Este miércoles fallecía el cineasta catalán Jordi Grau a los 88 años. Dejaba como legado una carrera a la que las etiquetas no definen. Fue un autor clave en los 60, los 70 y la transición, y transitó por el cine de autor, por el terror, y también por el destape. En el género más descocado de la historia del cine español dejó su marca e hizo historia, al rodar el primer desnudo integral.
Fue en La trastienda, en 1975, película ambientada en plenos sanfermines que narraba un triángulo amoroso en el que una jovencísima María José Cantudo era el objeto del deseo del protagonista. Y así estaba representada, como una mujer llena de pasión que desprendía sexualidad. Cantudo realizó varias escenas de desnudo, una en la que su amante la bajaba el vestido en plena calle mostrando sus senos, y la más revolucionaria, la que cerca del final del filme la enseñaba en el reflejo de un espejo comiendo una manzana y mostrando todo su cuerpo desnudo, incluido su pubis.
Una escena que marcó un antes y un después, especialmente en el destape y en la carrera de María José Cantudo, que todavía hoy es preguntada por aquella película. Veamos qué ha sido de los protagonistas de la película.
María José Cantudo
La gran protagonista de la escena que dio el pistoletazo de salida para todos los desnudos integrales que estarían por venir. La Cantudo empezó su carrera en televisión a las órdenes de Valerio Lazarov, y también sus primeros papeles cinematográficos en las películas El espanto surge de la tumba y Autopsia, pero alcanzó su primer éxito a las órdenes de Jordi Grau en La trastienda (1976).
Este desnudo la llevó a ser la musa del destape, y continuó trabajando, entre otros, con Antonio Mercero (Las delicias de los verdes años, 1976), de nuevo con Grau (El secreto inconfesable de un chico bien, 1976), Tonino Ricci (Pasión, 1977) y Omiros Efstratiadis (La amante ambiciosa, 1982).
Ni yo hacía destapes, ni era la intención del filme. El desnudo era pequeñísimo. El personaje que yo interpretaba, la enfermera, era el símbolo del pecado
En sus entrevistas siempre dice que no se arrepiente de aquel desnudo, y define el filme de Grau como una “película intelectual para hablar del Opus, no era destape”. “Ni yo hacía destapes, ni era la intención del filme. El desnudo era pequeñísimo. El personaje que yo interpretaba, la enfermera, era el símbolo del pecado y se me ve desnuda comiéndome una manzana reflejada en el espejo de un armario, como la tentación de Eva. Todo muy simbólico, muy bíblico”, dijo en un encuentro digital en EL MUNDO. También en el programa Viva la vida reconocía que no se depiló el pubis porque no sabía que eso había que hacerlo para la escena, por lo que salió en estado natural.
Sus papeles se limitaron al destape, y por ello saltó a especializarse en teatro musical y en la revista, donde protagoniza con gran éxito Las Leandras desde 1978 y consigue cierto prestigio como actriz y productora de Doña Mariquita de mi corazón (1985). Después tuvo algún papel en series como Ay, señor, señor, y su último personaje de importancia fue un recurrente en Cuéntame, que salió durante diez capítulos en años alternos. Sus problemas económicos la llevaron a salir en los programas del corazón vendiendo sus casas.
Frederick Stafford
Stafford es el protagonista masculino de La trastienda, y todo el mundo le recordará porque también lo fue de Topaz, la obra maestra de Alfred Hitchock donde compartía cartel con Michel Piccoli o Philippe Noiret.
Este jugador de hockey austriaco que hasta participó en unas calificaciones para los Juegos Olímpicos, comenzó su carrera en 1965 con un personaje de culto en Francia, el agente Hubert Bonisseur de La Bath, OSS 17, el equivalente de James Bond al que dio vida en dos filmes y que luego resucitaría Michel Hazanavicius décadas después.
De ahí llegó a su cima con Topaz, tras la que saltó a la industria italiana, donde protagonizó filmes como La chica de Via Condotti o Metti... che ti rompo il muso, en 1973 y antes de llegar a La trastienda. Después del filme español sólo protagonizaría dos películas más, Aullidos de Terror y Desafío, ya que cambió su carrera como actor por la de empresario, aunque no la pudo desarrollar. En 1979 fallecía en un trágico accidente aéreo.
Rosanna Schiaffino
La tercera en discordia en el triángulo amoroso de La trastienda, y otra a la que el filme de Jordi Grau pesó como una maldición, ya que tras esta película sólo protagonizó otras dos antes de retirarse dos años después, en 1977. Shiaffino fallecería en 2009 sin haber protagonizado otra obra más, aunque ya había dejado su hueco en el cine italiano, donde las décadas delos 50 y 60 fue toda una estrella.
Comenzó su carrera con El desafío, de Francisco Rosi, dentro del cine post-neorrealista, en una película inspirada en la vida real de Puppeta Maresca (mujer involucrada en la mafia italiana). El productor Franco Cristaldi vio su trabajo y la contrató para realizar junto a Marcello Mastroianni Un pedazo de cielo en el año 1959. Schiaffino fue calificada como la nueva diosa italiana del sexo, etiqueta que antes había recaído sobre Gina Lollobrigida y Sophia Loren, pero a principios de los 60 ese protagonismo pasaba a manos de Claudia Cardinale.
Jordi Grau
El director catalán Jordi Grau, fallecido ayer en Madrid a los 88 años de edad, fue un realizador clave de nuestra cinematografía, un maestro del terror, y también un icono para el cine del destape en los 70, género con el que coqueteó en aquella década. Fue entonces cuando hizo historia al rodar La trastienda en 1975 e incluir, por primera vez, un desnudo integral, el de María José Cantudo que se recordaría durante décadas.
Jordi Grau (Barcelona, 1930) versátil y arriesgado, trabajó más intensamente en los años 60 y 70 y también durante la Transición, y fue uno de los amigos más íntimos de Federico Fellini. También fue autor de películas de terror como “Ceremonia sangrienta” y especialmente “No profanar el sueño de los monstruos vivientes” (1974), considerada un icono del cine de terror en el ámbito internacional. Su última película, Tiempos Mejores, fue en 1994.