El próximo sábado los miembros de la Academia de Cine acudirán a las urnas. Si dos elecciones generales parecían poco, ahora los miembros de la institución tendrán que volver a votar. En esta ocasión lo tienen más fácil. Será un voto a favor o en contra. Tras la polémica dimisión de Antonio Resines, que señaló a la junta directiva como motivo de su salida, se abrió el plazo para presentar nuevas candidaturas. Sólo se presentaron dos, y una (de la que la Academia no se ha pronunciado) no cumplía todas las condiciones para ser elegible. Así que sólo la terna formada por Yvonne Blake, Nora Navas y Mariano Barroso se atrevió a llevar las riendas del organismo.
Blake se somete a una cuestión de confianza el sábado. Tiene todo a favor para que su candidatura sea refrendada. Votar que no sería un suicidio colectivo en un momento de necesaria regeneración. A pesar de ello varios académicos cuentan a este medio que habrá “más 'noes' de lo que se cree”. En la presentación de su programa, Blake, Navas y Barroso prometieron transparencia, aunque no la practicaron y no respondieron cuando este periódico les preguntó por asuntos como el cese de Porfirio Enríquez como Secretario General. La presidenta tendrá que apaciguar los ánimos y conseguir estabilidad en lo que ahora parece un campo de minas. Estos son los cinco marrones que tendrá que comerse para que todo vuelva a su orden.
Cambiar el sistema de elección de la junta directiva
Mientras el resto de expresidentes usaron otros argumentos, Antonio Resines fue claro. No podía más. La oposición de la Junta Directiva a sus acciones hicieron imposible la labor del presidente que decidió rendirse. La batalla surgió desde su llegada y muchos creen que esta ha sido la gota que ha colmado el vaso y que indica que hay que cambiar el sistema. Actualmente la Junta está formada por el presidente, sus dos vicepresidentes, un tesorero, el Director General y todas las especialidades (14 en total), que se encuentran representadas por dos vocales.
“Ha habido encontronazos con la Junta Directiva por las cosas que quería hacer y eso indica que hay que cambiar el sistema. La presidencia no puede encontrarse con una Junta elegida por sus colegas y que no es representativa. Resines llegó y la gente que hay no apoyaba su programa. Es un sistema fallido y hay que reflexionar”, contaba a este periódico Eduardo Campoy, quien fuera presidente en funciones de la Academia de Cine.
Un académico reconoce a EL ESPAÑOL que toca hacer autocrítica y preguntarse “por qué los presidentes no acaban el mandato”. “Falta gente de otro perfil en la junta, un perfil más gestor, más directivo. Ahora el presidente llega y se encuentra que sólo tiene 3 votos a favor y 28 en contra. Es como si un presidente gana las elecciones y sólo tuviera tres votos asegurados”, argumenta mientras cree que existe una sensación de cansancio por tanta “discusión bizantina”, aunque subraya que hay un gran equipo. Este miembro propone un sistema alternativo en el que “el presidente elija a los miembros de las especialidades, y que cada uno de ellos tenga que obtener un porcentaje mínimo que lo validen para representar a su especialidad”, zanja.
Falta gente de otro perfil en la Junta Directiva, un perfil más gestor, más directivo. Ahora el presidente llega y se encuentra que sólo tiene 3 votos a favor y 28 en contra
La anterior vicepresidenta, la directora Judith Colell, defiende el sistema actual. “Creo en la democracia, no me parece bien, y es peligroso, que una persona o dos o tres decidan todo. En la junta está representada toda la Academia. A mí me interesaba mucho como vicepresidenta escuchar a todos ellos. En 30 años no ha habido estos problemas, no sé por qué han surgido ahora”, explica a este periódico.
Elegir un secretario general (que no sea un fiasco)
La Junta Directiva nombraba, pocos días antes de la elección de Enrique González Macho en 2014, a Porfirio Enríquez como Director General de la institución. Lo hacía por la puerta de atrás, ocultándolo durante el proceso electoral y buscando un hombre de su confianza. Del Director General depende la labor diaria de la institución y la gestión económica. Prefirieron a un exdirector de fotografía a un gestor, una decisión muy criticada y que acabó volviéndose en su contra.
Miembros de la Academia contaban a este medio que la situación con Enríquez era insostenible y que el primer intento por despedirle no se materializó al poseer un contrato que incluía una indemnización de 100.000 euros en caso de cese. Un blindaje que la mayoría desconocía. Finalmente Enríquez salió por la puerta de atrás y la Academia, preguntada por este medio, no aclaró si su despido fue con indemnización.
“Esto es malísimo. Muestra falta de ideas, de perspectivas y de claridad de lo que queremos que sea la institución”, valoraba uno de estos académicos que cree que debería nombrarse una gestora durante un tiempo de un año para que no se paren las acciones en marcha y que no se perjudique la organización de los Goya. Otro de ellos cree que esto es otra prueba más de que “el problema es el sistema”. “Ahora tendremos que elegir un nuevo director general, pero no será operativo”, dice con pesimismo.
