El otro día La La Land fagocitó las nominaciones a los Oscar. Nadie hablaba de otra cosa, sólo del musical de Damien Chazelle, y mientras tanto un español había conseguido colarse entre los finalistas al Mejor cortometraje de ficción. Se trata de Juanjo Giménez, que con su Timecode sigue recogiendo premios allá donde va. La odisea del director comenzó en Cannes, donde ganó la Palma de Oro -la primera para España desde que Buñuel hiciera lo propio con Viridiana-, y se ha ido formando en otros tantos lugares. La próxima parada la tendrá el sábado, en los Goya, y la última a finales de febrero cuando se juegue el premio de la Academia. Sería el primero de nuestros realizadores en conseguirlo, aunque no en optar al galardón.
El que abrió la senda fue Juan Carlos Fesnadillo, que en 1996 estuvo con su Esposados. Y así le siguieron Nacho Vigalondo, con 7:35 de la mañana (2004); Borja Cobeaga y Javier Fesser por Éramos pocos y Binta y la gran idea en 2006; Javier Recio por La dama y la muerte (2009) y Esteban crespo por Aquel no era yo (2913). Ninguno de ellos se lo pudo llevar. Giménez intentará reivindicar el talento español que se condensa en pocos minutos y que está teniendo más reconocimiento que los largometrajes en los festivales y premios internacionales. En el mismo tiempo, desde hace 20 años, sólo cuatro películas han conseguido estar nominadas en película de habla no inglesa.
La nominación del corto español este año estuvo a punto de ser doble, Graffiti, de Lluís Quílez, estaba en la preselección final de la Academia, aunque finalmente no entró en el quinteto. Eso sí, ambos se verán las caras en los Goya. En los pasados premios Forqué la victoria fue para este último frente a Giménez. Y todo esto sin el apoyo del Gobierno y del Ministerio de Cultura para algo que es mucho más que una cantera para próximos cineastas. Hasta final de año las ayudas para los cortometrajes estuvieron bloqueadas, y las asociaciones realizaron una campaña en redes sociales y medios para presionar una situación que tenía a su industria paralizada.
Si Rajoy no ha visto ninguna de las películas nominadas al Goya, mejor que no le pregunten por los cortos. De hecho, mientras que tardó menos de una hora en poner un tuit felicitando a Rafa Nadal por llegar a la final del Open de Australia todavía se esperan esos 140 caracteres para hacer lo mismo con Juanjo Giménez y su candidatura al Oscar.
Giménez cree que esa forma de asociarse y de no ser “francotiradores” es lo que está dando resultado para que se les escuche. “Por fin nos hemos hecho notar y conseguimos que desbloquearan una ayuda que, aun así, es muy exigua. Pero todavía hay ayudas congeladas como las de participación en festivales, que no hay ni convocatoria, por lo que hay que seguir luchando. No sólo por eso, sino para mejorar las condiciones de las ayudas en general. Lo que hay, si lo analizas, es la propina, y no hay nada más rentable, si te pones a mirar en su repercusión, que el corto. En función de la ayuda que dan el ratio sale altísimo”, cuenta el director a EL ESPAÑOL.
Por fin nos hemos hecho notar y conseguimos que desbloquearan una ayuda que, aun así, es muy exigua. Pero todavía hay ayudas congeladas como las de participación en festivales
Confía en que esta mejora en las relaciones “no vaya hacia atrás”. “Hasta hace poco en las reuniones con el Ministerio dejaban atrás al corto y nos defendíamos por buena voluntad o por alguna asociación de productores, pero ahora está cambiando gracias a asociaciones como AIC, y de coordinadoras de cortometrajes. Sé de primera mano que estamos ahí y se nos tiene en cuanta”.
El corto no es menos
Juanjo Giménez se apresura a recordar que él ya ha hecho tres largometrajes para dejar clara una cosa: el corto no es menos ni una plataforma para dirigir un largometraje, sino una forma diferente de contar una historia. “Yo ya he hecho tres largometrajes, y pienso seguir haciendo cortos y largos. Lo he compaginado, he hecho de productor y he estado en varios frentes, pero no quiero abandonar el corto porque me siento a gusto. En el largo es mas difícil probar cosas por el riesgo financiero, pero no soy el único que lo compagina. Mira a Fesser, Sánchez Arévalo, Vigalondo o Cobeaga. Eso de que el corto es la puerta de entrada al largo es algo antiguo y está abandonado”, explica.
También deja claro que no le gusta que se mida la calidad del corto español en función del número de premios que gana. Su salud es excelente, pero por “la diversidad de los trabajos”. “Hay barras de medir mas interesantes que los premios o el número de cortos que hay en festivales internacionales. En Róterdam ahora hay españoles con trabajos interesantísimos, y en Berlín, Locarno... eso sí que me da una medida de dónde está el corto español, mas que los Oscar”, zanja.
Mientras que Cannes o Berlín tienen Sección Oficial de cortometrajes, el festival español más importante internacionalmente, San Sebastián, no hace caso a este tipo de trabajos. Algo que Giménez asegura que se ha hablado con la dirección. “José Luis Rebordinos es consciente de esto y está en la agenda del festival tener una selección de cortos. Creo que es algo que cae por su peso, el festival mas importante de España debería tenerla”, opina el director.
La batalla con los cortos es más difícil, porque la audiencia todavía asocia el corto a un género minoritario, pero el que se acerque a él descubrirá grandes películas
Aunque el corto no esté en el foco de atención, esa situación puede también ser “una ventaja”. “Te da libertad que nadie tenga puesto el foco en ti. Con los largos no tienes esa libertad. La batalla con los cortos es más difícil, porque la audiencia todavía asocia el corto a un género minoritario, pero el que se acerque a él descubrirá grandes películas”, apunta el realizador de Timecode.
Las quinielas le dan favorito en los Goya, pero él no las hace caso, tampoco lo hizo en los Oscar cuando medios como Variety le ponían en la lista de nominados. “Intento mantenerme al margen, porque si no entras en una espiral malsana que te llena el cerebro de expectativas. Intento no intoxicarme”. El primer paso será en casa, en los Goya, pero el corto español va más allá y su talento ya ha llegado a Hollywood.