Cannes

Jaime Rosales es de los pocos cineastas españoles que pisa el Festival de Cannes con todas sus películas. Todavía no ha conseguido entrar en la Sección Oficial, pero conoce el resto casi de memoria. Su nueva película podría haber competido perfectamente por la Palma de Oro, pero se ha tenido que conformar con la Quincena de los Realizadores.

Petra es su filme más asequible para el espectador. Rosales quiere gustar, no dar la espalda a un público al que la etiqueta ‘autor’ le pesa demasiado. Para ello ha contado con la ayuda de dos guionistas (Clara Roquet y Michel Gaztambide) en una tragedia griega con acento cañí.

Un filme sobre la mentira, sobre el destino, las relaciones familiares y ese terreno de crispación que es una España donde las fosas siguen sin abrirse y las diferencias entre burgueses y pobres son cada vez más grandes.

Jaime Rosales en el rodaje de Petra.

Es la primera vez que trabaja con otros guionistas, ¿cómo surge Petra y la necesidad de encontrar estos colaboradores?

Mira, el origen está en una preocupación por el espectador. Estoy en un punto de mi carrera en el que el gran reto para mí es alcanzar a un espectador, un tipo de espectador que puede ser más numeroso que al que he llegado proponiéndole un cine estimulante, pero no excesivamente difícil. El cine como algo placentero, fascinante, pero también que tenga que ser interpretado. Y entonces hago un diseño y en ese diseño está la inclusión de guionistas que aportan cosas que no tengo. Por ejemplo Clara, joven y siendo mujer que aporta profundidad a los personajes femeninos y frescura; y Michel, que es mayor y más experimentado, le va a dar un orden y una eficacia narrativa que le puede ir bien a la película.

¿Cree que el resto de sus películas han estado de espaldas al espectador?, ¿por qué piensa que ha ocurrido?

El resto de mis películas nacen más de una convicción en algunos casos temáticas y formal, o formal, muy encerrada. Quería contar eso que a mí me importaba y me bastaba. No me interesaba saber si a los demás le interesaba, siempre esperando que a alguien le interese, pero en el origen era más una preocupación personal. Es una película que pensaba que tenia que sacar a la luz temáticas que eran para mí importantes, pero en la que he pensado que le gusta a un espectador que ha tenido una educación como espectador parecida a la mía.

El cine no puede ser un entretenimiento pasivo, pero tampoco una montaña que requiere una atención que puede tirar para atrás

¿Ha perdido el cine de autor al espectador, cómo se llega a ese equilibrio?

Para mí, la experiencia cinematográfica tiene que ser placentera y fascinante como para mí fue el cine clásico americano, pero también tiene que ser interpretada, descubrir detalles, en lo fílmico y en lo dramático. Ni ir a ver un entretenimiento pasivo, ni hacer del cine una montaña que requiere una atención que puede tirar para atrás.

¿Y temáticamente de qué quería hablar, a priori parece un filme sobre la mentira?

Los temas los expreso en la parte dramático y en lo fílmico. En la temática es una tragedia griega, la familia, la identidad, la redención, el bien y el mal… pero luego hay tantos elementos que cada espectador los interpreta, y veo que casi nadie me repite el mismo tema. Tú me has dicho la mentira, y claro, es que la clave es la mentira, está ahí en muchas ocasiones, de hecho mi escena favorita es en la que se dice: todos mentimos, y Marisa contesta, más o menos. Y eso es nuclear en la película. La negatividad de la mentira, porque la mentira nos cuesta deshacerla porque pensamos que nos protege, incluso cuando es una mentira por motivos de proteger al otro, y se revela que no es así, la mentira cuando se deshace es mejor.

Es la primera vez que incluye música en sus películas.

Sí, me costó mucho. No sabía. Yo es que soy muy bressoniano en la restricción. Digo: una lente y plano secuencia con steady cam. Pero pensé que si metíamos música tenía que ser todo vocal y que no apoyara al drama y subrayando o anticipar o ir después, y costó mucho.

Yo me siento muy español en mi mirada, y soy un español que ha podido viajar mucho y tener influencias extranjeras. Me importa retratar mi país con precisión

A nivel narrativo es un poco Rayuela, con esos capítulos que se alternan; e incluso se hacen spoilers de la propia trama.

Tiene que ver en cómo poenso en el espectador, creo que hay que interesarle y para ello proponerle algo soprendente, porque le gusta jugar al gato y al ratón, pero es muy delicado, porque si te pasas lo pierdes, y te puedes pasar por exceso o por defecto, si no l deas bastante se frustra, y si le das demasiado le parece previsible. Hay que encontrar ese equilibro en el que le interesas y le sorprendes, por eso juega con la estructura rota, con las sorpresas… pero tienen que estar bien planteadas.

Es un reflejo cruel de España, por la mentira, por ese retrato de la burguesía catalana, ¿quería que Petra fuera una metáfora de nuestro país?

