Que dos jóvenes se vean desbordados por la pasión no es algo extraño. Y que improvisen un lugar donde dar rienda suelta al acaloramiento, tampoco. Lo que hasta hace una semana ya podía resultar menos usual era que estas muestras de amor ocurrieran no sólo a la vista de cualquiera sino en un concurrido andén de metro. Sucedió en Barcelona, en la estación de Liceu: lo que empezaron siendo unos arrumacos acaba, instantes después, en un coito sobre el banco de la parada. Alrededor de la pareja sólo quedó a su alcance la ropa que ambos se habín quitado mientras el resto de viajeros, a una distancia prudencial, comentaba, reía o se indignaba con la escena.
No obstante, pese al ruido generado, que se practique sexo en el metro de la ciudad condal es algo "habitual", según la diputada de la CUP Mireia Boya, que catalogaba el hecho en una intervención en Catalunya Radio como "anecdótico tema menor".
Anna Gabriel, portavoz de la formación independentista y cabeza visible de la misma, no sólo defendió la misma tesis de su compañera sino que fue más allá, culpando de la reacción que provocó el hecho a la "iglesia católica" y a la "moral" y el "puritanismo" que ha instaurado en nuestro país, que ha llevado a considerar el sexo como un "pecado".
Pero esta alusión no es única ni casual. Porque la religión, el machismo y las imposiciones aparecen de forma recurrente en el discurso de la CUP como causa de algunos temas que, en los últimos tiempos, han tocado el ámbito de la mujer. En este caso del metro fue el sexo pero afecta a muchos más temas.
"Imposiciones" respecto a la menstruación
Defendida como una medida para "mejorar la vida en el ámbito de la salud sexual de las mujeres jóvenes", el grupo municipal de la CUP en el ayuntamiento de Manresa (Barcelona) presentó una moción para fomentar "métodos alternativos a la recogida del sangrado, como las copas menstruales, las compresas de tela o las esponjas marinas".
Tal fue el revuelo en las redes que las diputadas de la formación anticapitalista emitieron un comunicado en el que argumentan su idea para combatir la "imposición" de los métodos actuales frente a los que consideran "menos agresivos para nuestra salud, más comprometidos con el medio ambiente y también más económicos". Por ejemplo la copa menstrual, que Anna Gabriel afirmaba que había regalado a su sobrina.
"NIETAS DE BRUJAS"
"Soy puta, traidora, amargada y malfollada...". Las palabras las pronuncia Anna Gabriel pero realmente el 'guión' ya le venía dado por los insultos que tanto ella como sus compañeras en la formación anticapitalista reciben en las redes sociales, especialmente intensos durante la fase en la que CUP y Junts pel Sí negociaban la formación de un gobierno catalán sin Artur Mas.
La intervención, en la que Gabriel presentaba junto a ella a "las nietas de las brujas que ni pudieron quemar", contó con testimonios similares de compañeras, que aludieron al "machismo" que pretende "intimidar y desincentivar" el trabajo de las mujeres en la política. "Hubo insultos de todo tipo", recordaba Anna Gabriel en una entrevista, aludiendo a lo mucho que le molestó, por ejemplo, que la relacionaran con el CNI. "Hay que hacer una lectura feminista del capitalismo", concluyó en la misma charla.
"FEMINICIDIO EN LOS PAÍSES CATALANES"
Otra de las propuestas de la CUP es la de concienciar sobre la violencia hacia la mujer y denunciar esta lacra que azota a toda España, una causa noble y necesaria. Sin embargo, el "gesto simbólico" que solicitaban después de cada asesinato, que consistía en parar durante cinco minutos todos los transportes de Barcelona para concienciar a la población, sólo buscaba la denuncia de los "feminicidios en los Países Catalanes".