Acababa de llegar al cine español. Tenía sólo 23 años y dejó a todos sin palabras. Pilar López de Ayala supuso en 2001 un aire fresco dentro del cine español. Es imposible olvidar su composición en Juana la Loca y aquellos gritos que todavía estremecen al recordarlos: “¡Mi madre ha muerto, mi marido me engaña, estoy loca!”. Una mezcla de fuerza y fragilidad que sirvieron para ganar la Concha de Plata en San Sebastián y el Goya a la Mejor actriz. También una etiqueta: la mejor actriz de su generación.
Antes de que Vicente Aranda le diera esa visibilidad mediática ya había dejado su talento en esa cantera de actores que fue Al salir de clase y en Báilame el agua, de Josetxo San Mateo. Tras el pelotazo de Juana la Loca midió mucho su siguiente paso. Tres años pasaron hasta que regresó con fuerza y enlazó los estrenos de títulos como Obaba, Alatriste, En la ciudad de Sylvia o Lope. Así hasta 2011, año en el que desapareció del mapa.
¿Dónde estaba aquella joven promesa? ¿No había sitio en el cine español para ella? La duda se ha resuelto y la actriz reaparece en
Ha tenido que llegar Manuela para ofrecerme un personaje con un registro que no había trabajado mucho. Es una oportunidad de demostrar algo diferente y estoy encantada
La actriz visitó los países donde se habían estrenado con éxito películas suyas esperando más oportunidades. Con la mochila llena de ganas y hasta con la intención de aprender un idioma nuevo llegó a buscarse un representante en Brasil, donde la coproducción con Argentina, Medianeras, fue un bombazo. “Todavía no me han llamado de allí… Pero aquí estoy otra vez”, cuenta con una medio sonrisa tímida. “Ha tenido que llegar Manuela para ofrecerme un personaje con un registro que no había trabajado mucho. Es una oportunidad de demostrar algo diferente y estoy encantada”, añade.
Durante su ausencia llegaron los rumores. “Decían que si soy muy selectiva. Yo digo que sí que lo soy, pero que esa no es la cuestión, porque para serlo hay que tener ofertas y yo no las he tenido. Han sido pocas y las que han llegado… No han sido ofrecimientos reales. No quiero hacerme la víctima, porque nadie decidió por mí el irme a estudiar fuera. Ha sido una mezcla de las dos cosas, pero algo innegable es que la situación ha sido complicada. También se dijo que aspiraba a una carrera internacional. Yo he hecho una película en Italia que se llama El manuscrito que está pendiente de estreno, otra en Francia… pero parece que sólo existe EEUU. Yo estoy encantada de haber estudiado allí, pero estoy feliz de recibir propuestas de donde sea”, zanja con seguridad.
En épocas de crisis muchos ven una oportunidad. Así que Pilar López de Ayala se fue a seguir formándose, no sólo en interpretación, sino también Historia del Arte. Desde el otro lado del charco ha vivido la última crisis de la industria, su reencuentro con el público y la reforma de la Ley del Cine. “No se pueden dar ayudas sólo al cine que pretende ser comercial, porque nos estamos perdiendo muchas películas con un punto de vista personal y nuestro cine forma parte de nuestra cultura, de nuestra educación y de nuestro desarrollo como seres humanos. Las películas está muy bien que sean rentables económicamente, pero también tienen que serlo socialmente”, opina al respecto.
No se pueden dar ayudas sólo al cine que pretende ser comercial, porque nos estamos perdiendo muchas películas con un punto de vista personal y nuestro cine forma parte de nuestra cultura
Ella sabe bien lo que es ser la musa del cine de autor. Lo fue para Manoel de Oliveira en El extraño caso de Angélica (2010) y para José Luis Guerín en En la ciudad de Sylvia (2007). Dos maestros que intentaron sacar de ella “algo que no era una composición de un personaje, era algo más auténtico”. “Es algo más desconcertante, no sabes qué hacer exactamente, pero sacaron algo que tiene que ver con desprenderse de todos los artificios que normalmente utilizas como actriz para componer un personaje”, asegura. No por ello se siente más “vinculada” a este tipo de proyectos, sino que se siente cómoda en “cualquier propuesta interesante de cualquier director que tenga ganas de trabajar conmigo y que me ofrezca la oportunidad de seguir haciendo lo que más me gusta”. Por ello destaca la labor de su directora en Rumbos, que "es la única directora que ha tenido visión para explotar un lado más tierno y en tono de comedia, que nadie me ha ofrecido desde Besos Para Todos de Jaime Chávarri (2000).
La que ha hecho que cambie la situación es Manuela Burló Moreno. Con esta resurrección, Pilar López de Ayala espera que no se repita una situación que vivía cuando pisaba su tierra natal. “Cuando venía, que lo hago regularmente, me decía la gente: '¿Dónde estás, por qué no trabajas?'. Casi como si estuvieran enfadados, y nosotros no somos responsables, dependemos de los ofrecimientos de los demás", recuerda.
Tras Rumbos, una comedia “con mucha verdad” en la que “las emociones pasan a través de los personajes para que la gente se identifique con ellos”, espera que cambie todo. Que no tengan que volver a pasar cinco años para que la veamos en el cine español. Si no, seremos nosotros los que tengamos que gritar aquello de '¡Estoy loco!', como lo hizo antes la Reina Juana.