Definir a Viggo Mortensen con sólo una palabra es difícil. Uno no puede decir que sólo sea un actor, porque esa casilla se queda pequeña para él. Es pintor, poeta, activista, comprometido, políglota (habla hasta cuatro lenguas)… Ha sido Aragorn, uno de los personajes más importantes de la historia reciente del cine, pero también el capitán Alatriste y el padre más moderno y entrañable del mundo en Capitán Fantastic. Ha optado tres veces al Oscar y trabajado con los directores más arriesgados de todo el mundo, como el argentino Lisandro Alonso.
Quizás, la única forma de definir a Viggo Mortensen es no haciéndolo. O escuchándole hablar, con la madurez de alguien que ya cuenta con casi 62 años aunque parezca que tiene 20 menos. Mortensen habla pausado. Piensa en lo que dice. A veces le puede el impulso, pero casi siempre mide el siguiente paso. El que ha dado ahora llevaba años intentando darlo: ser director de cine. Le ha costado mucho, pero dice que ha aprendido de los mejores, y también de los peores para no repetir sus errores.
Una carrera que ahora se reconoce con un premio Donostia incontestable. El único que entregará el Festival de Cine de San Sebastián, donde además presentará su niño mimado, su debut como realizador tras muchos proyectos fallidos. Se llama Falling, y también la protagoniza y ha escrito el guion sobre un padre republicano, racista y homófobo y un hijo gay condenados a entenderse cuando el primero empiece a enfrentarse a la vejez y la demencia. Un canto a los recuerdos, a la memoria familiar y a entenderse de la que ha hablado con EL ESPAÑOL.
Podríamos decir que ahora empieza una carrera para usted.
Sí, soy un debutante casi a punto de jubilarme. Dirigir me gusta un montón, y si fuera por mí ya estaría en preproducción de la siguiente, porque tengo varios guiones, pero ya vi con Falling que fue un proyecto que se cayó muchas veces, que es difícil. Es muy complicado juntar el dinero para una película independiente, y más si es un guion original, no formulaico y si no hay estrellas Siempre ha sido difícil, pero ahora con la pandemia, con menos cines disponibles, es más complicado. Hay que tener paciencia. Si fuera por mí ya estaría a punto de rodar la siguiente.
Es más difícil pero también estamos en un momento donde las plataformas producen y muchos aseguran que dan más libertad a los creadores, ¿cómo ve este nuevo panorama?
No sé, hay cosas buenas y malas en las plataformas, en las series, el streaming… y aunque en algunos casos es más arriesgado, creo que hay como un sello, una forma de fotografiar, un lenguaje cinematográfico, un tipo de narrativa que es un poco, no homogéneo, pero que está ahí. Pero sí que está ocurriendo que se están haciendo cosas interesantes, a veces incluso más, en series que en cine, se arriesgan un poco más, pero siempre habrá personas que hagan películas, que contarán historias en cine. Historias que no subrayan todo, que respetan al espectador que es lo que me interesa, no quiero que me muestres todo, solo que lo cuentes bien sin decírmelo todo para que me interese ver por mí cuenta, no que la música me diga lo que tengo que sentir. Yo con eso me echo para atrás, y tanto actuando como dirigiendo yo no quiero resolver todo, porque en la vida no se resuelve todo ni siquiera en una conversación. Siempre quedan dudas y cosas por decir. Me gusta salir de una película teniendo dudas.
La sanidad, la educación... no son lujos, son necesidades y es lo más importante. No hay nada más importante en cualquier comunidad, y espero que lo hayamos aprendido
La película pone el foco en un tema, que es el cuidado de los mayores. Un tema que ya estaba pero sobre el que la pandemia, además, ha puesto más luz.
Sí, y sobre los defectos de la sanidad, una sanidad recortada en muchos países, que está lo justito para que funcione de día a día, pero si entran 200 personas más está jodido. No tienen para ocuparse. Es como la ardilla que se va de copas todo el otoño y no está juntando nueces y el invierno está jodida. Pues esto es lo mismo: la sanidad, la educación... no son lujos, son necesidades y es lo más importante. La salud de las personas, su educación, no hay nada más importante en cualquier comunidad, y espero que se aprenda, que los líderes políticos aprendan que no pueden recortar por ahí y que la sanidad no puede funcionar como una empresa. No sé, espero que aprendan, pero la pandemia ha desnudado estos problemas.
En la película hay un padre republicano y un hijo que presume de foto de Obama en el frigorífico. La película, además, llega justo antes de las elecciones de noviembre en EEUU...
Fijé la historia en 2009, justo después de que ganara Obama, porque yo sabía escribiendo, que alguien, aunque no sea necesario porque no es el enfoque principal, podría verla como un microcosmos de lo que pasa en la sociedad. En todas, no sólo en EEUU. El conflicto sociopolítico, la polarización de la sociedad… que ha ido a más. Pero no quería que eso fuera lo más obvio. No era mi intención. Pero ese problema ha estado incubando siempre. El problema viene cuando hay líderes políticos que incendian, que empujan a que eso sea un problema. Hay otros que intentan calmarlo, que no haya crispación y que la gente se comunique. Cuando entran políticos que hacen de pirómanos y bomberos a la vez, que dicen “apártense que soy el único que puede apagar este fuego”. Es una historia antigua que ha pasado siempre en la historia de la humanidad, y hay gente que se traga ese discurso, pero no quería fuera lo principal de la película.
¿Qué le parecen las nuevas normas de los Oscar para que haya más diversidad?
Mi primera reacción fue decir que como artista no me gustaba. Algo que parece que son cuotas… para mí la intención es muy buena. Se ha avanzado en la academia, hay más diversidad de miembros, del conjunto. Eso ha mejorado. La gente que hace cine es más consciente de la necesidad y no por obligación, sino porque la demanda es que hay que ser más diverso en la composición de equipos. Pero me preocupa que haya restricciones por escrito en el arte. Eso no me gusta. Lo que pienso es, que si se puede esquivar y encontrar la salida de tantas maneras, por qué se hace, si eso significa que la gente ya lo está haciendo.
Lo entiendo un poco mejor ahora, pero es posible que se haga una película en una zona donde el cuento no tenga diversidad, y que ruedes en un lugar donde no hay diversidad, que tengas que llevar gente de otros países, costando más y encontrar productores# Sigo pensando y digiriendo, pero creo que la intención es buena. Me parece bien que los artistas, los productores, los guionistas piensen que hay que tener una mirada más amplia. Pero por obligación, por ley… tengo un problema por eso. No es porque yo sea un hombre blanco, es porque cualquier limitación en el arte me preocupa. No me subo a ningún camión político, me preocupa eso. Me parece una cosa peligrosa, como cualquier censura o control del estado del contenido del arte. No es la intención, que es buena, pero voy a seguir pensando y escuchando opiniones.