En su tercer discurso como rey de España, Felipe VI ha vuelto al palacio de La Zarzuela pero ha cambiado otra vez de escenario. Esta Nochebuena se ha dirigido a los españoles por primera vez desde su despacho, símbolo del trabajo constitucional realizado como jefe del Estado en 2016: cinco rondas de consultas con los partidos en 10 meses hasta que Mariano Rajoy logró formar Gobierno.

En 2014 se dirigió al país desde una sala familiar de La Zarzuela para pedir el fin de la corrupción “sin contemplaciones” en España. En 2015 escenificó en el Salón del Trono del Palacio Real de Madrid la historia de la institución monárquica para instar al “diálogo” nacional tras la fragmentación del 20D. Este año ha recordado a Cataluña- sin citarla- que no sirve de nada saltarse la ley: “Vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y nuestra libertad sólo lleva, primero, a tensiones y enfrentamientos estériles que no resuelven nada y, luego, al empobrecimiento moral y material de la sociedad”.

Felipe VI: “Vulnerar las normas sólo lleva a tensiones y al empobrecimiento de la sociedad”

Aunque siempre ha hablado de manera implícita y con sobreentendidos, el mensaje de fondo ha sido claro: “Son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas”.

CONVIVENCIA, RESPETO Y EDUCACIÓN

El monarca entiende que su papel no es el del líder político que soluciona problemas inmediatos, sino que ha de poner las luces largas y mostrar los pilares sobre los que ha de construirse la España del siglo XXI: convivencia, respeto y educación. Sobre todo, como armas para enfrentarse a ese “mundo incierto” en el que ha obviado a Donald Trump, el 'brexit', el auge del nacionalismo en Europa o los atentados terroristas, el último esta misma semana en Berlín.

Pero Cataluña, auténtica encrucijada política para España este 2017, ha sido protagonista aunque implícita: “La intolerancia y la exclusión, la negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena, no pueden caber en la España de hoy. Como tampoco son admisibles ni actitudes ni comportamientos que ignoren o desprecien los derechos que tienen y que comparten todos los españoles para la organización de la vida en común”.

Desde el principio de su intervención, Cataluña ha estado presente. “Es en momentos como estos, cuando los sentimientos personales y colectivos de afecto, de amistad y de fraternidad, creados a través de nuestra convivencia, nos recuerdan el gran patrimonio común que compartimos”, ha dicho el rey tras felicitar las fiestas a los españoles también en nombre de la reina Letizia y de sus dos hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. “Un patrimonio que merece el cuidado de todos y que todos debemos ayudar a proteger como lo mejor que tenemos y somos; como lo mejor de lo que nos une”.

NUEVO MODELO DEL MUNDO

El rey Felipe VI, durante el discurso de Nochebuena.

No es sólo en Cataluña, sino en toda España donde han de imperar la “convivencia” y “el respeto y la consideración hacia los demás”: en los colegios, en el trabajo, en la naturaleza, entre hombres y mujeres, hacia los mayores y hacia los que tienen “ideas distintas a las nuestras”. Así lo exige “el nuevo modelo del mundo” consecuencia de los enormes cambios acaecidos en tan poco tiempo y que incluyen la revolución tecnológica: “No debemos esperar a que esa nueva realidad se imponga sobre nosotros; tengamos la fuerza y el empuje suficientes como país para anticiparnos y asumir el protagonismo necesario en la nueva era que se abre ante nosotros. En esa tarea la educación es –y será sin duda– la clave esencial”.

¿Qué tipo de educación? Una que “actualice” permanentemente los conocimientos, que se fomente el humanismo pero también la investigación, la innovación, la creatividad y el espíritu emprendedor: “Rasgos y exigencias de la sociedad del futuro, que es ya la sociedad de nuestros días”.

El mensaje del rey- Zarzuela subraya que no es un discurso al uso- ha durado poco más de 12 minutos. Es el más personal y directo del año y con él intenta entrar directamente en los hogares de los españoles. En la forma, ha ido precedido por imágenes de La Zarzuela y del salón de Audiencias, tan fotografiado este año con los líderes políticos. Lo han cerrado cinco imágenes de actividades de los reyes en España, donde han pasado la mayor parte del tiempo debido a la interinidad del Gobierno.

El rey pide a los partidos que dialoguen

El rey ha incluido a los más desfavorecidos, a los servidores públicos, a los españoles que hacen de su solidaridad la bandera y también a las víctimas de las inundaciones en el sureste español. Ha constatado que la recuperación económica es ya un hecho, pero ha pedido que ésta ha de ser “de calidad”, ha de poner fin a las “desigualdades” y ha de tener en cuenta a los “jóvenes” españoles, los que más sufren el paro.

AÑO COMPLICADO

El 2016 que ya termina ha sido complicado para el rey. En lo político, una situación inicialmente inédita se transformó en insólita: junto a las cinco rondas de consultas en 10 meses (su padre, Juan Carlos I, celebró diez en 38 años y medio), dos investiduras fallidas, dos elecciones generales y un desistimiento por parte del presidente del Gobierno. Lo nunca visto cuatro décadas de democracia.

Como tampoco sucedió nunca en la historia de la monarquía que uno de sus miembros se sentara en el banquillo de los acusados, como ocurrió a principios de este año con su hermana Cristina, su favorita, su cómplice y su amiga hasta que el marido, Iñaki Urdangarin, fue imputado en 2011. Entonces y ahora, el rey antepuso la institución a la relación familiar.

Este año Felipe VI se enfrentó también al episodio protagonizado por su esposa, la reina Letizia, que se cruzó mensajes de apoyo con el empresario Javier López Madrid cuando estalló el escándalo de las tarjetas 'black'. El hashtag #compiyogui- una exclusiva de eldiario.es- arrasó en las redes sociales, al igual que el gesto adusto de la reina consorte durante la apertura de las Cortes el mes pasado. En las encuestas, la reina consorte sigue siendo menos popular que el rey y que su madre, la reina emérita, doña Sofía.

Pero es en los “momentos más difíciles de la vida”, ha recordado el rey, cuando se presentan las mejores oportunidades para “descubrir nuestra fuerza interior, para comprobar nuestro carácter, nuestra verdadera dimensión”.

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