Hollywood a veces tiene sorpresas que hacen que uno se reconcilie con su mundo de frivolidad y estrellas perfectas y recauchutadas. De vez en cuando surgen nombres como los de Danny DeVito, cuyo físico imposible le condicionaba para ser de todo menos actor, y convence a la industria de que puede ser una estrella, de que puede reventar las taquillas con comedias irreverentes y de que hasta tiene un olfato inigualable para producir a jóvenes talentos.
Hasta en la dirección se las apañó para regalar un título de culto como la adaptación de Matilda, el cuento de Roald Dahl del que se cumplen 30 años y que se ha convertido en un filme generacional con el que él conecta tanto que de vez en cuando se deja el bigotillo de su personaje para mirarse al espejo y recordar aquella experiencia.
DeVito es un señor afable, que ríe, se emociona y hasta se divierte con los periodistas, algo que ha demostrado en su visita al Festival de Cine de San Sebastián, donde se le ha entregado el Premio Donostia por toda su carrera. Allí hemos hablado con él, donde nos ha contado curiosidades sobre su vida y su carrera.
Trabajó en un parque de atracciones
Danni DeVito no fue el típico niño prodigio que a los 10 años sabía que quería ser actor. Al revés, antes de formarse y empezar en ello intentó sacarse las castañas del fuego trabajando en lo que podía. Por ejemplo, a los 14 años lo hizo en un parque de atracciones del paseo marítimo de Nueva Jersey. Su función: “ayudar a los niños a subir en las atracciones”.
Fue el primer de muchos hasta que a los 19 o 20 años se inscribió en una escuela de arte dramático. “Comprobé que ponerme delante del público para actuar era un reto, pero yo tenía cualidades bastante singulares, mi energía y mi estatura, y las utilicé como parte de mi propia fortaleza”, cuenta el actor.
Comprobé que ponerme delante del público para actuar era un reto, pero yo tenía cualidades bastante singulares, mi energía y mi estatura, y las utilicé como parte de mi propia fortaleza
Le encanta Bayona
A Danny DeVito le recordamos en Alguien voló sobre el nido del cuco, un cine arriesgado que parece que cada vez es más complicado hacer actualmente, pero él es optimista y cree que todavía hay películas que rompen la norma y salen de la nada para convertirse en fenómenos, como pasó con Slumdog Millionaire, o directores como Kore-Eda (que también recibe el premio Donostia este año) y el español Juan Antonio Bayona, al que pone como ejemplo de uno de los realizadores que más le interesa en el panorama actual. El propio Bayona le entregaría horas más tarde el galardón en la gala.
Sólo ha estado una vez nominado al Oscar
A pesar de haber protagonizado comedias emblemáticas y dirigir filmes como La guerra de los Rose o Tira a mamá del tren, DeVito sólo ha estado una vez nominado al Oscar, y fue por producir Erin Brockovich, el título que le dio a Juia Roberts su premio a la Mejor actriz, pero él no le da importancia: “Bueno, es como todo en la vida. A veces consigues un trabajo y a veces no. Es difícil, unas veces gustas más y otras, menos, puedes hacerlo mejor o peor... Lo importante es que te dediques al cien por cien, concentrarte en cada momento, no quedarte estancado en errores que hayas cometido y, sobre todo, tener curiosidad”.
Produjo 'Pulp Fiction'
Además de su labor como actor y director, Danny DeVito es un productor con un instinto inigualable. Cuando vio Reservoir Dogs se enamoró de Tarantino, y le dijo que quería ayudarle a producir su nueva película. No quería saber ni de lo que iba, sólo quería participar en el proyecto. “Escribió el guión y me lo mandó. Era un tocho de 150 páginas en cuya portada escribió: ‘Pulp Fiction, por Quentin Tarantino. Borrador definitivo’. Imaginad el ataque de risa que me entró al leer eso, qué locura... Además, en aquel entonces yo tenía el 'final cut' de la película, algo que ahora no tiene mucha gente, y garanticé a Quentin que nadie podría arruinar su película. Recuerdo que en la primera proyección del festival de Nueva York un tipo se desmayó cuando el personaje de John Travolta clava la inyección de adrenalina en el pecho de Uma Thurman. Entonces pensé: ‘¡Lo hemos hecho bien, bien por nosotros!’”, explicó en San Sebastián.
Tiene un día propio
Ahí donde le ven, Danny DeVito tiene hasta un día propio, el Día Danny DeVito que se celebra en Nueva Jersey, un honor que contaba así entre risas: “Soy de Asbury Park, como Bruce Springsteen, formamos una especie de familia. Lo de dedicarme un día surgió porque quisieron honrarme de alguna forma y me pareció fantástico. Al principio me ofrecieron poner mi nombre a varias cosas y yo debía elegir una: un banco en el paseo marítimo, un busto en el Teatro Paramount o una playa. Me lo pensé y el banco no me convenció mucho, y lo del busto tampoco: imaginad mi cabeza llena de cagadas de paloma. Al final elegí la playa, pero luego me dijeron que no podía ser y se les ocurrió instaurar el Día de Danny DeVito. Me pareció que el 17 de noviembre era una buena fecha: ¡es mi cumpleaños!”.