Se preguntaba el filósofo Theodor Adorno, en referencia a la magnífica obra de Charles Baudelaire Las flores del mal, si un artista debía estar insano "psíquicamente" para crear una obra de arte —en cualquier ámbito cultural—. Se cuestiona lo mismo el director francés Yvan Attal en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL. "¿Qué nos impulsa para escribir un libro, cantar o hacer una película? Hay un quiebro, una grieta, de la cual sale el ansia de querer decir algo y mostrárselo a la gente", opina.
Attal, que además de director ha actuado en más de una treintena de películas, estrena este viernes 15 de noviembre Buenos principios, un filme en el que el propio Attal da vida a Henri, un escritor nostálgico y atormentado que no soporta su monótona vida familiar. El elenco lo completan su mujer Cécile (Charlotte Gainsbourg), Éric Ruf y Pascale Arbillot.
Henri escribió un bestseller que fue galardonado con todos los premios literarios habidos y por haber. Desde entonces, tal y como explica en el filme, solo ha escrito "mierda". Y es que el protagonista señala como responsables de absolutamente todos sus problemas a su mujer, la cual lleva 25 años a su lado, y sus cuatro hijos: "Mi depresión, mi ausencia de libido, mi incapacidad de escribir... Todo era culpa de mis cuatro hijos que tienen ese don casi mágico de arruinar sin piedad todos mis intentos de acceder a la felicidad".
Su rutina se ve alterada cuando un perro aparece en una noche de tormenta en el jardín de casa. "El perro no es más que un pretexto", explica a este periódico el director. A raíz de encontrarse a Estúpido, así decide llamar Henri a su nuevo perro, el padre de familia decide luchar por su nuevo proyecto literario y para ello necesita deshacerse de sus hijos y de su mujer —eso es lo que piensa en primera instancia—.
Eso es justamente lo que Attal intenta mostrar en su nuevo trabajo. Los personajes pueden ser, en cierto punto de la película, caricaturescos. No obstante, "Buenos principios está muy cerca de representar la realidad de una vida familiar".
Pero su nueva vida, su nueva ilusión, pronto se verá mermada una vez más al darse cuenta que Estúpido no es la solución a todo. Encuentra un espacio para escribir pero su escritura se basa en su pasado; en su pasado con su familia. "Se da cuenta que eran momentos importantes y alegres. Y que tiene ganas de hacer un homenaje a su familia", relata el francés.
Yvan Attal expone mediante esta comedia dramática la crisis de un hombre de 55 años de edad que se enfrenta al dilema de por qué no es capaz de volver a escribir una buena obra. ¿Es necesario, como ocurría en numerosos escritores de los siglos pasados, rechazar una vida convencional?