Patricia López Arnaiz y Javier Rey son dos de los actores más ocupados del cine español. La ganadora del Goya por Ane y el actor que dio el salto a la gran pantalla tras lucirse como el Sito Miñanco de Fariña coinciden por primera vez en La cima, un drama de aventuras que acaba de presentarse en el Festival de Málaga tras un camino a la pantalla aún más tortuoso que el de los alpinistas que se juegan la vida en el Annapurna. Ibon Cormenzana, productor del Blancanieves de Pablo Berger, Mediterráneo y Blackthorn, luchó contra los elementos por cumplir su sueño de rodar una historia de supervivencia física y emocional ambientada en uno de los lugares más bellos y peligrosos del planeta.
En La cima, Mateo se enfrenta por primera vez a la montaña más peligrosa del planeta, el Annapurna, con el reto de llegar hasta la cima y cumplir así una antigua promesa. En su ascenso sufre un accidente que le deja inconsciente y gravemente herido. Horas más tarde es rescatado por Ione, una alpinista que tras terminar la gesta de subir todos los ochomiles está pasando el invierno en un refugio, sola y alejada del mundo. A pesar de no entender las razones que han llevado a Mateo hasta allí, Ione intentará ayudarle a alcanzar su meta.
¿Cómo acabasteis en el Pirineo rodando una película como La cima?
Javier Rey: Estaba rodando en Barcelona cuando me ofrecieron la película. Me reuní con Ibón y me trajo una copia física del guion. Me explicó el proyecto. Él es una persona muy apasionada que te explica las cosas con muchísima pasión y eso mola mucho, pero claro la combinación de hacer una película en una montaña… Al día siguiente me lo leí y recuerdo una cosa que no me ha pasado jamás: en la última parte del guion me lo pasé entero llorando. Sentía que había conectado con el personaje de forma personal y eso me enganchó automáticamente. Me di cuenta de que estaba pasando algo que me hacía querer seguir explorando por todo lo que le pasa a Mateo en lo emocional. Realmente lo que me atrajo fue lo que le ocurría a los personajes que el propio entorno de la montaña. Luego ya vino la aventura y fue algo maravilloso, pero los conflictos de los personajes fueron lo que me llamó la atención.
Patricia López Arnaiz: Me parecía interesantísimo que fuera una historia relacionada con la montaña. Me encantó la idea de interpretar a una alpinista. No creo que haya muchas historias centradas en ellos y es una figura que siempre me ha dado mucha curiosidad. A mí siempre me gustó el monte, pero esto es otra cosa. Es muy difícil entender sus mentes y su forma de vida. Más que asustarme, me pareció maravilloso poder ir a localizaciones reales y exponernos así a una aventura diferente. Quizás no me pare demasiado a pensar las cosas, pero leí el guion en un viaje de avión y también acabé llorando con la parte final de la historia. No es solo una historia de rescates, también hay una parte humana muy potente. Me interesaba explorar esta idea del vacío que surge después de alcanzar el éxito. La idea que nos imaginamos de la felicidad y el éxito no es real. Muchas veces puede pasar al contrario, y que en su lugar aparezca una depresión como le pasa a Iione.
¿Veis paralelismos entre la trayectoria de un alpinista y un actor?
Javier: Esta gente se juega la vida cada vez que sale de casa. Nosotros no. Partimos de lugares diferentes. Los alpinistas necesitan controlar un millón de cosas a la vez para garantizar su propia seguridad, pero incluso teniendo cuidado si la naturaleza se enfada pueden tener muchos problemas. El trabajo del actor es completamente distinto. Hay que prepararse mucho, como un alpinista para subir. Sí que hay que dejar espacio para que ocurran cosas en el aquí y en el ahora, ese tipo de cosas que no controlas que dependen de la magia con los compañeros y lo que ocurra en ese instante. Creo que son oficios absolutamente distintos.
El personaje de Ione se queda sin objetivos después de subir todos los ochomiles. Vosotros habéis llegado a una situación de éxito tras muchos años trabajando para poder tener las oportunidades que tenéis ahora. ¿Habéis tenido esa sensación de preguntaros qué es lo que se supone que debéis hacer a continuación?
Patricia: No he llegado nunca a preguntarme qué debo hacer ahora, pero sí he descubierto que las cosas nunca son como la idea que tú misma te formas de ellas previamente. Los logros y éxitos que yo haya podido tener trabajando no han correspondido con lo que podía haberme imaginado. Por ejemplo, el tema del Goya. Eso es algo con lo que siempre bromeas cuando eres actor. Lo ves como algo inaccesible, cómo eso de irte a Hollywood. Son conversaciones que siempre tienes de coña. De repente se hizo realidad con Ane y me di cuenta de que no tenía nada que ver con la imagen que yo misma tenía. Creo que es un buen ejemplo de que todas las proyecciones que podemos hacer luego se quedan muy lejos de la realidad. La depresión después del éxito es algo muy común entre la gente que ha logrado cosas excepcionales. Muchas biografías de los grandes artistas están llenas de depresión, miseria y dificultades. El mito de los poetas malditos.
Los alpinistas están obsesionados con los ochomiles. ¿Cuáles son los ochomiles que os habéis encontrado vosotros en vuestra carrera como actores?
