2020 nos ha dejado, pero parece que nadie parece dejarlo atrás. Ha sido un curso tan duro, tan extraño, que todavía miramos atrás de vez en cuando para asegurarnos que no nos pasa por encima. En el cine, las secuelas del año pasado todavía se notan. Las nominaciones a los Goya todavía no han llegado, pero cuando uno revisa lo que hemos visto estos doce meses pasados, se da cuenta que cuando las grandes producciones huyeron, fueron los nuevos talentos los que sacaron la cabeza.
La taquilla se hundió, pero el cine español nos trajo a nuevos directores que el gran público desconocía y que tienen todo el futuro por delante. Si la industria les da hueco -y dinero- serán las voces que arrasarán en premios y festivales. Esperemos que hasta la taquilla les haga su espacio. Algunos eran debutantes que sorprendieron a todos con el pulso de sus óperas primas, y otros cineastas que siempre han vivido en los márgenes y que esta vez se colocaron en el centro por la potencia de sus obras. Estos son los directores que han marcado el año y a los que hay que tener fichados.
Luis López Carrasco
Es el gran nombre que nos deja el cine español de 2020. Su película, El año del descubrimiento, es una de las grandes obras del año. Un documental que juega con la forma para radiografiar la España de 1992, año de los Juegos Olímpicos, pero también de la quema del parlamento de Murcia. Un análisis de nuestra sociedad que ha dejado a todos sin palabras. López Carrasco ha confirmado ser el fenómeno del curso con sus nominaciones a los Feroz en las categorías grandes -Película, dirección y guion-, algo inusual para la no ficción. Es su segunda película tras El futuro, en la que también mostraba la cara B de otro momento idealizado, La movida. Es parte del colectivo Los hijos y uno de los autores que marcarán el futuro del cine español ‘de festivales’.
Pilar Palomero
El otro gran descubrimiento. Su debut, Las niñas, es la gran favorita para arrasar en esta temporada de premios. Desde que se presentó en Berlín todo el mundo se rindió a este retrato que también mira al lado oscuro de año 92. En esta ocasión para hablar de la educación religiosa que marcó a tantas mujeres. Un filme sutil, emocionante y con uno de los finales más hermosos del año. La muestra de que nuestras directoras están aportando las miradas más frescas de los últimos años. Palomero ya prepara su segunda película, La maternal, que también hablará de una relación materno filial y que ha recibido las ayudas selectivas del ICAA.
David Pérez Sañudo
Otra ópera prima que dejó con la boca abierta. ¿Cómo era posible que un debutante realizara un filme tan certero y complejo como Ane? Una película que se plantea como un thriller en el que una madre busca a su hija desaparecida, pero que se va revelando llena de capas. Pérez Sañudo consigue hablar de las heridas de la violencia de ETA en Euskadi sin ser obvio y sin subrayados. Por si fuera poco, Pérez Sañudo también puede entrar en los Goya con su cortometraje Un coche cualquiera. Su debut fue seleccionado para ser desarrollado por el programa The Screen de la ECAM, lo que demuestra la importancia de estas iniciativas en el cine español.
Nuria Giménez Lorang
En pleno confinamiento, con los cines cerrados y los festivales cancelados, las plataformas se convirtieron en la mejor ventana para las películas. En el D’A, celebrado en mayo, todos hablaban de una pequeña película española que había enamorado y sorprendido. Se llamaba My mexican bretzel, y descubría a otra ‘novata’, Nuria Giménez Lorang, que había creado una obra única que jugaba a pasearse por los límites entre realidad y ficción gracias a un fondo documental encontrado en casa de sus abuelos y que ha restaurado con un color que parece sacado de un melodrama de Douglas Sirk.
Pedro Collantes
El Festival de Venecia se celebró en septiembre entre medidas de seguridad y con la ausencia del cine español en las secciones a competición, pero nuestra industria estuvo representada con Pedro Collantes, que presentó allí su ópera prima, El arte de volver, de la mano de su protagonista Macarena García. Collantes fue uno de los seleccionados por la iniciativa Bienalle College, que selecciona a cuatro directores de todos los que se presentan y les da 150.000 euros para rodar una película entre diciembre y septiembre, cuando tienen que presentarla en el marco del certamen. Con una pandemia en medio, Collantes se las apañó para rodar un filme delicado sobre la generación que se fue a trabajar fuera y vuelve pensando que todo seguirá igual.
Burnin’ Percebes
Una de las películas más libres, inclasificables, divertidas y surrealistas de 2020 fue La reina de los lagartos, un romance con toques de ciencia ficción entre una humana y un príncipe lagarto y grabada a toma única en Súper 8 por Fernando Martínez y Juan González, más conocidos como los Burnin’ Percebes. Esta es su tercera película, y ya preparan su nueva obra. Hay pocos directores como ellos, con ese estilo que mezcla lo costumbrista, lo cañí y el surrealismo más delirante.
Polo Menárguez
Forjado en el documental y en el mundo de los cortos, Menárguez presentaba en la Seminci de 2019 su segunda película, El plan, adaptación de la obra del mismo nombre y para la que contó con Raúl Arévalo, Antonio de la Torre y Chema del Barco, una revelación que opta al Feroz al Mejor actor secundario. Un retrato del machismo y la precariedad que él consigue separarlo de su origen teatral.
David Galán Galindo
El cine español necesita directores que dignifiquen la palabra ‘friki’. Que demuestren que la cultura pop, los cómics, y todas las referencias posibles, no son baja cultura, que acaben con el clasismo autoral. Galán Galindo lo demuestra con su nueva película, Orígenes Secretos, que adapta su propia novela y en la que nos enseña que el cine de superhéroes no es patrimonio americano, y que ser friki es algo maravilloso.
Théo Court
En el Festival de Venecia, el director hispano chileno Théo Court sorprendía a todos con Blanco en Blanco y se llevaba el premio a la Mejor dirección de la sección Orizzonti. Ha tenido que pasar más de un año para que estrene por fin en España este western austero y de una belleza apabullante sobre un fotógrafo que a finales del siglo XIX llega a Tierra del Fuego para fotografiar el matrimonio de un poderoso latifundista.