Hasta no hace demasiados años, cuando un sevillano acudía al centro de salud o al hospital, no era infrecuente escucharle decir "todo está en mi historial clínico" y señalaba un sobre gigantesco que contenía radiografías, estudios analíticos y una multitud de documentos, en ocasiones desordenados y a veces hasta descoloridos.
Afortunadamente, con la llegada de la tecnología digital, los formatos de historia clínica de salud cambiaron.
En Andalucía, se desarrolló un modelo de historia digital al que denominaron de forma genérica "Diraya" ("conocimiento" en árabe) y que permitió, no sin múltiples incidencias en los procesos iniciales de su desarrollo, que el ciudadano dispusiera de una única historia clínica digital que pudiera ser consultada por los profesionales sanitarios con independencia del lugar donde se produjese la asistencia clínica.
La digitalización ha permitido un incremento de la accesibilidad a la información clínica, de modo que el médico, o incluso el propio paciente, puede acceder a datos analíticos, imágenes clínicas e informes asistenciales de manera rápida, todo ello con un menor riesgo de pérdida de datos clínicos que en los antiguos formatos de historia clínica en papel.
Sin embargo, la facilidad de acceso a información clínica, que contiene datos privados e íntimos de las personas, no está exenta de riesgo.
En la actualidad, el Parlamento Europeo está estableciendo las normas para la creación del Espacio Europeo de Datos Sanitarios, el cual incluirá las historias clínicas de todos los ciudadanos europeos y será accesible para la atención de pacientes y el desarrollo de proyectos de investigación clínica. El potencial beneficio que se puede asociar a dicho proyecto se asocia a una serie de riesgos éticos significativos que deben ser considerados cuidadosamente para asegurar la protección de los derechos y la privacidad de los ciudadanos.
La recopilación y almacenamiento masivos de datos de salud presenta un riesgo considerable de violaciones de privacidad y seguridad. La posibilidad de que datos sensibles sean expuestos o utilizados indebidamente por agentes malintencionados plantea una amenaza significativa.
Uno de los desafíos éticos más importantes es asegurar que los ciudadanos otorguen su consentimiento de manera informada y voluntaria para el almacenamiento y gestión de esos datos. ¿Se nos pedirá dicha autorización a los ciudadanos?
Existe un riesgo de que los datos de salud sean utilizados de manera que perpetúen o exacerben las desigualdades existentes. Por ejemplo, el uso de algoritmos y tecnologías de inteligencia artificial en la toma de decisiones clínicas podría introducir sesgos que afecten desproporcionadamente a ciertos grupos de población. Por lo tanto, sería fundamental establecer protecciones para garantizar que el uso de estos datos no produzca inequidades o discriminaciones injustas en cuanto al acceso y la calidad de la atención sanitaria.
Si no se respeta el control del paciente sobre su propia información médica, el manejo centralizado de los datos de salud también podría socavar su autonomía. Los pacientes no solo deberían poder acceder fácilmente a sus propios datos, sino también tener la opción de decidir quién más puede acceder a ellos y con qué propósito.
La creación y mantenimiento del Espacio Europeo de Datos Sanitarios deberían estar sujetos a altos niveles de transparencia y responsabilidad, con rendición de cuentas de sus acciones y decisiones por parte de las entidades responsables de la gestión de dichos datos.
El potencial uso comercial de los datos de salud es otra preocupación ética significativa. Es crucial que exista una regulación estricta sobre cómo los datos pueden ser utilizados por entidades comerciales, y de cualquier beneficio económico derivado del uso de estos datos.
La soberanía de los datos es también crucial. Es importante que la gestión y almacenamiento de los datos relacionados con la salud se lleve a cabo de manera que se respete la soberanía de cada país miembro de la Unión Europea, evitando una concentración excesiva que podría resultar en conflictos de jurisdicción y control.
Los tiempos en la medicina y en la tecnología digital han cambiado. Mi historia clínica ya no estará en ese viejo sobre en el hospital, sino que también estará en Bruselas, en Berlín, o en algún lugar que nunca conoceré. Ventajas, muchas e indudables; riesgos para la libertad de los ciudadanos, también.