No todos saben pronunciar su nombre, pero en España son muchos los que utilizan ya esta plataforma de alojamientos ofrecidos por particulares ya sea para buscar un nuevo lugar de vacaciones veraniegas, hacer una escapada romántica o aspirar a dormir en algunas casas que de otra manera nunca podrían visitar. Pero esta abanderada del llamado consumo colaborativo y cuyo cambio de logo generó tanta polémica hace un par de años (algunos aún afirman que es claramente una entrepierna femenina) alberga mucho más que casas.
La imaginación desbordante de aquellos que quieren sacarse unos euros como anfitriones en estos tiempos de carestía económica y esa necesidad imperiosa que tenemos por vivir nuevas experiencias a la hora de hacer turismo han transformado a Airbnb en un cajón de sastre en el que puede encontrarse de todo. A continuación ofrecemos una selección de los lugares más raros, curiosos y extravagantes que están disponibles en la web.
Cabaña en el árbol. Son unos de los elementos más míticos de las películas americanas y que más envidia despiertan en aquellos que aún tenemos un niño interior. Sí, con Airbnb puedes sentirte como un pequeño estadounidense o como el mismísimo Tarzán. En esa cabaña lo ponen fácil ya que como cabecero de cama tienen un póster de la que bien podría ser la mona Chita. Lamentablemente solo podrás llevarte a las alturas a tu Jane particular, porque en las normas dicen que no aceptan mascotas.
Viajeros al tren. Otro de los clichés que de vez en cuando aparecen en las películas y series de EE.UU son esos trenes de mercancías en los que acaba colándose algún personaje o en los que ya hay algún mendigo durmiendo. No hace falta que cruces el charco para cumplir ese otro sueño yanqui. Basta con que viajes a Murcia. Juan ofrece varios apartamentos hechos a partir de antiguos vagones que han sido rehabilitados y dotados con todo lujo de detalles. No se mueven, no hacen chucuchú y tampoco tienen la emoción de que aparezca el revisor, pero son bastante más cómodos que pernoctar entre pajas o cajas.
Cúpula geodésica. Parecen edificios futuristas, pero su inventor, el arquitecto americano Richard Buckminster Fuller, patentó estas estructuras semiesféricas compuestas por triángulos u otras formas en 1947. Su peculiaridad es que no necesitan vigas u otros soportes. Con Airbnb puedes alojarte en el interior de una de ellas en plena naturaleza cerca de Facinas, en Tarifa, por 52 euros la noche. Sus lonas se puede retirar para crear ventanas o para poner el domo casi al aire libre.
Cueva para supervivientes. No busques comodidades en este lugar situado en pleno campo y a 7 kilómetros del pueblo más cercano. Es una cueva en la que no hay agua corriente, cuarto de baño, ni tampoco electricidad. Hay un par de riachuelos cerca, pero no tienen agua potable. Ya lo dicen sus anfitriones: “El único lujo que ofrecemos es estar solo tú y la naturaleza, tener días puros, de descanso”. Es ideal para meterte en la piel de un auténtico troglodita o sentirte como un oso en plena hibernación.
Chabola ibicenca. ¿Has pensado en alguna ocasión cómo sería pasar la noche en una auténtica chabola? No te dejes engañar por la descripción de este anuncio y la lengua de Shakespeare, porque aquí has encontrado una. Donde dice “rural wood and glass house “ se refiere a una minúscula construcción hecha con puertas reusadas, cristales y todo lo que le ha ido sobrando a su propietario. Quedarse en esta casa al “viejo estilo de Ibiza” para aventureros solitarios que parece digna de un chatarrero sale por 25 euros el día.
Castro místico. En el remoto Cañizal de Rueda podemos experimentar lo que es literalmente alojarse en “la nada” y escuchar el silencio. Según su propietario, esta choza hecha a base de piedras y ramas y construida sobre un cementerio lunar celta tiene cuatro camas y capacidad para cuatro huéspedes. No hay fotos del interior, pero confiamos en la palabra de Nacho.
La casa de la birra. Mahou aún no se ha lanzado a ceder sus instalaciones para el disfrute de los particulares, pero mientras se lo piensa podemos resguardarnos en lugares de similares características, aunque algo más modestos. 40 euros cuesta alquilar una habitación en esta antigua casa de la peleadora de lúpulo con sus secaderos. No es un 5 estrellas, pero tiene su aquel. Además “puedes probar todas las cervezas elaboradas en León”, según promete su anfitrión.
Hogar de campeones. Si eres más de vino que de cerveza y también te gusta el fútbol, puedes alojarte en las bodegas de la familia de Iniesta, pasear por sus viñedos y tomarte una copa. No muy lejos de allí está el pueblo de Andrés, Fuentealbilla, en el que hay una estatua y un museo (antes bar) dedicado al jugador del FC Barcelona y de la selección española y para algunos, héroe nacional. Lo ha puesto en marcha el abuelo del deportista.
