Parecía que Ben Affleck había enderezado su carrera. Tras ver su declive como actor gracias a títulos como Daredevil, Gigli o Jersey Girl, dio un golpe en la mesa y demostró que podía dirigir. En 2007 estrenó su primera película, Adiós, pequeña, adiós, un thriller tenso y competente que sorprendió. Affleck era un actor muy limitado, pero también un realizador con potencial. Para debutar escogió bien, un guion -escrito por él junto a Aaron Stockard- que adaptaba una obra de Dennis Lehane, el maestro de la novela negra. Lehane es un genio en sacar el lado oscuro del ser humano, y ese Boston tan siniestro que representa lo conoce muy bien un Ben Affleck que se crió en sus calles.
Con la segunda película repitó género y localización, también buenas críticas. Además, The town fue un éxito de taquilla. La confirmación llegó con Argo, con la que logró el Oscar a la Mejor película, aunque él no fue nominado como Mejor director causando un gran revuelo entre sus seguidores, que volvían a aumentar como cuando quisieron venderle como estrella de moda una década antes. Eran los años dorados de Ben Affleck, al que todo le iba bien. Tanto que se confió y tomo una serie de decisiones que le han puesto otra vez en el filo de la navaja.
La primera fue entrar en el universo DC como Batman. Recoger el testigo de Christian Bale no es fácil, pero él aceptó el reto. El resultado es un papel correcto en una de las peores películas del año, Batman V Superman, o incluso dos si se tiene en cuenta su cameo en Escuadrón Suicida. La recompensa se ha visto en los Razzies de este año, donde está preseleccionado como el peor actor. Por si no hubiera tenido suficiente también quiso encargarse de dirigir, escribir y protagonizar la nueva película del hombre murciélago. Los fans del cómic y de las películas de Christopher Nolan esperan con el cuchillo entre los dientes.
Su oportunidad para escapar de las fauces de los 'haters' era su nueva apuesta como director, Vivir de noche. A priori, nada podía salir mal. Un thriller de época, ambientado en la ley seca en Boston y basado en una novela de Dennis Lehane, pero ni siquiera una gran obra literaria le ha salvado del batacazo. El filme era uno de los más esperados para la temporada de premios y ha pasado desapercibido, también para la taquilla. Después de unas semanas en unas pocas salas ha ampliado su presencia a más de 2.800, cifras de un estreno potente y ni siquiera ha entrado en el top ten. Su recaudación no llega a los 6 millones de euros en EEUU y su presupuesto ronda los 65. Un dato que no alcanzará en su explotación doméstica a no ser que arrase en el resto de países. Es también su película menos taquillera y una decepción para sus responsables.
Esta historia del hijo de un capitán de la policía de Boston que acaba metido de lleno en el mundo de la mafia tampoco ha convencido a la crítica. En rottentomatoes, la web en la que miden el porcentaje de críticas positivas de una película, sólo alcanza el 33%, mientras que en Metacritic, una página similar que promedia las críticas y da una nota sobre diez tampoco aprueba, 48 sobre 100.
La mayor parte de prensa especializada se ha mostrado tibia, pero le han dedicado unos cuantos dardos a Ben Affleck. Alonso Duralde, en The Wrap, cree que “Affleck nos presenta los aburridos años 20”, mientras que en otro medio de referencia como Variety destacan que “no tiene chispa” y que “es como ver el fantasma de un filme maravilloso". Tampoco The New York Times se rinde a este thriller de época: "Vivir de noche es una película desordenada y desenfocada, escribe Manohla Dargis.
Malos tiempos para Ben Affleck, cuyos próximos estrenos están vinculados con los superhéroes. Ya en 2018 estrenará otro filme, aunque no parece una tarea sencilla, adaptar la novela de Agatha Christie Testigo de cargo, algo que ya hiciera de forma magistral Billy Wilder. De momento le queda aplaudir el éxito de su hermano, que este año se llevará el primer Oscar de interpretación para su familia.