Atraer a los jóvenes a la Academia
Hay una cosa en la que todos coinciden: hay que atraer a los jóvenes de la industria, que sienten un desapego hacia la institución. De la nueva hornada de cineastas y guionistas, pocos son miembros y muchos incluso forman parte de organismos alternativos, como la Unión de Cineastas. Judith Colell cree que este debería ser el principal reto de Yvonne Blake: “atraer a la gente joven y lograr una estabilidad que en los últimos tiempos parece que se ha perdido”.
Tenemos que atraer a la gente joven y lograr una estabilidad que en los últimos tiempos parece que se ha perdido
Para eso deberán cambiar la idea que tienen de ellos. Jonás Trueba, director e impulsor de la Unión de Cineastas mostraba el desapego de los jóvenes hacia la institución: “La Academia de Cine ha adquirido ya un tipo de imagen y unas dinámicas… ha sido fundada en otra época, bajo unas ideas que… es un poco difícil y no sé hasta qué punto sería una pérdida de tiempo, porque se ve que tiene algo esclerótico que da pereza. Necesita una renovación y es un problema que la mayoría de cineastas jóvenes de este país no pertenezcamos a ella, pero probablemente si no lo hacemos es porque no vemos bien cuál es el interés de estar ahí. Debería hacerse más atractiva para que entrásemos o, al menos, invitarnos”, contaba a este medio con motivo del estreno en San Sebastián de su última película, La reconquista.
Una opinión que comparte el guionista y director Borja Cobeaga. El año pasado fue nominado al Goya por el guion de Negociador, pero que no pudo ni pasear por la alfombra roja al no ser una cara conocida. Su crítica en redes sociales provocó una movilización que hizo que la Academia reaccionara y prometiera solucionarlo en las próximas ediciones. “Lo veo anquilosado, no hay un sentimiento de pertenencia por parte de la gente joven y creo que por eso han surgido otras asociaciones en las que nos vemos más representados. La única visibilidad que tiene son los Goya y es algo que se asocia a lo aburrido y lo decadente. Sé que hacen más cosas, yo he ido a coloquios y proyecciones que organizan, pero desgraciadamente eso no tiene visibilidad”, explica.
Lo veo anquilosado, no hay un sentimiento de pertenencia por parte de la gente joven y creo que por eso han surgido otras asociaciones en las que nos vemos más representados
Cree que una de las maneras de solucionarlo es que la Academia muestre interés en ellos. “Yo soy miembro de la academia europea y de la de Hollywood -fue nominado al Oscar por su corto Éramos pocos-, y puede parecer una chorrada, pero en esas me han invitado y en la de aquí no. A lo mejor la pereza se supera con esa llamada que te invita”, añade.
Financiar los Goya de forma transparente
Una de las decisiones de Resines que más molestó a la junta directiva fue la creación de una Agrupación de Interés Económico (AIE) para financiar los Premios Goya. Una acción que no era ilegal, pero que no fue comunicada y se filtró a la prensa provocando un maremoto que ha terminado con el expresidente demandando al medio que lo publicó.
Parece claro que esa AIE no se volverá a utilizar, o al menos se informaría y votaría por el pleno de la junta. Judith Colell, vicepresidenta en tiempos de Resines reincide en que “no hubo ningún problema con esa AIE”. “No había nada que esconder y ni siquiera se cual es el interés que eso podía tener para los medios”, opina.
Otro de los temas que ha suscitado más comentarios es la marca patrocinadora de los premios. Saphir comercializa perfumes que se basan en éxitos de otras marcas, lo que ha provocado que la junta directiva de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética les expulsara por “actos o conductas desleales contrarios a la ética de la asociación”. Además, el Juzgado de Marca Comunitaria número 2 de Alicante les condenó por competencia desleal e infracción de marca tras una demanda presentada por el grupo Puig. Colell cree que sólo es un patrocinador más y que el problema es “entre los perfumistas”, no con la Academia, pero la imagen de la institución se ve perjudicada por estos problemas.
¿Por qué nadie se quiere presentar?
Nadie quiere ser presidente de la Academia. Es un “marrón”, como decía Antonio Resines. Un cargo que se hace por amor al arte -no está remunerado- y que acaba consumiendo a los que dan un paso adelante. Los últimos presidentes nunca han acabado el mandato y cuando ha habido elecciones nunca ha habido más de dos candidaturas. Lejos quedan esos tiempos cuando las caras visibles de nuestra industria estaban en la terna presidencial. Esas tres personas deberían juntar perfiles gestores, pero también rostros conocidos para acercarla al público.
La gente está aburrida, por eso no se presentan, es un puesto muy bonito, pero nadie acaba el mandato
“La gente está aburrida, por eso no se presentan, es un puesto muy bonito, pero nadie acaba el mandato”, argumenta un académico que cree que la solución para que se presente más gente es cambiar el funcionamiento interno para que haya confianza en el sistema por parte de los académicos. Nuestra oscarizada futura presidenta tiene mucho trabajo por delante.