La historia es la siguiente. Una escritora, Delphine de Vigan, publica un libro de éxito, inspirado en su familia, en su madre. Un tiempo después, llega la promoción, las firmas y, en breve, la necesidad de comenzar un nuevo proyecto. Sin embargo, la pantalla de word permanece en blanco. Las teclas del ordenador, intactas. La libreta, sin notas. Delphine se adentra en una crisis creativa. Y entonces aparece Elle, que primero es su amiga, luego, su acosadora, y luego...
Una parte de esto que acabas de leer es cierta; la otra pertenece a la ficción. Sí, Delphine de Vigan publicó un libro de éxito. Y luego escribió otro, D'après une histoire vraie, que Roman Polanski ha adaptado para la gran pantalla. La novela y la película se adentran en la extraña relación de Delphine y Elle, entre terrorífica, fascinante, sensual, sin que sepamos quién es la extraña mujer que ha invadido la vida de la escritora.
El libro mezcla el thriller con la propia vida de la autora, en una pirueta muy propia de nuestro tiempo. La película de Polanski traslada esta cuestión a la pantalla: “El tema del libro es precisamente el de la realidad”, dijo el director en la rueda de prensa de Cannes.
El libro mezcla el thriller con la propia vida de la autora, en una pirueta muy propia de nuestro tiempo. La película de Polanski traslada esta cuestión a la pantalla
La versión más sencilla de Polanski le pasa la mano por la cara, primero, a Michel Hazanavicius, que con Le redoutable se pensaba que el simple hecho de basarse en el Godard de finales de los sesenta le bastaría para mimetizar el cine del Godard de los sesenta; y, segundo, a Alejandro González Iñárritu, que ha expuesto en Cannes una instalación de realidad virtual en la que el espectador puede vivir la experiencia de los emigrantes mexicanos que cruzan la frontera con los Estados Unidos. En el fondo, Carne y arena, la “etnografía semi-ficcional” (sic) de Iñárritu, representa precisamente aquello que Polanski está intentando denunciar con su película: los peligros de exacerbar la realidad.
Con su proyecto, Iñárritu no nos está diciendo que la ficción no alcanza para ahondar en el conflicto de la frontera norteamericana, nos está diciendo que ya no basta con el arte. Se trata de convertir la tragedia en espectáculo, sin que el realizador contemple las fronteras de lo que se puede o no representar, de cómo poner lo impúdico en imágenes. Quizá, a Iñárritu le vendría bien escuchar a Olivier Assayas, director de Personal Shopper y guionista de D'après une histoire vraie, cuando dice que “hoy día se cree que lo real es más verdadero que la ficción, yo pienso lo contrario, que la ficción es más profunda y verdadera que la realidad”.
“Ya no sabemos hablar de la ficción”, dijo Assayas. De esto trata precisamente D'après une histoire vraie, de la insistencia del arte de aferrarse a la realidad, de la necesidad de “basarse en hechos reales” (este es precisamente el título de la película). Quizá estamos ante un efecto secundario de la llamada posverdad: la necesidad de dejar claro que lo que vemos tiene su raíz en la realidad. “Hay un deseo de apoyarse en algo que sea real”, dijo Polanski, “un apetito por la verdad, pero, ¿cómo asegurar al público que eso que ve es realmente verdad?”. “Creo que la causa de todo esto es el bombardeo de los aparatos electrónicos”, comentó, “además, aquello que antes servía como referente real, ahora es falso. Ahora se puede manipular una fotografía en apenas unos minutos y mandarla a un ilimitado número de personas”.
La muerte del cine
En los libros de historia ha quedado que el cine nació el 28 de diciembre de 1895, el día de la primera proyección pública de las películas de los hermanos Lumière. El nacimiento del cine quedaba intrínsecamente asociado a la experiencia colectiva en la sala de cine. Ahora, sin embargo, la experiencia es otra, es esencialmente individual. El caso de la realidad virtual resulta especialmente flagrante: la experiencia es obligatoriamente individual. El caso del video on demand es similar.
Aquello que antes servía como referente real, ahora es falso. Ahora se puede manipular una fotografía en apenas unos minutos y mandarla a un ilimitado número de personas
En la rueda de prensa, Polanski no escapó a la polémica-estrella del festival, la del pulso entre la sala de cine y Netflix. “No creo que haya una amenaza real para el cine”, dijo Polanski, “la gente seguirá yendo al cine, porque pueden participar de una experiencia con más gente. Es algo humano. Cuando se puso de moda el walkman, se creyó que era el final de los conciertos, y esto no solo no ha sido así, sino que estamos pasando por una época de conciertos multitudinarios”. El director de El escritor puso un ejemplo curioso: “no es lo mismo ver Borat solo en mi casa que verla en el cine y con un público que ríe”.
Emmanuelle Seigner vs Eva Green
“Nunca había hecho una película en la que dos mujeres se enfrentasen”, dijo Roman Polanski, que encontró en la novela escrita por Delphine de Vigan ecos de sus primeras películas. Emmanuelle Seigner, actriz y mujer de Polanski, dijo que cuando leyó el libro pensó en películas como El quimérico inquilino, la película más terrorífica que se ha hecho sobre la vida vecinal de las grandes ciudades.
En el caso de D'après une histoire vraie, encontramos a dos mujeres, Delphine (Emmanuelle Seigner) y Elle (Eva Green). Delphine viste unos simples tejanos, jersey y camiseta holgada. Su rostro es duro, y su mirada, cansada. Elle, en cambio, es elegante, su tez y su pelo son suaves. Labios y uñas carmín. Vestido de noche negro. Entre las dos mujeres se establece una relación vampírica. En la rueda de prensa, también se habló de la relación entre las dos actrices. Eva Green comentó que al principio tenía dudas sobre cómo sería trabajar con Seigner. Esta, en cambio, se quiso distanciar de la etiqueta de musa de Polanski, con quien colaboró por primera vez en Frenético: “en realidad, él es mi musa”. De repente, la vida conyugal de Polanski se mezcló con el discurso en torno a la película. De nuevo, encontramos un discurso entre la realidad y la ficción, por parte de un director cuya biografía, trágica, judicial, parece sacada de una de sus obras.