Los Festivales de Cine tienen un problema que se repite año tras año. La falta de mujeres en sus Secciones Oficiales empieza a ser preocupante. Da lo mismo que las asociaciones de cineastas se quejen, todas las ediciones se repite la misma canción. Sus directores (todos hombres) argumentan que hay menos mujeres que hombres, y que ese porcentaje se refleja en la lista de películas que optan al premio gordo. Un argumento cierto -las realizadoras no llegan al 10%- pero que esconde una falta de compromiso por parte de las organizaciones, ya que también es su responsabilidad mostrar al mundo que las mujeres en el mundo del cine existen, ganan premios, van a certámenes y pueden romper el techo de cristal que no las deja ascender.
Para la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) esta situación se debe a una “falta de sensibilidad” por parte de los comités de selección de los festivales, tal como contaba a EL ESPAÑOL Virginia Yagüe hace dos ediciones del Festival de Cine de San Sebastián. “Es una cuestión de sensibilidad, los festivales tendrían que tenerla para garantizar un equilibrio, aunque no sea pleno. El argumento de que las mujeres no hacen películas de calidad no es cierto, por estadística y porque en otros festivales se ven películas dirigidas por mujeres. Es una situación alarmante ver esta baja representación y hay que tomar medidas activas. Los festivales tienen una responsabilidad de visibilizar todos los trabajos y entre ellos también el de las directoras”, añadía contundente.
Este año los festivales tampoco han sacado la bandera feminista, y uno tras otro han ido mostrando un desequilibrio sin que nadie lo evitara. El repaso deja en evidencia a las citas más importantes. En Cannes compitieron tres mujeres de 18 películas que optaron por la Palma de Oro, peor fue en Venecia donde sólo hubo dos entre 21 títulos. A Berlín fueron otras tres, aunque salvaron la papeleta dándole el Oso de Oro a una de ellas. En San Sebastián la cosa no fue mucho mejor, sólo cuatro de las 18 obras a concurso tenían una mujer al frente.
En medio de tanto cipotudismo ha tenido que llegar un festival que no puede competir en la misma liga que los grandes, pero que ha optado por dar un golpe en la mesa y dejar constancia de que la situación se puede revertir. La Semana Internacional de Cine de Valladolid ya avanzó en septiembre que este año las mujeres serían el centro de su programación, y lo han hecho a lo grande. Primero, desde la Sección Oficial, donde de las 19 películas que lucharán por llevarse la Espiga de Oro, nueve son de directoras internacionales. Una paridad que, por desgracia es una extrañeza en los Festivales Internacionales.
Ya la inauguración tendrá acento femenino gracias a Isabel Coixet, que presentará mundialmente La librería, una película que, además, esta protagonizada por una mujer. También los premios honoríficos han buscado el equilibrio. Dos serán para hombres -Arturo Ripstein y José Luis García Sánchez- y otros dos para mujeres -Marisa Paredes y Emma Suárez-. Entre las realizadoras que irán a la sección principal destacan Naomi Kawase, Agnieszka Holland y Sally Potter, que visitará Valladolid para presentar The Party.
La mirada femenina de SEMINCI no quedará sólo en los títulos a competición, sino que se dedicará una jornada a analizar el estado de nuestra industria y la presencia femenina en ella. El Foro ‘Mujeres en el cine español’, organizado por el festival y la revista Caimán, juntará a representantes de colectivos e instituciones relacionadas para evaluar, por primera vez, la presencia de las mujeres en el cine español, tanto en lo que se refiere a las diversas profesiones como a su peso en el periodismo especializado o en los ámbitos de la enseñanza de cine. La jornada concluirá con la presentación a los medios de las conclusiones y una mesa redonda con una decena de mujeres representantes de las diversas profesiones del cine, que debatirán sobre ello y propondrán una batería de medidas para potenciar la presencia femenino en el sector e intentar llegar a la ansiada paridad.
La apuesta por la mirada femenina se completará con el ciclo 'Supernovas', en el que se podrán ver los trabajos de jóvenes directoras que se han hecho un hueco en esta complicada industria con sus primeros trabajos, como Carla Simón con Verano, 1993, o que todavía tienen una trayectoria incipiente. Más formas de visibilizar un trabajo que el resto de festivales no aciertan a programar.