Los jóvenes son el futuro. Aunque si se trata del mundo del cine, el futuro puede ser un poco incierto. Una industria en la que sólo el 8% de los intérpretes consiguen vivir de su trabajo no parece el mejor sitio para que un chaval deposite todas sus expectativas laborales. Pero la vocación es lo que tiene.
En todos los sitios se intenta encontrar a esos talentos que nutran el star system desde que son chavales. A veces la apuesta sale bien, como con Anna Paquin, que ganó el Oscar por El piano siendo una niña y luego se convirtió en estrella. Y a veces la cosa se tuerce como con Macaulay Culkin.
El cine español también tiene sus casos. Ahí está María Valverde, actriz que se consagró tras su Goya, o la misma Anna Castillo que ha construido una carrera más que sólida después de triunfar con El Olivo. Pero es cierto que el cine español ha tenido su propia lista de juguetes rotos, actores y actrices que siendo renacuajos actuaron en una película de éxito e intentaron dedicarse a una industria que devora.
Los Goya contribuyeron, en parte, a esa creación de ídolos con pies de barro con los ganadores del premio al Mejor actor y a la Mejor actriz revelación. Una mención que sirve para lanzar una carrera, pero que durante años se dedicó a premiar a niños que sorprendían. Eso cambió en 2012, cuando la Academia prohibió que optara a ese premio a cualquier menor de 16 para evitar exponer a niños demasiado pequeños a una carrera por el premio exhausta. Además, muchos consideraban injusto comparar el talento innato de un niño de ocho años con el de intérpretes formados y con carrera. Hasta ese momento muchos quedaron en el camino, algunos míticos como Silke o Liberto Rabal, otros menos conocidos como estos que recuperamos.
Manuel Lozano
Uno de los momentos más emocionantes y tristes del cine español reciente es el final de La lengua de las mariposas, con el maestro al que dio vida Fernando Fernán Gómez siendo apresado y con su alumno aventajado insultándole como le dicen sus padres que tiene que hacer. Rojo y ateo son sus primeros improperios, pero el niño acaba diciendo esas palabras que su profesor le enseñó: “¡Tilonorrinco! ¡Espiritrompa!”.
El público llora y se le rompe el corazón al ver los enormes y expresivos ojos de Manuel Lozano, que ese año fue nominado al Goya al Mejor actor revelación, aunque no pudo ganarlo. Tras su primer papel encadenó uno tras otro. Era el niño para las películas y series españoles. Estuvo en Nada es para siempre y varios filmes de Garci como Historia de un beso y You’re the one. Hasta fue el Lazarillo de Tormes en la adaptación rodada por Fernán Gómez y José Luis García Sánchez. Así hasta 2006, cuando rodó Mia Sarah. Tras este filme estuvo cinco años sin trabajar en cine, y sus siguientes proyectos han pasado sin pena ni gloria. Desde 2015 no ha aparecido en ninguna producción y llegó a estudiar arquitectura.
Andoni Erburu
Manuel Lozano no ganó el Goya, pero el que sí lo hizo con sólo nueve años fue Andobi Erburu, el niño que descubría el mundo de los adultos en la exquisita Secretos del corazón, de Montxo Armendáriz, que estuvo nominada al Oscar y fue uno de los éxitos de aquel año.
Erburu era un prodigio, y su naturalidad lo llevaron a un premio y a una industria que le quedaba grande. Sólo rodó otro filme, también con Armendáriz: Silencio roto en 2001. Tras una tv movie un año después dejó la interpretación.
Hace unos años en El diario de Navarra, Erburu confesaba que la fama le vino grande. "No es que fuera el hecho de darme el premio lo que me llevó a dejar el cine, pero sí que influyó, fue más el éxito de la película, que fue a los Oscar y todo, un poco el boom, que a mí me vino grande y me agobié un poco con la edad que tenía", contaba al medio sobre su decisión de no seguir en el cine.
Francesc Colomer
En 2010 una película hacía historis. Pa Negre se convertía en la primera en catalán en llevarse el Goya. Su reparto, además, arrasaba en los premios de interpretación, incluidos dos chavales recién llegados que interpretaban a dos oscuros niños.
Colomer entraba por la puerta grande en el cine, aunque su carrera posterior no haya sido muy lustrosa, ya que tardó tres años en encontrar otro papel. Fue David Trueba el que le dio otro semi protagonista, el de Vivir es fácil con los ojos cerrados, otra ganadora del Goya. Las declaraciones de Colomer tras ganar el premio, diciendo que no creía que lo hubiera ganado frente a actores “más experimentados” y posteriormente asegurando que la competitividad “no era buena para según que edades”, anticiparon el cambio de norma en la Academia.
Marina Comas
Su compañera en Pa Negre también ganó. Sus lágrimas de emoción fueron las más sentidas de aquella gala, y Comas ha seguido dedicándose al cine. Protagonizó Los niños salvajes, de Patricia Ferreira y triunfadora del Festival de Málaga de 2012.
Su filmografía posterior se ha centrado en cortos y series en Cataluña, donde no ha dejado de trabajar y este año tiene pendiente de estreno 10 trets, junto a Francesc Colomer.
Marieta Orozco
La carrera de Marieta Orozco empezó como un cohete. Su frescura en Barrio la llevó a ganar el premio Goya, y posteriormente estuvo en Krámpack y alguna serie. Sin haber dejado nunca la interpretación, su carrera ha sido un continuo ir y venir, con apariciones en filme como Descongélate o Inconscientes, y papeles en megaéxitos como Mentiras y gordas en 2009. Pasaron seis años hasta que Orozco regresó al cine con Segundo origen, su último personaje en cine, de momento.
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