En todos los festivales de cine hay una sección paralela donde cada año se encuentran películas pequeñas con más calidad que muchas de las que compiten en las secciones oficiales. En Málaga ese reducto se llama Zonazine. Propuestas arriesgadas, lejos de los cánones que marca la industria y, en ocasiones, hasta con grandes nombres detrás de ellas. Es el caso de Esa sensación, la película escrita y dirigida a seis manos por Julián Génisson, Pablo Hernando y Juan Cavestany, que vuelve al cine español tras dejar rota a la crítica con Gente en sitios, una de las joyas de nuestro cine de los últimos años.
Una película inclasificable que ya desde su sinopsis desconcierta al espectador: "Un virus lleva a la gente a decir cosas sin querer y un hombre espía a su padre por las calles, mientras una mujer se relaciona apasionadamente con objetos de la ciudad. Tres historias cruzadas sobre el amor, la fe y la voluntad". Cavestany quita importancia al hecho de que no compitan por la Biznaga de Oro, y cree que una película tan pequeña no pegaría entre otras de mayor presupuesto y más propicias para la alfombra roja.
Esa sensación nace de un deseo por trabajar juntos de tres personas que se encuentran fuera del cine industrial. Tres francotiradores que hacen la película que quieren. Cavestany autoproduce, escribe y dirige sus obras, destinadas a un circuito comercial muy limitado. “Pablo, Julián y yo coincidimos en ese cine al margen y coincidimos en la energía y en por qué estamos haciendo así las cosas”, cuenta Cavestany a EL ESPAÑOL. Los tres coinciden en su voluntad de “estar fuera de la industria”, y subraya que “no hay una subindustria, sino que hay muchas”.
Se encuentra a gusto trabajando lejos de productores, distribuidoras y resto de intermediarios entre el autor y su obra, y cree que para que filmes como Gente en sitios o Esa sensación nazcan tiene que seguir así. “Estas películas tienen que estar hechas así. No son parte de la industria. El objetivo es que un filme como este llegue al Festival de Málaga y sea una película, que se estrene para que se convierta en ese ente abstracto. No creo que la industria tenga que absorber este tipo de cine”, zanja.
Estas películas tienen que estar hechas así. No son parte de la industria. No creo que la industria tenga que absorber este tipo de cine
Pese a ello cree necesario que ambas convivan y que “haya de todo”. “Hay un cine que da trabajo y dinero a la gente y que está funcionando en taquilla, y eso está muy bien. No creo que haya muchos piratas que hagan películas para forrarse de la estupidez ajena. Luego estamos muchas personas que a veces hemos tenido la suerte de encontrar el apoyo o la intención para poder hacer películas sin que pasen por el comité de las televisiones o sin que necesiten un millón de euros o 300 salas para estrenarse. Creo que el cine español es bastante rico por el lado industrial y por el lado subindustrial”, opina Cavestany.
Un mercado delirante
Después del éxito crítico de Gente en sitios muchos esperaban que la industria reclamara al director para volver a la senda comercial que ya probó con Gente de mala calidad o El asombroso mundo de Pocholo y Borjamari. “Después de Gente en sitios nadie me llamó ni para darme la enhorabuena, sólo Vetusta Morla para que les hiciera un vídeo porque les había gustado. Sólo ellos. Y nadie me va a llamar ahora tampoco. La crítica la leemos tres personas, no tiene trascendencia y no significa nada en la carrera comercial”, analiza sin tapujos.
Después de 'Gente en sitios' nadie me llamó ni para darme la enhorabuena, sólo Vetusta Morla para que les hiciera un vídeo porque les había gustado. Sólo ellos
Asegura que no dirige para el espectador, pero no por un tema de ego, sino de “salud mental”. “El mercado del cine en el mundo y en España es un delirio, una locura. Es imprevisible. De un capricho y una volatibilidad… no culpo a nadie, pero es un mercado roto por la piratería, por internet y por los nuevos formatos. No sé quién puede seguir pensando en un público, porque hay muchísimos públicos”, cuenta a este periódico.
Sus filmes nacen de una necesidad por contar historias y asegura no saber qué quiere el público. Por eso sigue haciendo películas que no se ajustan a ninguna convención, aunque tienen nexos en común, igual que los tres fragmentos de Esa sensación, que comparten un humor que descoloca e incomoda al espectador, que le hace sufrir vergüenza y reírse con los personajes y a la vez de sí mismo.
“Suelen decir de nuestras películas eso del humor incómodo, y se extendió, pero no es nada nuevo. El humor, de base, debe serlo, porque el humor nace de la irrupción de lo incómodo en lo previsible. La incomodidad de caerse con la cáscara de plátano es muy evidente, pero la incomodidad de que te salga mal una palabra es más sutil, provoca vacíos, es otro grado, más profundo, no por intelectual, sino porque está debajo”, opina Juan Cavestany sobre el humor de sus últimos filmes.
En esta ocasión es compartido con sus codirectores, con los que han formado un filme que parece realizado por la misma batuta, ya que los tres tiene el mismo tono, y eso que nadie interfirió en el trabajo de nadie, se dieron libertad absoluta, el mismo concepto que respira su cine y que tan necesario es en nuestra industria.