Javier: Los ochomiles son algo que se marca cada uno. Hay tantos ochomiles como actores. A cualquiera de nosotros lo que nos gusta son las buenas historias y que nos ofrezcan personajes a los que les pasen cosas. Hay muchos personajes a los que no les ocurre nada. A mí me gusta mucho mi oficio y creo que mi ochomil es acercarme a personajes que me exijan tener que poner en ellos todo lo que sé y puedo aprender. Eso es lo que me gusta y lo que quiero. Todo lo demás, como en la montaña, es como con la climatología. No depende de ti.
Alrededor del alpinismo y de muchos deportes de riesgo hay una especie de mística. ¿Os ayudó Jordi a entender qué les lleva a jugarse la vida?
Patricia: Nos ayudó a aproximarnos a esa idea. Realmente Jordi tiene una visión muy mística de la montaña. Estaba pensando en la pregunta que le has hecho a Javi y él habla de que hay diferentes maneras de vivir la cima. En el fondo hay muchos alpinistas que en realidad están buscando una conexión, él lo llama el aquelarre. Tú puedes hacer cima, pero puede que no tengas esa sensación. El personaje de Ione al principio de la película no sabe mirar a la montaña, y eso que ha completado los catorce ochomiles. La tiene delante y aún así no la sabe ver. Nos hablaba mucho con ese lenguaje de la mística de ese aquelarre. Creo que tiene mucha lógica, aunque haya muchos alpinistas que no compartan esa forma de verlo. Hay algo en esa experiencia límite que es muy espiritual. Te saca de la rutina, de la comodidad, del sistema, de la civilización y te enfrenta cara a cara con la supervivencia en situaciones muy extremas. Creo que ahí pasan cosas y se transforman cosas.
¿Cómo fue el rodaje en un escenario tan inhóspito como la montaña y la nieve?
Javier: Te pone en tu sitio desde el principio. No te lo puedes imaginar. Todo el escenario te condiciona. Pasas frío, estás en un refugio, si tienes que dormir en una cama es una cama dura, cuando te caes, te caes… Todo eso nos ha ayudado mucho a que todo sea muy de verdad. Eso permitía que sintiéramos que no estábamos actuando, sino que lo que le ocurría a los personajes era de verdad.
Patricia: Todo lo que ves en pantalla está pasando. Estás frío, tienes que andar por la nieve, hay una ventisca encima, vives cada día con un gran esfuerzo físico que sale de tu rutina… A efectos prácticos es como si estuvieras viviendo en la montaña. Estás metida en un refugio oscuro que es de piedra y que huele a piedra. En nuestro trabajo no viene todo de dentro, ni es todo imaginación, lógica o emoción. También se trabaja desde fuera. Tienes que dejarte afectar por el lugar en el que estás. Inevitablemente, el lugar te afecta. Tienes que poner obstáculos para que eso no pase. Todos esos elementos jugaban a favor de la historia. Era difícil, pero ayudaba a llevar la película a su cauce.
Nunca habéis trabajado juntos. Esta película no habría funcionado si no estuvierais en sintonía. ¿Cómo ha sido compartir escena en una historia en la que estáis solos en pantalla durante gran parte del metraje?
Javier: Para mí un valor añadido de hacer la película era que estuviera Patricia. Me gustaba mucho antes de conocerla. Ahora me gusta mucho más. Es una de las mejores actrices con las que he currado. Tiene un nivel de autoexigencia descomunal que hace que te subas a ese carro y que puedan surgir cosas que no estaban previstas. Cosas desde lo sutil, desde lo real. Siempre digo que hay actores que juegan muy bien y hay otros actores que dan juego para que los demás puedan participar. Patri es de las que dan muchísimo juego. Nos pone a todos en un lugar muy guay. En ese sentido fue genial que fuéramos solo dos, porque tener delante algo tan brutal hace que lo que esté escrito pase a otra dimensión.
Patricia: Qué maravilla, por favor. Así da gusto. Para una actriz es muy enriquecedor cuando encuentras a alguien con el que compartes el lenguaje. Con eso me refiero a la mirada que hay con el trabajo y desde donde se enfoca el personaje y la propia película. Desde los ensayos lo notamos. Trabajar con Javier fue una de las motivaciones para querer hacerla, pero nunca sabes lo que va a pasar en un rodaje. Hay maneras muy diferentes de enfrentarse al trabajo. En La cima nos dimos cuenta de que hablamos el mismo idioma y es guay. Todo el trabajo que él hace es trabajo que a ti te regala y te facilita las cosas. Todas las puertas que él abre son cosas que yo también puedo explorar. De repente añades capas, capas y capas y descubres todas esas sutilezas. Si tu compañero no permite eso, tú no puedes hacer nada. Nos entendimos muy bien en esa búsqueda. Nos permitía ir más allá y evitar el trazo gordo. Esa conexión permite que se abra ese espectro y pasen cosas muy enriquecedoras.
¿Qué se siente al estar presentando La Cima en Málaga después de una producción tan complicada como ha tenido?
Patricia: Es un logro. Ha sido un rodaje complicado a nivel de producción. Evidentemente, fue más complicado de lo normal al estar rodando en decorados reales en pleno invierno en el Pirineo y con un montón de contratiempos. Ha sido un triunfo sacar adelante una película como esta, que es pequeña entre comillas. Es una alegría estar hoy aquí enseñando la película, compartirla con la gente y que por fin llegue a los cines. Es un día emocionante para todos.
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