François Ozon es uno de los directores más hiperactivos del cine europeo actual. Desde 2010 entrega casi una película al año. Ni siquiera la pandemia ha hecho que frene su ritmo. En el Festival de San Sebastián de 2020 presentó su Verano del 85, en el pasado Cannes fue Todo ha ido bien, y en la próxima Berlinale será el encargado de inaugurar con su Peter von Kant. Un torbellino de energía que también ha tenido tiempo para presentar en España Todo ha ido bien, que llega este viernes a las salas. Lo ha hecho junto a su protagonista, una estupenda Sophie Marceau que se luce en este drama sobre la eutanasia en el que da vida a una hija que decide ayudar a su padre a tener una muerte digna.
Ozon adapta la novela de Emmanuèle Bernheim, amiga suya y fallecida en 2017. Con ella había colaborado en los guiones de dos de sus películas, Swimming Pool y Bajo la arena, así que realizar este filme se convirtió en algo íntimo. “Es algo que me tocaba de una forma personal, porque junto a ella había escrito dos de mis películas, y también porque me conmovió cuando la leí de una forma muy personal. Lo que más me interesaba de la novela era intentar entender lo que ella había vivido, esa relación con su padre, una relación muy particular, y eso me atrajo mucho para adaptar el libro”, cuenta François Ozon a este medio.
La película llega el mismo año que en España se ha aprobado la ley de la eutanasia, y un año después de que en Francia se viviera un acalorado debate sobre el tema, aunque sin que se diera ningún paso al frente en la legislación. Ozon cree que no es un debate del momento, sino que “es un debate que está en la sociedad francesa desde hace mucho tiempo y en el que los políticos no quieren meterse porque hay un sector muy católico y de la extrema derecha que está en contra, pero se han hecho sondeos y el 80% de la sociedad está a favor de la muerte digna, pero los políticos tienen miedo a actuar, y más en un año de elecciones como este”, explica el director que recuerda que el socialista Hollande llegó al poder con “la promesa de que en sus años de gobierno iba a cambiar algo y finalmente no hizo nada”.
Ozon se alegra de que en España se haya cambiado la legislación y recuerda que también aquí fuimos un paso por delante “con el matrimonio homosexual o con la reproducción asistida”. Para él hay un problema, y es que los políticos no actúan acorde al sentimiento del pueblo en estos asuntos: “Creo que la sociedad no es conservadora, sino que son los políticos los que tienen miedo. Acuérdate cuando se estaba aprobando el matrimonio homosexual, esas manifestaciones de gente que no sabíamos ni quiénes eran pero se estaban manifestando”.
Quien pone rostro a la protagonista de su película es Sophie Marceau, que se vio conmovida por esta historia que, de primeras, “no me pareció tan excepcional, la historia de una chica que ayuda a su padre que quiere morir”, pero cuya opinión fue cambiando y “descubrí un mundo en el que nunca había recaído ni hubiera pensado, cómo acompañar a alguien en su muerte es un momento de reencuentro, pero que en este caso se convierte en una carrera contrarreloj y un asunto muy complicado, muy difícil, para evitar que te pillen y te impiden realizar el deseo de tu padre, porque eso está fuera de la ley”. Eso convierte “algo tan sencillo como ayudar a tu padre en un drama personal, familiar y hasta social. Es una película que nos hace reflexionar sobre la muerte y plantearnos el tema”.
Algo tan sencillo como ayudar a tu padre en un drama personal, familiar y hasta social. Es una película que nos hace reflexionar sobre la muerte y plantearnos el tema
Una de las cosas que más sorprende Todo ha ido bien son sus escapadas al humor. A una dulzura que no se pierde ni en los momentos finales, y para Ozon eso “era importante, que hubiera vida, que hubiera humor”. “Se lo dije a los actores, que podían añadir toques de humor, que no se cortara, pero que fuera algo cotidiano, porque es una situación dramática, pero no por eso tiene que ser algo tipo Bergman, algo sombrío, sino que podía ser incluso divertido y hay muchos momentos que lo son”.
Una película destinada a un público cinéfilo, aquel que está costando más que vuelva a las salas, algo que no sólo ocurre en España, sino también en Francia, aunque para Marceau no se nota tanto porque allí hay “una educación cinéfila y es un cine que viaja por todo el mundo, así que aunque no sea el que más entradas vende, sí que tienen una bonita carrera”. Ozon no es tan optimista con la situación, y habla de su propio filme, que en su país ha vendido “260.000 entradas cuando antes de la pandemia hubiéramos hecho el doble, el cine de autor está haciendo la mitad de la taquilla mientras que los taquillazos como Spider-Man hacen la misma”.
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