algo con ellos. Vete a saber de qué hablaríamos, pero les diría que espero que se pongan de acuerdo”, zanjó.
Más a gusto se siente hablando de su película, que sobre todo le ha enseñado a “tener paciencia”. “Las películas hay que hacerlas cuando toca. A veces en la industria se precipitan proyectos porque hay que rodar. Truman la he hecho cuando la he sentido, y así es cuando las cosas salen mejor”, analizaba con el Goya en sus manos.
Las películas hay que hacerlas cuando toca. A veces en la industria se precipitan proyectos porque hay que rodar
Cesc Gay no cree en esa teoría autoral de que no hay que pensar en el público. Él lo hace todo por ellos y pide que se valore lo que cuesta disfrutar de una película. Para él el cine es una “invitación a mirar”. “Cuando voy a una sala hago un esfuerzo, tengo que coger un canguro para mis hijos, me gasto dinero en la entrada y quiero que me tengan en cuenta. Ir al cine es un esfuerzo y eso no hay que olvidarlo. Cuando alguien va a ver mi película lo que más me dolería es que me dijera que ha perdido el tiempo. Tenemos que encontrar el equilibro para que la gente esté a gusto porque así volverán”, analizaba al terminar la ceremonia.
El último año ha sido frenético para Gay. Además del estreno de Truman ha debutado en el teatro con Los vecinos de arriba, que el siete de abril llega a Madrid, y prepara su primera serie de televisión para Movistar +. No abandona su proyecto soñado, un filme de ciencia ficción, género del que se declara fan: “Me fascina, me veo cualquier mierda. Creo que las pausas y los silencios de mi cine los saco de la ciencia ficción”.
Comienza ahora una segunda vida para Truman en la taquilla, donde hasta ahora había sido vista por medio millón de espectadores y que con el impulso de sus cinco Goyas espera llegar a mucha más gente que descubrirán ahora la mejor película española del año.