¿Nieve en Benidorm? El universo de Isabel Coixet llega al "Disneyland de la tercera edad"
La directora regresa al cine tras su primera serie con un filme que ella describe como 'neo-noir' y que bebe de todos los excesos de la ciudad.
29 febrero, 2020 03:12Noticias relacionadas
En Benidorm todo es posible. Uno puede encontrarse con un taxista de Yorkshire que llegó de viaje y descubrió que su pasión era el transformismo y montó un club de drags, a adolescentes borrachos tirados en sus playas, carritos motorizados en los que lo mismo monta un enfermo que un señor que no se quiere mover y porta una botella de ginebra en la cesta delantera… Cualquier cosa que uno imagine puede estar pasando en esa especie de Las Vegas cañí que se montó durante el franquismo y que ahora es el retiro soñado de los jubilados, sobre todos los británicos, que lo han convertido en su oasis.
En un microcosmos tan excesivo, sorprendente y delirante, es donde Isabel Coixet ha entrado de lleno para rodar su nueva película. Se llama Nieva en Benidorm, y ella asegura que “todo es posible” allí, incluso inclemencias meteorológicas que parecen de otro lugar. Su película la han producido desde El deseo -la empresa de los Almodóvar- y ella lo define como un Neo Noir, aunque reconoce que es una película bastante inclasificable. La sinopsis podría simplificarse, y explicar que cuenta la historia de un británico aburrido y metódico (Timothy Spall), obsesionado con el clima, que cuando es despedido se muda a Benidorm a ver a su hermano, que no aparece en ninguna parte. Allí se encontrará con un personaje enigmático, una bailarina de burlesque (Sarita Choudhury) y todo se pondrá patas arriba.
Así parece un proyecto más, pero a eso hay que unirle acróbatas vaginales, pufos urbanísticos y hasta una policía, interpretada por Carmen Machi, obsesionada con Sylvia Plath. Porque, aquí viene una de las sorpresas,la escritora vivió tres meses allí. “Leyendo sus diarios pensé que sería una errata, pero no, estuvo aquí tres meses”, cuenta Isabel Coixet desde el rodaje, donde maneja todo con precisión de un reloj suizo. Ese nerviosisimo que muestra cuando recoge un premio no existe en rodaje. Coordina, da indicaciones, maneja la cámara y en dos tomas todo está perfecto.
Nieva en Benidorm, título que promete que es algo más que una metáfora, no comenzó como una historia de ficción, sino como un documental “sobre la degradación de la costa”. “Vine con un mini equipo a investigar. Nunca había estado aquí, y de repente vi esas dos bahías, con un cabo en medio, el mundo ingles y el español, dos mundos que se tocan pero nunca se cruzan, la belleza del lugar, todos esos edificios… y me fascinó. Luego fui a muchos clubes. Yo la primera vez que oí hablar de acrobacias vaginales fue aquí. Bueno, estaba eso de Vietnam, pero era como una leyenda, y aquí vi a la famosa Vicky Leighton, a Carmen Snake, que sale en la película, y descubrí un mundo”, explica la directora.
Esa fascinación chocó con esa idea de hablar de la especulación urbanística, y Coixet habló con arquitectos que defendían el proyecto de Benidorm, gente “que abomina todo esto” y su propia nostalgia de un lugar como el que pisó Plath en el año 58. Pero allí se fue tres meses, y fue cuando conoció “un Benidorm fuera de todo esto”, incluso descubrió “sitios donde se come súper bien y no entra ningún turista”. Lo que también encontró es que “por parte de la comunidad inglesa hay esta cosa de no querer salir del mismo pub que podrían encontrar allí”.
En la película hay pullas anti brexit y anti british, porque creo los británicos son de los más racistas de Europa. Ellos creen que no, pero aquí lo ves cada día
“En la película hay pullas anti brexit y anti british, porque creo los británicos son de los más racistas de Europa. Ellos creen que no, pero aquí lo ves cada día. Te esfuerzas por atenderles en su idioma y ellos llevan aquí todala vida y no dicen ni una palabra de español, nunca”, opina sobre un universo que su directora de arte, Uxua Castelló, define como un “Disneyland para la tercera edad. Un sitio “donde la gente va a morir o a alargar la vida”.
Aunque lleva todo el rodaje diciendo que es una película inclasificable y con cosas que nunca había hecho antes -como una coreografía de cuatro minutos diseñada por Blanca Li-, reconoce que la estructura ya la había usado varias veces: “Una persona que ha llevado una vida ordenada, metódica y razonable pero que descubre, por algo que ocurre, otro mundo, empieza otra vida y eso también trae los problemas”. Su protagonista “es un antihéroe, un tipo asocial obsesionado con el clima ylas nubes” que se encuentra con Alex, que es “un poco Linda Fiorentino en La última seducción y un poco Mónica Vitti”.
Coixet confiesa que esta película tiene otro origen, además del documental. A ella, junto a Liv Ullman y Claire Denis, les ofrecieron hacer un tríptico sobre la figura de la ‘femme fatale’. El proyecto no salío, pero su idea era deconstruir esa figura, alejarla de todos los clichés y prejuicios, y eso es lo que ha querido para este enigmático personaje en medio de una película que le ha obligado a ir evolucionando y cambiando el guion según descubría nuevos rincones y aristas de la ciudad: “He querido incorporar cosas que están aquí y veo cada día. Mira, una cosa que no había visto y que es importante es que aquí la gente está contenta, mientras que en Madrid y Barcelona estamos siempre amargados. Hay un colectivo de la tercera edad que aquí se siente seguro y poderoso, y cuando haces una película en un sitió no puedes inventártelo”.
No todo lo que ocurre en Benidorm le ha sorprendido para bien. La localidad alicantina es la ciudad que más despedidas de soltera recibe al año, y eso supera a Isabel Coixet. “No lo puedo soportar. Ya las de soltero son horribles, pero que las mujeres, en pos de ese ‘empoderamiento’ entre comillas, tengamos que hacer el idiota igual que los hombres… sé que estamos en todo nuestro derecho, pero hombre, sobre todo, no os pongáis esas diademas de pollitas en la cabeza”, opina con humor. Ahora comienza la segunda parte de Nieva en Benidorm, con todo el montaje y la posproducción, pero los productores y Coixet confían en llegar al último trimestre del año, donde los festivales internacionales pueden ser el mejor escaparate para esta aventura inclasificable.