Verónica Pérez ha dado el salto a la primera línea de la política nacional de un modo explosivo: presentándose como "la máxima autoridad en el PSOE, les guste o no" ante la sede socialista de Ferraz. Lo hace en calidad de presidenta del Comité Federal, un órgano que, según interpretan los críticos, ha depuesto de su cargo a Pedro Sánchez al presentar la mitad más uno de los miembros de la Ejecutiva su dimisión.
Pero Pérez no es ninguna desconocida para los andaluces. Mano derecha de Susana Díaz, es también la presidenta del PSOE de Sevilla. Y al igual que Díaz, apostó en el proceso de primarias por el que fue elegido el sucesor de Alfredo Pérez-Rubalcaba a caballo ganador. Y Pedro Sánchez la supo recompensar: fue él quien la elevó a la presidencia del Comité Federal, el cargo que ahora reivindica para imponerse sobre él.
Afectuosamente, Pérez agradecía el 13 de septiembre la designación y la definía como "un orgullo y una responsabilidad". Sánchez contestaba con el mismo cariño: una sonrisa y "un beso".
En 2014 todo era almíbar entre los dos. La cuenta de Twitter de Pérez es una anomalía en el panorama político español: la creó muy tempranamente, en febrero de 2011, cuando esta red social apenas daba sus primeros titubeos en España. Pero desde el primer momento la utilizó como herramienta política contundente. Hay pocas torpezas y referencias a la vida personal como las que persiguen a Pedro Sánchez: su timeline no se desvía del apoyo sin fisuras a Susana Díaz y a José Antonio Griñán entremezclado con las críticas al PP y, desde su entrada en el parlamento andaluz, a Podemos.
Los ánimos se enfriaron en los meses posteriores, pero Pérez todavía arrimaba el hombro para apoyar al candidato del PSOE para el 20-D. Poco después de los malos resultados electorales comenzaban las críticas veladas y las gélidas referencias, sin citar ya su cuenta, de cara al 26-J. El estallido ha llegado abiertamente tras la reciente debacle en las elecciones vascas y gallegas.
Cuando las crisis las tenían los otros
El tono combativo de la cuenta de Verónica Pérez no ha dejado de aprovechar la ocasión de hacer sangre con los enfrentamientos en los partidos rivales. Se regodeó especialmente con la primera crisis de Podemos entre pablistas y errejonistas desencadenada por la destitución de Sergio Pascual, el antecesor de Pablo Echenique como secretario de Organización Territorial. Las tensiones en IU y los reproches al PP, de los más variopinto, salpican el timeline.
Antes que sanchista, chaconista
No es la primera vez que Pérez tiene que hacer ciaboga en materia de política interna. En 2012 tomó partido por la candidatura de Carme Chacón que disputó el liderazgo socialista a Alfredo Pérez-Rubalcaba. El pulso de la catalana fracasó y Pérez, al igual que el resto del PSOE andaluz, entró en vereda hasta las primarias de 2014.
Los ERE, problema del PP
La defensa de Susana Díaz y José Antonio Griñán ha sido irredenta en el perfil de Pérez. Hasta el punto de que, hasta que fue imposible negar la evidencia, el caso EREs era un problema de corrupción... del PP. Todavía, al hacerse público los cargos contra Griñán y Manuel Chaves en el proceso, lo achacaba a una cortina de humo del Partido Popular para tapar su famoso 'Martes y trece' de la corrupción.
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