El cine mexicano parece monopolizado por los tres amigos. Cuarón, Iñárritu y Del Toro han llevado el cine de su país por todo el mundo, y aunque de vez en cuando vuelvan a su tierra natal para hacer obras maestras como Roma, ya son parte de Hollywood. La industria siempre está atenta al talento, y estos tres directores eran demasiado prometedores para dejarles pasar.
Pero hay mucho más cine mexicano además del que hacen los tres realizadores. En los últimos años han surgido nombres como el de Amat Escalante, y otros como Carlos Reygadas ya hace casi 20 años que llevan estrenando sus películas por los festivales más importantes del mundo. Fue en Venecia, de hecho, donde Reygadas estrenó Nuestro tiempo, una mirada al poliamor en el tiempo actual que le colocó como uno de los favoritos, aunque finalmente se fuera de vacío en favor de su colega Cuarón.
La película, que reflexiona sobre el amor, el sexo y las normas establecidas, se ha estrenado este viernes. EL ESPAÑOL ha hablado con uno de esos directores que disfrutan yendo a contracorriente y que nunca se callan.
Hace 20 años de primera película, ¿es de los que piensan mucho en su carrera, en lo que ha hecho o dejado de hacer?
No, yo soy taoísta en ese sentido. Lo que se hizo quedó atrás. Es parte de mí, pero no para revisitarla, ni siquiera considero que tenga una carrera, cada película es una en sí misma y al final son una obra, pero cada una es algo vivencial, es como tener hijos.
Nuestro tiempo se desarrolla en un paraje que es un personaje más, que no parece, precisamente de nuestro tiempo.
Sí, pero en última instancia, aunque coincido contigo, eso es tangencial. Las contradicciones que se dan en la película, y las tensiones y lo que ocurre, podría darse en un hospital de Madrid, aunque están los toros, la vida animal... pero lo central en cualquier otro contexto.
Pero hay también un contraste entre lo tradicional del lugar y lo supuestamente moderno como el poliamor.
Sí, es un acercamiento interesante, y ese contraste lo hace más evidente, pero aquí en el hospital de Madrid la tradición también saldría, el aspecto más normativo también se manifestaría, pero de otras maneras. En ese sentido sí es más patente, pero no es el discurso, sólo lo expone de manera clara, pero no es que esté más presente en esa vida que en otra.
Hay una especie de autofustigamiento de los burgueses, y parece que hay que ver todo con una perspectiva de clase por definición
Se pone en el centro, también como actor por primera vez en su carrera. ¿Tiene la película algo de autoficción?
El hecho de que haya una lectura tan literal es una asociación directa, casi primitiva, y eso es por la ausencia de códigos. Si tu ves a Clint Eastwood matando gente en una película no crees que él en la vida real mate gente, encarna un personaje, y yo igual. Lo que pasa es que yo no niego el carácter autobiográfico, pero eso no quiere decir que sea mi vida.
Muchos acusan al cine actual de tener una mirada burguesa. ¿Cree que el conflicto de su película es un conflicto burgués que nace de una idealización masculina de una relación abierta?
Hay una especie de autofustigamiento de los burgueses, y parece que hay que ver todo con una perspectiva de clase por definición. Esta película podría haber sido con clases populares de México, pero como no soy un demagogo no lo hice, porque eso sería superioridad, hacerlo desde lo bajo para escapar de lo burgués. Lo humano es universal y trasciende la lucha de clases. Estoy en contra de esa idea, no sé que tiene que ver lo burgués con lo que ocurre en mi película.
No sé si ha visto Roma, y si cree que hay sí que hay una mirada burguesa.
Puede que ahí si, porque es una película codificada, que pretende justamente tener una moral y hablar de la burguesía en las relaciones de trabajo, pero la mía no, de hecho lo que molesta de la mía es que mucha gente se cree liberal y son hiperconservadores.
En cierta forma el periodista es un cobarde, hace crítica y habla como si fuera la verdad absoluta porque sabe que no hay una réplica, y eso es cobarde porque no hay diálogo
Ha hablado de lecturas sociales, también están las de género, en ese sentido, ¿habla su película de la crisis de la masculinidad?
Lo rechazo absolutamente también, para mí son misiones políticas. Fuera de esa misión, si ves la película no piensas eso. Para mí habla de humanos, no veo la masculinidad. Podía haber sido la mujer la que actuara como el hombre, o dos lesbianas… todo eso son características humanas, no veo esa crítica a la masculinidad. La gente me dice ‘es que él es el que manda en el rancho’ y yo les digo ‘claro, y si vas a Donna Karan seguramente ella manda allí’. Mucha gente sólo por ver que él va a caballo, con sombrero y chaparreras ya es un macho… conforme a la primera oleada de feminismo, aquí la mujer lleva el rancho, vive su sexualidad libremente, va a México cuando le da la gana... él puede q sea un pesado y esté asustado, igual que ella no es clara... habla de humanos, pero si lo ves con tu agenda personal lo ves así.
¿Esa agenda está condicionando cómo se ven las películas y cómo las eligen los festivales?
No del todo, hay libertad en los espectadores, pero cuando hablas de festivales de cine, ellos sí que ven las corrientes dominante y las agendas y lo que corresponde en el momento, ahí sí hay una pérdida de libertad. Ahora en Hollywood los blancos son los malos, y es es igual de injusto que antes que lo fueran los negros o que los mexicanos fueran los ladrones. A mí me parecen normativas superficiales que van contra la observación verdadera de la realidad.
En Venecia cargó contra los periodistas, dijo que no entendían nada.
En cierta forma el periodista es un cobarde, hace crítica y habla como si fuera la verdad absoluta porque sabe que no hay una réplica, y eso es cobarde porque no hay diálogo. Tiene que ver las cosas sabiendo q hay subjetividad, que no es un predicador omnisciente, y así hablan muchos.