Owen Suskind era un niño divertido y cariñoso. Jugaba con su hermano Walter y veía compulsivamente los clásicos de Disney. A los tres años su vitalidad se apagó. Sus padres se preocuparon pronto. De repente parecía desconectado de la realidad, en otro mundo. Las palabras no llegaban a su boca y nadie comprendía qué pasaba. Los médicos detectaron el problema: Owen tenía autismo regresivo. Su cuerpo había comenzado a olvidar las habilidades que ya había adquirido y le era imposible aprender otras nuevas.
Esto ocurrió hace más de 20 años, cuando los médicos todavía no sabían bien cómo actuar en una situación así y muchos daban por perdidos a los chavales. No sabían si Owen les escuchaba o si les entendía, pero sus padres no perdieron la esperanza. Lo único que parecía seguir entreteniendo a su hijo eran las películas de Disney, que seguía viendo una y otra vez. Con ellas llegó el primer rayo de optimismo. En plena proyección de La sirenita el pequeño empezó a balbucear algo.
Al principio no entendían qué decía, pero pronto se dieron cuenta de que sus palabras eran: “Just your voice” (sólo tu voz). Desconocían el significado de la frase, hasta que la malvada Úrsula del clásico animado resonó en sus cabezas repitiendo lo mismo. Es lo que la bruja le pedía a Ariel a cambio de unas piernas, sólo su voz quería.
Owen Suskind había repetido una frase de una de sus películas favoritas cuando hacía años que no hablaba. Los médicos no dieron ánimos a los padres, creían que podría ser sólo un eco de algo que había quedado grabado en su memoria más que la articulación del lenguaje, pero la esperanza hizo que en casa de los Suskind se comenzara a actuar en un mundo salido de la imaginación de Walt Disney. A los pases diarios de Bambi, Dumbo, El rey león y compañía, se unió la vida cotidiana. Se hablaba con frases de las películas y se hacía referencia constante a ellas. Si Owen podía volver era gracias a Disney.
La experiencia de superación de esta familia la recoge el documental Life, animated, dirigido por Roger Ross Williams y presentado en la sección Tiempo de Historia de la SEMINCI. Una película que insufla ganas de vivir al público y que, como no podía ser de otra manera, mezcla la animación con los testimonios reales de sus protagonistas. Adapta el libro del mismo nombre que escribió Ron Suskind contando la odisea de su hijo, y por el filme se pasean otros muchos secundarios de lujo. Peter Pan, Ariel, Simba… todos ellos ayudarán al niño protagonista a hablar y a poder tener una vida en la que nadie confiaba.
Owen tiene ahora 25 años, se ha graduado en el instituto y vive sólo. El documental le sigue en ese proceso de madurez y de independencia. Sabe que necesita ayuda, pero tiene que demostrar a sus padres que no tienen que estar siempre pendientes de él. En este nuevo reto le sigue ayudando Disney. Owen es el presidente de un cineclub para gente con su misma enfermedad en el que entre ellos cuentan cómo los clásicos de dibujos les ayudan en su día a día.
La vida en blanco y negro y maniquea que presenta Disney le ayudó al principio, pero también fue un problema para su adaptación a la sociedad como adulto. Owen encajaba todo dentro del mundo que conocía gracias a las películas, pero la realidad no se mueve en esos parámetros, por lo que tiene problemas para afrontar problemas complejos como su primera ruptura amorosa. Él no entiende que el amor se acabe y no sea para siempre como le ocurría a Aladdin y Jasmín.
La vida de Owen está tan ligada a las historias animadas que hasta escribe cuentos y dibuja a sus protagonistas. En ellas siempre se repite un patrón, los protagonistas no son los héroes, sino sus acompañantes graciosos: Timón, Tambor, Baloo… lo que en EEUU se llama un 'sidekick', el amigo fiel que nunca abandona a nadie. Él se ve así, y Life, animated le convierte en el personaje central de su propio cuento.
Sólo se identifica con uno de los personajes principales de Disney, con el Quasimodo de El jorobado de Notre Dame, el héroe más atípico que ha creado la factoría del ratón Mickey. Un personaje marginado cuyo éxito final no es triunfar ni encontrar el amor, sino ser aceptado socialmente y que todos vean que las diferencias sólo existen en los ojos del que mira y juzga.