A poco más de un mes para que se celebren los Juegos Olímpicos de Río, en Brasil no parecen estar muy de acuerdo con la idea de que cientos de atletas, turistas, representantes políticos y quien quiera que decida acercarse a ‘disfrutar’ de las olimpiadas llenen las calles de un país en una alarmante situación económica y social.
Para que quede claro, una enorme pancarta con un saludo da la ‘bienvenida’ a quienes aparecen por la puerta de llegadas. En él se puede leer, en mayúsculas y en inglés, “Welcome to Hell”. O lo que es lo mismo: bienvenidos al infierno, añadiendo como subtítulo el mensaje de que “policías y bomberos no cobran. Cualquier persona que llegue a Río no estará segura”.
Si algo llama la atención de esta enorme pancarta es precisamente quienes se encargan de sostenerla. Hace apenas una semana que el gobierno del país declaró que sólo tenía presupuesto para rellenar los tanques de los coches de policía hasta este fin de semana. Situación que hace que los agentes y bomberos de Río teman por la seguridad de los ciudadanos, tanto de quienes están dentro como de quienes llegan cada día.
La imagen no ha tardado en hacerse viral y son muchas las personas que ven en ella un símbolo de la cada vez más generalizada duda: ¿está Brasil listo para albergar unos Juegos Olímpicos?
Olímpicamente desbordados
A principios de este mes el gobierno brasileño declaró “un estado de calamidad financiera” en Río. El gobernador de la ciudad, Francisco Dornelles, no dio demasiadas esperanzas al reconocer públicamente que la crisis podría llevar al “colapso total en la seguridad pública, la salud, la educación, el transporte y la gestión del medio ambiente”.
El dinero aún no llega y esto puede provocar que los Juegos Olímpicos sean un enorme fracaso
Muchos ciudadanos esperaban que al declararse el estado de crisis podrían liberarse los fondos de emergencia necesarios para solventar la situación y hacer frente a la llegada masiva de turistas y participantes en los Juegos Olímpicos.
Pero no ha sido así. Como aseguraba el propio Dornelles “el dinero aún no llega” y esto puede provocar que “los Juegos Olímpicos sean un enorme fracaso”.
El miedo de las fuerzas de seguridad
Este lunes cientos de funcionarios se manifestaron paralizando durante ocho horas sus tareas para denunciar, entre otras cosas, que llevan varios meses sin cobrar.
Una situación que prevén puede derivar en el descontrol de los violentos conflictos callejeros a los que la Policía no puede hacer frente. Teniendo en cuenta que desde el Sindicato de los Comisarios de la Policía (Sindelpol) de Río se denunciaba la falta de agua, papel higiénico y tinta para imprimir denuncias en las comisarías, cabría esperar que dar cobertura a problemas de mayor envergadura les va a ser imposible.
Bienvenidos al infierno. Policías y bomberos no cobran. Cualquier persona que llegue a Río no estará segura
“Estamos en una situación límite”, explicaba el presidente de Sindelpol, Rafael Barcia, en el Diario Cuatro Vientos. “La semana pasada un comisario hizo una reclamación sobre la imposibilidad de usar un helicóptero para perseguir a un traficante”.
Patrullas paralizadas por falta de combustible para poder desplazarse y una flota de vehículos inservibles –tan solo tres de los seis tanques blindados de la Policía Civil funcionan–, dejan a las fuerzas de seguridad de la capital brasileña con preocupación y miedo ante la idea de que cientos de personas acudan a ese 'infierno'.
Bienvenidos a un país en crisis
Las pancartas del Sindicato de Policía no son los únicos mensajes de aviso, advertencia, denuncia o crítica que podemos encontrar en las paredes y muros de la ciudad y que ponen en duda la seguridad de la ciudad olímpica.
A menos de 40 días de que se inauguren los Juegos Olímpicos, las estadísticas oficiales hablan por sí solas: el número de homicidios y robos ha aumentado notablemente en el último semestre en Río de Janeiro. Sin ir más lejos, durante la noche del domingo una de las principales carreteras de la ciudad, la Avenida de Brasil, fue escenario de un asalto armado a varios grupos de conductores que estaban dentro de sus vehículos.
Como era de esperar la violencia también está afectando a los atletas. Así les ocurrió el mes pasado a tres miembros del equipo español de vela que fueron atracados a punta de pistola cuando iban a desayunar. “Eran cinco menores con dos pistolas. A mí me han robado todo el instrumental de trabajo que llevábamos en aquel momento. Ha sido una experiencia muy desagradable”, explicaba el campeón mundial Santi López-Vázquez.
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