El guión de las reacciones al tradicional mensaje de Navidad del rey de España se ha salido este año de las pautas habituales. No tanto por las respuestas políticas, que han entrado en lo previsible: los partidos institucionalistas han aplaudido el mensaje de unidad - si bien liviano - mientras las formaciones nacionalistas y republicanas lo han colmado de reproches, destacándose fiel a su estilo Gabriel Rufián de ERC con una carta abierta en eldiario.es a "un señor que vive en un palacio pagado por todos y al que no ha votado nadie".
Ha sido en paralelo a las declaraciones políticas cuando se ha producido un hecho inusual. El día de Navidad, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha presentaba una queja ante la Oficina del Defensor del Pueblo por algunas de las afirmaciones realizadas por el Rey en su discurso al considerarlas contrarias al derecho de las familias de los 114.226 desaparecidos. Concretamente, a la frase: "Son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas".
La Asociación acusa a Felipe VI de haber hecho una "declaración política contraria a los derechos de las víctimas del franquismo" expresada "con un carácter político que no le corresponde a un jefe del Estado no electo y que tiene el deber de representar a toda la sociedad". Denuncia igualmente "la doble moral de las instituciones" que "protege y garantiza" los derechos de las víctimas del terrorismo pero no el los afectados por el franquismo" y termina solicitando a la Defensora del Pueblo que "intervenga para señalar los límites de interpretación política del monarca".
El conocimiento de la queja ha elevado con particular acritud el debate sobre republicanismo y la herencia franquista que tiende a darse en redes tras el discurso de Navidad, y le ha dado una amplitud politica inédita.
Mucho más allá, sin embargo, va el discurso del odio alentado por la controversia. Los recientes casos de procesos abiertos por injurias a la Corona han atenuado este año los mensajes violentos sobre "fusilamientos" y "guillotinas", pero todavía se encuentran reincidentes, y precisamente en el lado de los imputados. El rapero Pablo Hasel ya fue condenado en 2014 por las letras de sus canciones por enaltecimiento del terrorismo y calumnias e injurias contra las instituciones del Estado. Ahora mismo tiene otro proceso abierto por delitos similares en Twitter.
La AN no atendió a la defensa de Hasel que se amparaba en la libertad de expresión para escribir mensajes como "Los parásitos de los Borbones siguen de trapis con los decapitadores de los homosexuales", "Los amigos del reino español bombardeando hospitales mientras Juan Carlos se va de putas con ellos", "Guardia Civil torturando o disparando a emigrantes" o "Es un error no escuchar lo que canto, como Terra Lliure dejando vivo a Losantos". Sin embargo, la presión de la justicia apenas ha rebajado la violencia de los textos del rapero.
Hasel calentaba el ambiente la semana previa al discurso: "Queda poco para uno de los momentos más asquerosos del año: el discurso del rey. Que hace pensar en algo que empieza por G y acaba por A". Evitando hablar explícitamente de "guillotina" el rapero podía esperar evitar otra acusación por amenazas. En las postrímerías del discurso, dejaba el mensaje de "muerte a los Borbones" a otro usuario, del que hacía retuit. El mensaje más demoledor, sin embargo, lo escribía de su puño y letra en la tarde de Navidad, comparando el discurso demócrata del de Felipe VI con las justificaciones de un violador.
Felipe VI y su garrota
El lado más amable de las reacciones al discurso en las redes sociales ha venido, como suele ser habitual, de mano de los montajes. Una captura del gesto crispado del monarca, con los puños apretados en un gesto pugilístico, ha servido para disipar tensiones con humor.