En su debut como directora, Alice Lowe hace algo fascinante y, en cierto sentido, atrevido. Convierte en pulsión criminal todo lo malo (que lo hay) de un embarazo: las dudas, los miedos, las manías, las actitudes obsesivas, la dificultad para entender y/o aceptar los cambios físicos y, sobre todo (esto me encanta), el ruido absurdo y atronador en torno al tema. Prevenge es una eficaz película de asesina en serie y, a la vez, una parodia visceral, rabiosa y negrísima de lo que no te cuentan de un embarazo y de lo que no deberían contarte, de todos esos comentarios y consejos disparados con piloto automático y muy poca vista.
No es la directora de Prevenge la primera en detectar el potencial del embarazo y la maternidad para el terror. De formas distintas, hablan de ello La semilla del diablo (1968), La profecía (1976), La mano que mece la cuna (1992), À l’intérieur (2007), Babadook (2014) o las series B Grace (2009) y Proxy (2013). Pero el tono tiende a ser grave, la mayoría de las veces acaban alejándose de lo real y, diferencias de calidad al margen, tocan los mismos temas y los enfocan de forma similar. Es cierto que Lowe también se agarra a los asuntos clave de estos filmes: la inestabilidad mental de la madre, el instinto de protección llevado al límite o la venganza. Pero el tratamiento resulta irresistiblemente novedoso. Primero porque, pese a la dureza de lo que cuenta, Prevenge tiene mucho humor. Muchísimo. Y muy negro. Segundo porque, aun tendiendo a la exageración, nunca acaba de romper con la realidad; incluso la potencia al tender al realismo atroz, a la cotidianidad embrutecida.
La película de Lowe es más comedia negra que otra cosa, pero el naturalismo con el que muestra la intimidad de los personajes y la obtusa ejecución de los asesinatos la cruzan con el thriller más bruto y el terror hiperrealista. Le da, además, un extraño poso de tristeza, incluso de oscuridad, que ya estaba en Turistas (2012) de Ben Wheatley, coescrita e interpretada por Lowe y con la que Prevenge forma un buen díptico criminal. Y tercero porque aquí la protagonista es a la vez víctima y, de forma retorcida, exagerada y metafórica, justiciera.
Moviéndose en los parámetros de la comedia negra, de la sátira desbocada, Prevenge no da puntada sin hilo. Encarnada por la propia Alice Lowe, embarazada casi de ocho meses cuando rodó la película, Ruth arrasa en su aventura criminal con varias personas y, lógico, consigo misma. Pero también se lleva por delante, de la forma más radical y, quizá por ello, más efectiva posible, todos los topicazos sobre el embarazo (como los que tienen que ver con la edad de la madre y la respuesta del cuerpo) y a todas esas personas que los disparan con tanta ligereza como ignorancia o, directamente, mala puntería.