Sí, claro, claro. Yo me siento muy español en mi mirada, y soy un español que ha podido viajar mucho y tener influencias extranjeras. Me importa retratar mi país con precisión. Ese retrato de la alta burguesía y las ramificaciones entre clases era importante y quería ser preciso, y es una España como la de hoy, que no se parece en nada a la de los Santos Inocentes, es una España que se ha transformado, y se ve en el paisaje y en sus comportamientos. Y hay algo que para mí había que tratar que eran las diferencias regionales a todos los niveles.

Al final también hay una justicia poética hacia la burguesía y cómo acaba.

Creo que eso tiene que ver con la dinámica humana y divina. Hacer el mal pasa factura. A veces tarda, y la justicia es lenta, pero la justicia humana también es lenta, y hay gente buena que no es reconocida y gente mala que se va de rositas, pero yo creo en la justicia. Hay algo que siempre se impone.

Jaime Rosales en el rodaje de Petra.

¿Y en el mundo del arte hay justicia? Porque también se critica a ese arte contemporáneo que sólo piensa en el dinero.

Pasa lo mismo, ero con una diferencia, en la vida se sanciona en vida, mientras vives. Pero ene la rte la sanción se pospone, puedes tener un éxito en vida y morir en el olvido, y al revés. Y la justicia se ve en la posteridad. A quién le pertenece el arte… a la eternidad. Ayer un amigo me recordó una reflexión de Kant que diferenciaba entre lo bello y lo sublime, y el arte tiene que trascender, buscar la trascendencia y la eternidad. Y hay que ir con cuidado con eso, con la tentación de la actualidad. Del querer ser reconocido por tus contemporáneos. Eso no es importante. Para mí, mi película más querida es Sueño y Silencio, que fue un fracaso sonadísimo y me parece ahora más radical, una locura haberla hecho, pero me parece que está muy bien.

¿Hay mucho impostor al que se compra el discurso?

Creo que… creo que hay pocos artistas preocupados por lo trascendente, y por tanto pocos artistas, porque si no estás preocupado por ello serás un creador de formas y tendencias, pero no un artista. Vivimos una época de mucha creación y poco arte. Un profesor mío de La Habana, que un día vino a mi casa, le enseñé mi colección de CDs y me dijo: muchos discos, pero poca música. Pasa un poco lo mismo hoy en día, hay muchos libros y poca literatura, muchas películas, pero poco cine.

Hay pocos artistas preocupados por lo trascendente, y por tanto pocos artistas, porque si no estás preocupado por ello serás un creador de formas y tendencias, pero no un artista

¿Ve mucho cine?

Estos dos últimos años menos. He visto mucho toda mi vida, y en los dos últimos creo que han sido flojos y he visto menos... también nos toca a los cineastas hacer autocrítica, Petra creo que lo es, de algún modo, la forma de ver algo que tengo que reconducir. No creo que sea válido el pensar que lo que hacemos está bien. En el fondo hay pocas películas que merecen la pena. Hubo un momento a finales del siglo XX y principios del XXI en el que hubo un cine muy potente, cayeron en la repetición en los últimos años y en el hastío del espectador.

¿Por eso no vamos a Cannes y a otros festivales internacionales?

Bueno, en nuestro caso lo que pasa es que, para ir a Cannes, si miras lo que le gusta a los franceses es el cine exótico o el cine importante o políticamente importante, o radical, y en españa no somos exócitos ni importantes, así que sólo nos queda la radicalidad. Almodóvar ha explotado muy bien los tópicos y ha creado un universo exótico, pero no basta con una de esas tres cosas, tienen que tener calidad. Y lo que pasa es que como solo nos queda lo radical, pero el cine radical no tiene espectador en España, es muy clásico… pues cuesta este tipo de propuestas.

Cannes tiene que estar regida sólo por criterios de calidad. No puede haber ningún otro criterio, ni quién la ha financiado, ni otros asuntos políticos

¿Influye también la financiación dominada por las cadenas privadas?

La importancia de las televisiones viene de más tarás. Ahora el cine se empieza a financiar también por las plataformas online o por el crowdfunding, y quien financie determina la naturaleza y su estética. La financiación televisiva tiende a simplificar la propuesta cinematográfica, y eso está siendo así.

¿Qué opina de la guerra entre Netflix y Cannes?

Yo creo que Cannes, si lo que quiere ser es el faro de la cinematografía, tiene que estar regida sólo por criterios de calidad. No puede haber ningún otro criterio, ni quién la ha financiado, ni otros asuntos políticos como si están dirigidos por mujeres o si se corresponden a cinematografías minoritarias. Tienes calidad, estás dentro; si no, estás fuera. Tendría que ser así de sencillo. Así que si una película de Netflix tuviera calidad tendría que estar dentro.

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