Todo el mundo habla de lo mismo las últimas semanas. No, no es del coronavirus. En las conversaciones entre amigos se ha colado otro tema, Patria. La adaptación de la novela de Fernando Aramburu ha sido el pelotazo que se esperaba. Tras una campaña promocional enorme por parte de HBO, llegó la confirmación de que el proyecto estaba a la altura. Patria ha generado debates acalorados, pero todos, o casi, coinciden en una cosa. La serie y la novela, no habla de ETA, sino que habla del dolor que el terrorismo de la banda provocó en la sociedad vasca. En familias partidas. Una herida transversal que afectaba a todos.
Ahora, con la serie en plena emisión, llega una película que formaría un interesantísimo programa doble con Patria. Se llama Ane, y también explora la herida del terrorismo en una familia. Las diferencias se encuentran en el tiempo. Aquí nos encontramos en 2009, con ETA dando sus últimos coletazos y jóvenes abertzales llevando la voz cantante de aquellos arrebatos violentos. Muchos de ellos se hicieron contra la llamada Y vasca. El Tren de Alta Velocidad que tenía que conectar las tres provincias de Euskadi y que sufrió atentados en sus obras y a las empresas que lo realizaban.
La película de David Pérez Sañudo -que llega este viernes a las salas- es un imponente debut que marca el inicio de una carrera prometedora. Pone su mirada en Lide, una madre obrera que trabaja como guardia de seguridad en una de las empresas que realizan las obras. Todas las jornadas sufren actos vandálicos. Pintadas, cócteles molotov… Un día llega a casa y su hija Ane no está. En las noticias escucha que dos jóvenes, presuntamente pertenecientes a ETA, han sido detenidos. Comenzará una búsqueda para encontrar a su hija, pero también por conocerla y por comprenderla en un contexto que marcó de alguna forma a todas las familias.
Aunque las dos ficciones ofrecen miradas del mismo mosaico, ambas son completamente diferentes. El propio director lo deja claro diciendo que su película quería “alejarse de grandes discursos, de contribuciones al Relato, con R mayúscula del que tanto se habla en la actualidad”, pero dejando claro que debía tener ese “componente político que es transversal porque no se puede entender Euskadi en 2009 sin entender cómo eran las cosas ese año, y era imposible escapar de ella”.
Para Pérez Sañudo el filme -que nació en el proyecto de La Incubadora de la ECAM- tiene que ver “mucho más con las relaciones de poder en el ámbito doméstico”, pero ese contexto le pareció interesante porque “marca a cada uno de nosotros”. “El lugar en el que estás, la existencia de un idioma, la memoria que arrastras, las fracturas… de alguna forma el contexto que vivimos nos ha marcado, pero cuando estábamos en el segundo día de rodaje leímos una noticia que querían construir una autopista entre Cádiz y Sevilla que incluso amenazaba a Doñana, y me di cuenta de que esto podía pasar en cualquier lugar, pero ocurre aquí, en Álava, y ese fantasma de lo que todos conocemos está, y eso le da también una tenebrosidad al proyecto y lo hace muy rico cinematográficamente”, añade el director.
Ane tiene como esqueleto un guion lleno de capas y matices, una puesta en escena precisa que juega con los espejos y los pliegues y, sobre todo, una interpretación apabullante, la de Patricia López Arnaiz, a la que hemos visto de secundaria en Mientras dure la guerra y La peste y que aquí tiene uno de sus primeros protagonistas. Un trabajo por el que debería sonar en todas las quinielas del Goya a la Mejor actriz protagonista. Su Lide es puro nervio, una mujer de clase obrera, luchadora, que para ella es “una oportunidad”. Esta película es uno de los “guiones más peculiares y carismáticos” que ha leído, aunque reconoce con humildad “que todavía no han llegado tantos”.
La película descansa sobre los hombros de esta madre que debe encontrar a su hija, y enfrentarse a muchos dilemas morales, como trabajar para una empresa que ha echado de su casa a muchos compañeros de barrio. “Es una mujer que desde los 17 años saca adelante a su hija, que sufre ataques en el trabajo, y con esa desaparición se tiene que enfrentar a la sombra de su hija, y preguntarse si lo que ha ocurrido es algo político, o algo personal contra mi personaje… si esto pasa por una opinión política o qué, y está guay porque son capas de una misma historia que habla de este conflicto”, explica la actriz que define su personaje como “una guerrera y una luchadora”.
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