'Stranger Things 4' se despide como el blockbuster del año con un épico final con luces y (pocas) sombras
Analizamos con spoilers la cuarta entrega de la serie creada por los hermanos Duffer para Netflix, que ha cerrado su temporada más ambiciosa siendo fiel a sí misma.
5 julio, 2022 09:04Noticias relacionadas
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Stranger Things ha cerrado su temporada más ambiciosa siendo fiel a sí misma y a la grandilocuente apuesta de los hermanos Duffer para la penúltima entrega de la serie estrella de Netflix.
La épica y la emoción fueron los ingredientes estrella de un espectáculo audiovisual de un calibre rara vez visto en televisión, un final que se sobrepuso a sus propios aires de grandeza (con 2h y 30 minutos, The Piggyback es probablemente el episodio más largo en la historia de la televisión estadounidense) y al desequilibrio de las tramas principales derivado del primer volumen de una temporada tan imperfecta como simplemente arrolladora. Con sus luces (mayoría) y sus sombras, Stranger Things es el blockbuster del año.
El primer capítulo del volumen 2 nos ayudó a entender de una vez por todas el papel de Brenner en la mitología de la serie. “Tú eres el verdadero monstruo”, dice su supuesta protegida después de enterarse de que todo este tiempo no había sido una herramienta más del científico para encontrar a 001 (el mejor villano que ha dado Stranger Things hasta ahora). Si para encontrar al experimento que lo empezó todo tenía que llevar al límite a una niña o crear una boca del infierno en un pueblo aparentemente idílico de la América profunda, que así fuera.
La huida de Once del centro de investigación, su adiós a Brenner, el reencuentro con sus amigos y su posterior duelo en el desierto con un helicóptero dieron un final asombroso para un octavo episodio que había dedicado su primera parte al aspecto más emocional de la serie, uno de los puntos fuertes de la cuarta entrega.
Desde el momento en que Will se rompe y reconoce ante un torpe Mike que él, como Once, se ha sentido como una aberración por ser diferente (confirmando, sin verbalizar, la teoría de que era gay, una conversación que Jonathan recoge en el siguiente episodio en uno de los instantes más emocionantes del desenlace) al largamente esperado primer beso de Hopper y Joyce, pasando por el acercamiento entre Max y Lucas, la conversación en la que Eddie pide a Dustin que no cambien nunca o el momento de tensión sexual no resuelta entre Nancy y Steve, Stranger Things prepara al espectador para que el gran enfrentamiento con Vecna pueda ser el final del camino para algunos de sus personajes favoritos.
Cumpliendo las apuestas de los fans y manteniendo la costumbre de la serie de sacrificar a personajes secundarios (como Billy y Bob), el único de la pandilla en perder la vida fue el último en llegar: Eddie. El guion ya había construido de forma poco sutil el futuro sacrificio del rockero (protagonista de otro de los momentazos de la final mientras toca Master of Puppets, de Metallica, subido a un autobús) en una conversación previa con Steve, que insistió en que nadie debía hacerse el héroe. Con su muerte, se cierra el círculo iniciado en el arranque de la temporada, cuando Eddie huyó después de la primera aparición letal de Vecna.
La emotiva conversación entre Dustin y el tío de Eddie compensa la sorprendente decisión de la serie de no convertir al personaje en el héroe anónimo del pueblo. Al final, Hawkins sigue pensando que era culpable. Por suerte, el brutal final de Jason (el alumno popular obsesionado con que Eddie había asesinado a su novia Chrissy, un personaje con potencial que murió demasiado pronto) mientras es partido en dos por el fuego incandescente es la retorcida forma que tiene la serie de vengar el adiós de un personaje que enamoró al público tras el incremento de su peso en las tramas en la segunda mitad de la temporada.
Más debatible es lo que pasa con Max, un personaje que jugó con fuego al ofrecerse como voluntaria para ser el cebo de Vecna. Por cuestión de segundos, la némesis de Once se adelanta a los lanzallamas de Steve, Nancy y Robin y consigue empezar a romper los huesos de la adolescente ante la desesperación de un devastado Lucas. Durante unos segundos, está muerta. Ese minuto es tiempo suficiente para que la puerta del mundo Del Revés se abra en Hawkins y la audiencia sufra en sus propias carnes la muerte de un personaje protagonista por primera vez.
El disgusto no dura demasiado tiempo. Once no soporta que su amiga muera y telepáticamente consigue impedir in extremis su asesinato (gracias al efecto multiplicador de poderes de sus recuerdos felices junto a ella), aunque Max acaba la temporada en coma en el hospital. Stranger Things es mejor gracias a Sadie Sink, pero la salvación de Max en el último momento confirma la evidente resistencia de los Duffer a matar a los personajes principales a pesar de estar expuestos al apocalipsis una y otra vez.
Ya sucedió al final de la tercera temporada, cuando Hooper cayó víctima de una gran explosión sin que Joyce pudiera hacer nada por salvarle. Minutos después, la serie se echaba atrás y confirmaba que el personaje interpretado por David Harbour seguía vivo y estaba recluido en una cárcel rusa junto a un demogorgon (con el que protagoniza un espectacular enfrentamiento en la prisión en el último episodio, un cierre para una trama que casi acaba justificando la travesía por el desierto que fue en varios capítulos). La serie no se atrevió a matar a uno de los personajes preferidos por el público entonces y tampoco ahora.
Si Stranger Things se ha convertido en la serie más comentada y mediática de los últimos años, es por secuencias como el segundo duelo entre Vecna y Once, un reencuentro que esperábamos desde que descubrimos en el séptimo capítulo (quizás el mejor de la temporada - y de toda la serie - junto a Querido Billy, el episodio centrado en Max y que ha llevado a Kate Bush a los primeros puestos de las listas con Running up that hill) la verdadera identidad del malo de la temporada y su conexión con la protagonista.
Momentos como el clímax en paralelo con el sacrificio de Eddie, el ataque de Steve, Robin y Nancy (otra de las revelaciones de la temporada) y el duelo final entre el demogorgon y Hopper llevan a Stranger Things al terreno de los mejores blockbusters, en la pequeña o la gran pantalla. El final es excesivamente largo, abusa de la narración partida - incluso cuando los tiempos no encajan - y en ocasiones peca de repetitivo, pero también está plagado de detalles y secuencias que justifican la obsesión colectiva con una serie que muchos intentaron hacer de menos por sus homenajes constantes, confesos y reconocibles al cine de los años 80.
Otro de los aciertos del final de la cuarta temporada ha sido que, por primera vez en su historia, el clímax de Stranger Things decidió mantener separados a sus protagonistas. La batalla contra Vecna se libró desde Hawkins, pero también desde Rusia y Nevada, el punto de encuentro de Once y los amigos que todavía seguían en California. La pandilla se acaba reuniendo en Hawkins en un emotivo epílogo (con el reencuentro entre Hooper y Once a la cabeza) que siembra las bases de la quinta y última temporada de la serie y la inminente invasión del mundo Del Revés.
Si consigue escapar de ciertos excesos y vuelve a prestar atención a personajes como Mike y Will, nada podrá impedir que el final de la serie de Netflix vaya a ser el fenómeno más importante de la televisión desde el final de Juego de tronos. Y, no nos engañemos, probablemente siga siéndolo aunque no sea capaz de caer en esos vicios.
Las cuatro temporadas de 'Stranger Things' ya están disponibles en Netflix.
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