El mes pasado, casi 200 palestinos murieron en la franja de Gaza por los bombardeos de Israel. Una población empobrecida y hacinada, bloqueada y sin futuro que vivía lo que muchos han considerado una cuarta guerra. Desde el resto de países sólo vemos lo que ocurre en Gaza por las noticias, vemos los muertos, su desesperación, el conflicto enquistado, pero nunca vemos nada más. No vemos su día a día. Sus momentos de felicidad, sus risas… La vida que todos tenemos y que muchos quieren negarles.
Por eso es casi hasta revolucionaria una película como Gaza mon amour, que cuenta la historia de amor de dos personas de más de 60 años en la franja de Gaza. La de Issa, un pescador enamordo en secreto de Siham, a la que ve yendo a trabajar todos los días. Entre medias, Issa descubre una estatua fálica de apolo mientras pesca y la esconde, lo que le llevará a problemas con el gobierno. Un filme que hace de su sencillez virtud, y que encuentra en los gestos de las personas normales que viven allí la mejor forma de mostrar una realidad que no siempre vemos.
Los hermanos Tarzan y Arab Nasser son los creadores de este filme que ganó la Espiga de Plata en la pasada Seminci y que nace por su deseo de hacer “una historia de amor en Gaza”. “Es una historia muy sencilla, y hay otras historias más fuertes o incluso más ardientes, pero la idea era presentar a Gaza de un modo diferente, y mostrar cómo era el ser humano que vive en Gaza, que es igual al ser humano de cualquier otro país, pero esa no es la imagen que se da de nosotros en los medios de comunicación”, cuentan los directores de la película a EL ESPAÑOL.
Luego lo unieron con un caso real, el de la estatua de Apolo, pero siempre hubo el interés de “hablar de la gente sencilla, que resiste, que vive y se gana el pan de cada día”. Un filme con una ternura que rompe con lo que normalmente vemos, porque lo que ellos ven en Gaza “es amor”. “Los medios transmiten una imagen falsa de Gaza, la asocian al terrorismo, pero ellos tienen derecho a autodefenderse, y por eso ocurre esto. Pero nosotros tenemos nuestro derecho a vivir allí. Nosotros amamos y resistimos”, apuntan.
Los hermanos Nasser creen que el cine es un arma poderosa para contar la verdad de su lugar de origen, y consideran casi revolucionario hablar de amor: “Los medios de comunicación se encargan de hablar de la guerra y mucho de lo que se dice. Gaza es un sitio que está encerrado desde hace años, nadie sale, hay dos millones de personas que viven dentro, pero si no hubiera amor, la gente no podría sobrevivir. El cerco y el embargo es muy fuerte, más de lo que la gente puede imaginar, pero hay espacio para el amor. Y cuando hablamos del amor, no hablamos sólo del amor de un hombre y una mujer, sino en todas las facetas, el amor a uno mismo, para protegerse, para poder sobrevivir, la amistad. La mera existencia es amor. Y la resistencia es amor”.
La elección de la edad de los protagonistas no es casualidad. Primero, para revertir todas las historias de amor de Hollywood donde los protagonistas son jóvenes, y lo segundo porque era importante que los personajes hubieran vivido toda la historia de Gaza. Todos los conflictos que habían hecho mella en su vida, pero que no habían apagado su necesidad de amar. “Este amor es la cosecha de 60 años de vida. Son gente que ha estado desde el primer momento de la lucha y que han decidido quedarse, no han salido, porque creen que su futuro está allí, así que es un amor a través de dos personas con mucha experiencia, que han sufrido pero que se enamoran. A pesar de todas las guerras que han vivido optan por amar”, apuntan.
Una oposición del amor frente a la guerra que está desde ese título que homenajea al clásico de Alain Resnais, Hiroshima mon amour, con la que creen que comparten que “las dos hablan de la cantidad de bombas que han caído y de cómo, a pesar de todo, sigue habiendo amor. Por nuestra parte es un mensaje a Haza, una carta de amor a nuestra ciudad natal”.