El buen periodismo nació de una huelga de imprentas
Martin Scorsese repasa en el documental '50 años de rebeldía' la historia y los mejores reportajes de 'The New York Review of Books', donde publicaron Truman Capote, Noam Chomsky y Susan Sontag.
5 marzo, 2016 02:38Noticias relacionadas
De cada crisis surge una nueva oportunidad. Así pensó el matrimonio de editores Jason y Barbara Epstein. Era el año 1963 y una huelga de imprenta dejaba al país sin periódicos. Las principales cabeceras amenazaban con cerrar si el problema no terminaba. Parece el peor contexto posible para crear una nueva publicación, pero los Epstein apostaron contra toda lógica y ganaron. En plena huelga dieron luz a su proyecto soñado, The New York Review of Books, una publicación con la que podían apostar por un periodismo cultural de calidad que ya no encontraban.
Llevaban tiempo dando vueltas a la idea. Exactamente desde que vieron una crítica de Elizabeth Hardwick hacia la sección literaria del New York Times, a la que calificaba de “timorata, sin estilo y con falta de carácter”. Ellos también lo pensaban, muchos lo hacían, pero nadie se atrevía a ir en contra del periódico más importante del país. Los principales medios habían olvidado su función crítica y se habían rendido a un periodismo de amiguetes, de promoción. Las editoriales usaban los suplementos culturales para promocionarse, y los periódicos lo permitían a cambio de dinero en forma de publicidad. Ni rastro de las señas que deberían caracterizar al buen hacer de un redactor.
Con la industria editorial dándose de cabezazos los Epstein dieron el paso para poder hacer “lo que les diera la gana”. “Nadie podía decirnos que estábamos siendo muy políticos o muy atrevidos”, recuerda el creador de The New York Review of Books en 50 años de rebeldía, el documental realizado por Martin Scorsese para celebrar el medio siglo de la publicación. El director de El lobo de Wall Street pone sus ojos en los inicios del medio, pero especialmente en todas aquellas ocasiones en las que apostaron por un periodismo de calidad, poniendo en jaque a las altas esferas y arriesgando su futuro.
La única forma de captar la verdad del mundo es la verdad narrativa, las historias que contamos a la gente y a nosotros mismos
Junto a David Tedeschi habla con aquellos que siguen trabajando en un medio que actualmente tiene una tirada de 135.000 ejemplares y en el que todavía sigue como director, Robert B. Silvers, que estuvo en sus inicios llevando el timón junto a la propia Barbara Epstein, fallecida en 2006. Un documental que estrena en exclusiva en España el canal TCM este domingo.
De Capote a la guerra de Vietnam
“La única forma de captar la verdad del mundo es la verdad narrativa, las historias que contamos a la gente y a nosotros mismos”
Con estas palabras de Oliver Sacks, sacadas de un artículo para The New York Review of Books comienza la película, dejando claro que el periodismo y los periodistas son esenciales para alcanzar algo de lucidez en un mundo dominado por la corrupción y la mentira.
Ese es el mantra que han seguido en la publicación y que hace que todavía hoy sea considerada una biblia del periodismo por la que han pasado nombres como Norman Mailer, Truman Capote, Gore Vidal o Lillian Hellman. Noam Chomsky fue el responsable de uno de los artículos más polémicos de la publicación, pero también uno de los que más repercusión tuvo. En él se posicionaba en contra de la intervención de EEUU en Vietnam. Sobre el mismo tema escribió la novelista Mary McCarthy, que reflexiona en el documental sobre la responsabilidad del perioidsta en estos temas.
“Está al alcance de nuestra mano escribir sobre estos temas”, dice mientras en pantalla se leen extractos de sus artículos en los que llegaron a comparar la situación con la Alemania nazi: “Si no llegamos a la conciencia política de Washington no saldremos mejor parados que los alemanes con los nazis. Su excusa era que no sabían nada”, opinaba la escritora, amiga de Hannah Arendt, que también publicó en el medio un tema sobre el Papa Juan XXIII.
Si no llegamos a la conciencia política de Washington no saldremos mejor parados que los alemanes con los nazis. Su excusa era que no sabían nada
Todo ello en un medio que sólo tenía cuatro años, pero que no tenía miedo a tocar temas espinosos como el racismo. Lo hizo James Baldwin, el escritor y activista por los derechos de los negros que luego publicaría La habitación de Giovani.
Susan Sontag contra el fascismo y el machismo
Una de las escritoras más importantes que pasó por las páginas de The New York Review of Books fue Susan Sontag, que mostraba en sus líneas la misma beligerancia que en su vida. Suyo es un mítico artículo, Fascinatin Fascism, en el que denunciaba el trabajo de Leni Riefenstahl, la directora responsable del documental nazi El triunfo de la voluntad. Riefenstahl había viajado a EEUU para intentar empezar una carrera alejada de la sombra de Hitler. “Su sentido de la belleza es el mismo que el del fascismo alemán”, decía Sontag que calificó de “moralmente urgente” hablar de este asunto desde las páginas del medio.
También se encargó de gritar a los cuatro vientos el machismo imperante en la sociedad, también entre escritores y columnistas de dicha publicación como Norman Mailer, que incluso apuñaló a su pareja. Entre Sontag y Gore Vidal se encargaron de dar un repaso a Mailer, que se defendía como podía de las acusaciones de machista que le llegaban por todos los lados.
No todos los ejemplos de periodismo crítico son tan lejanos. The New York Review of Books también fue pionera en denunciar los métodos de tortura que la CIA usaba en sus interrogatorios y que llegaron a ser aceptados por los ciudadanos gracias a las políticas del miedo post 11S.
Documentales como 50 años de rebeldía y películas como Spotlight, la última ganadora del Oscar (que narraba el trabajo del departamento del Boston Globe que destapó un caso de pederastia dentro de la Iglesia), devuelven la fe en un periodismo crítico y de calidad que ponga en duda lo que todos dan por cierto.