Isla con castillo. ¿Quién quiere solo una torre cuando puede tener todo un complejo fortificado entero para él? Este castillo está situado en una pequeña ínsula en pleno pantano del Burguillo (Ávila) y solo se puede acceder a él en barca. Un sitio ‘real’ para relajarse, conspirar o convertirse en leyenda perfecto si quieres darte un caprichito de 1200 euros. El pago a Caronte no está incluido.
Torreón. Por 95 euros la noche puedes alquilar esta torre de defensa medieval del siglo SVI perfectamente reformada y con todo tipo de comodidades. Hay múltiples actividades a su alrededor (el mar solo está a un kilómetro), pero si quieres quedarte en casa puedes fantasear con que eres un personaje de tronos que domina el mundo desde sus almenas o una princesa encerrada que tiene que tirar una trenza desde su dormitorio para que su príncipe venga a rescatarla.
Autobús playero. ¿Qué gracia tiene dormir en un autobús si ya has planchado la oreja muchas veces en uno de camino de la universidad, yendo al trabajo o simplemente de viaje? No estamos ante un bus cualquiera. Aquí no hay señoras que hablan a gritos con sus nietos por teléfono, adolescentes que escuchan regaetton a todo volumen o conductores con palillo entre los dientes. Se trata de un elegante modelo del servicio postal suizo de 1954 restaurado y ubicado en plena cala ibicenca. Conduce, maldice y dale a la bota. La pega es que un ‘viaje’ en esta preciosidad cuesta casi veinte veces más que un billete sencillo de metrobús.
Hamaca y ya. Hay gente que alquila una habitación, una cama o un sofá, pero siempre se puede ser más simple y reducir el lecho a la mínima expresión. ¿Por qué no sacarse unas perras rentando esa vieja hamaca que tienes en la terraza? 25 euros pide César por dormir en la suya. Eso sí, tiene techo, mesa para comer y está rodeada de plantas. Además, no le falta poesía y retórica para vender su espacio. “En verano huele a jazmín y se oye una pequeña fuente”, cuenta, poniendo énfasis en su uso para el cálido clima murciano y en que es una forma “original y diferente” de descansar en un viaje. “Si viajaras al Caribe, en muchas casas duermen así cada día”, continúa argumentando el anfitrión. Sí, claro, muchos faquires duermen también en camas con pinchos, pero no, de esas no hemos encontrado ninguna en Airbnb.
Yurta nudista. Sin abandonar la región murciana, en Cartagena, podemos encontrar un lugar más resguardado que el anterior pero bastante más exótico. Es una yurta, una de esas viviendas usadas aún por los nómadas mongoles y utilizadas por distintos pueblos a lo largo de la historia. A este viaje deberás ir con poco equipaje, pero cargado de mente abierta, porque el emplazamiento se encuentra situado en un camping naturista. Además de poder ir en pelota picada por el recinto y disfrutar de actividades lúdicas, los anfitriones ofrecen masajes a los huéspedes.
Cambio de casa… y de pareja. El turismo sexual tampoco podía faltar en Airbnb, aunque este tipo de alojamientos son prácticamente inexistentes en la plataforma de consumo colaborativo. En Arrecife (Lanzarote) se alquilan habitaciones más ‘colaborativas’ que nunca. Tienen las paredes pintadas de rosa, muchos espejos y una gran cama en el centro de la estancia. Han sido “pensadas para parejas liberales, que busquen nuevas experiencias con otras parejas de gustos similares”. Los solteros y viajes solitarios que quieran “enriquecer sus vidas de una forma divertida y segura y quieran pasar unas vacaciones diferentes” también son bienvenidos. No hay muchas más normas, solo que los encuentros sean consentidos y consensuados.
Mazmorra sin dragones. ¿Eres fan de 50 sombras de Grey? Puedes alojarte en una casa BDSM y escoger entre espacios bastante peculiares como una habitación zulo, una jaula con su comedero de perro incluido y un cartón de leche (con Mega 3, eso sí) o una pared en la que estarás atado de pies y manos. Puedes hospedarte simplemente en el piso o ser un sumiso del anfitrión, aunque esto último deberás comunicárselo al anfitrión por WhatsApp para que quede constancia por escrito. Hay WiFi y juguetes para probar.
El templo del gurú sexual. A primera vista nada hace sospechar de lo que se esconde realmente tras este “chalet adosado con jardín privado”. Para descubrirlo hay que adentrarse en el perfil del alojamiento y la descripción del anfitrión. Shiva Rey, que así se hace llamar el propietario, ofrece su casa únicamente a “mujeres amantes del yoga”. Por 53 euros proporciona estancia, uso y disfrute de un solárium y conocimientos de Sexual Awakening for Women, Aroma & Spa, talleres de alquimia tántrika, masajes orientales, holísticos, sensitivos y TuiNa, biodepilación íntima Halawa y otros eufemismos sexuales. Si eres una “mujer dinámica, que desea profundizar y evolucionar en todos los aspectos de tu sagrada feminidad de manera Lúdica, Gozosa y Luminosa”, el maestro te hace un hueco en su morada.