El coronavirus ha herido de gravedad a muchas industrias, y la del cine es una de ellas. A los rodajes parados durante meses, el encarecimiento de los proyectos y el cierre total durante meses por el confinamiento, se une el miedo de Hollywood a estrenar sus grandes apuestas en lo que queda de 2020, un año incierto en el que la mitad del mundo sigue sufriendo lo peor de la pandemia y el otro teme los rebrotes mientras intenta aprender qué es eso de la nueva normalidad.
En Europa y Asia los cines han abierto. Con precaución y muchas medidas, y con algo de miedo ante un posible nuevo cierre, pero con ganas de demostrar que la cultura es segura. Ha habido campañas, anuncios, movimientos por redes sociales… pero al final lo que importa son las películas. Las primeras semanas de regreso fueron un caos. Lo que los cines necesitaban son estrenos potentes por los que la gente quisiera acercarse a una sala en medio del verano, para retomar una experiencia que durante meses había desaparecido en favor de las plataformas digitales como Netflix o HBO.
La situación era terrible. La taquilla estaba desmoronada. Las salas habían vuelto de sus ERTEs y el resultado no compensaba. A ese panorama se sumaban las noticias que llegaban del otro lado del charco: todos los estrenos se posponían a 2021. No todos. Algunos valientes decidieron que había que hacer algo, dar un paso adelante. En España el primero fue Santiago Segura. Tras una reunión de la Federación de Cines con el director y los responsables de su filme, Padre no hay más que uno 2, decidieron adelantar el estreno. Mientras que el resto huía él afrontaba la crisis. La jugada salió bien. Ya lleva más de un millón de espectadores y parece que tiene cuerda para superar los dos millones y los 12 millones de euros de recaudación. Un éxito increíble en la situación que nos encontramos.
Los cines confiaban el resto de su suerte a otros dos títulos: Mulán y Tenet. Las grandes apuestas del verano que estos meses han ido retrasando poco a poco sus estrenos generando desconfianza en el sector. Cara y cruz. La cruz la ha dado Disney, que con la llegada de su plataforma ha dejado de ser fiel a las salas y ha decidido estrenar Mulán en ella por un precio de 22 euros (30 dólares). Los exhibidores incluso publicaron una carta diciendo que se sentían engañados por la distribuidora y que era una puñalada por la espalda.
La cara llegaba con Christopher Nolan. Su nuevo filme, Tenet, es uno de los más esperados del año. Ya lo era antes del coronavirus, pero es que ahora lo es porque en ella se han depositado todas las esperanzas. Tenet debe ser la salvadora de las salas, la que en todo el mundo (menos en EEUU) vuelva a llevar a la gente a la pantalla grande. Para ello Warner ha tenido que sacrificar parte de sus beneficios. Son conscientes de que, por muy bien que vaya en esta situación, no se va a recaudar tanto como en la vieja normalidad.
Nolan también lo sabe, pero es consciente de su responsabilidad, y la ha aceptado desde el principio. Varios medios de EEUU han señalado que él siempre ha querido ser el primer estreno grande tras la pandemia, ese título que devolviera la esperanza a las salas y a la gente. Podría haber retrasado un año, pero ha preferido enfrentarse al peor escenario posible. Es de los pocos que se lo pueden permitir, ya que es de los pocos directores cuyo nombre es una marca por sí misma. Todos sus filmes han sido un éxito, y en España, desde que se pusiera al frente de la trilogía de El caballero oscuro, es uno de esos nombres que siempre triunfan.
El salto al vacío de Nolan, de Tenet y de Warner les ha llevado a tomar una decisión inusual en un proyecto de esta envergadura, que según los analistas debería recaudar 800 millones de euros en todo el mundo para ser rentable: estrenar en fechas diferentes según la situación post covid de cada zona. Europa serán los primeros, y el 26 de agosto es la fecha marcada. Una buena fecha en situaciones normales, pero que será la prueba de fuego para ver si los cines han perdido la batalla contra las plataformas o todavía hay gente que quiera disfrutar un filme en pantalla grande. En España sería perfecto para tomar el relevo a Santiago Segura.
En China, un mercado clave para el filme, llegará el 4 de septiembre, prácticamente la misma fecha que en estados concretos de EEUU donde el coronavirus haya dado algo de tregua y se pueda acudir a los cines. Nunca una película había tenido tal peso sobre sus espaldas. No es una cuestión de salvar a las salas, que también, sino de demostrar que el cine como lo hemos entendido hasta ahora sigue vivo. El resultado, a partir de la próxima semana.