Hope conoció a Anja, su mamá, hace un año. Llevaba ocho meses en la calle, abandonado por su familia biológica que le tachó de brujo, una superstición atávica que lleva cada año a la marginación y en ocasiones muerte de miles de menores en África. Desnutrido, comido por los parásitos, vivía de lo que encontraba en la basura. Mientras la voluntaria danesa le ofrecía agua y galletas en cuclillas, su compañero le sacó una foto pensando que serviría para ilustrar la importancia de su causa. No podía imaginar que acababa de dar el primer paso para catapultar a una modesta iniciativa solidaria a un fenómeno global.
"Le he llamado Hope, esperanza, porque espero que sobreviva. Está hospitalizado y estable" - relataba Anja Ringgren Lovén, fundadora y presidenta de la ONG DINNoedhjaelp el 30 de enero de 2016 en su cuenta de Facebook. La vida de esta mochilera danesa dio un vuelco hace cuatro años cuando descubrió la situación de los niños abandonados de Nigeria. Fundó la organización para darles un hogar con visos también de esperanza: Land of Hope. Pero no dejaba de ser un esfuerzo con más compasión que medios, apoyado por colaboradores desde Dinamarca que sólo tenían sus ratos libres que ofrecer y dificultades para internacionalizar su proyecto traduciéndolo al inglés.
Un año después, Hope ha recuperado la salud y ha encontrado una familia que le quiere. Anja lo ha criado junto a su marido y su hijo biológico, y como mamá orgullosa ha festejado el primer día de colegio del pequeño reproduciendo la fotografía del día en que se conocieron para mostrar hasta qué punto han cundido estos doce meses. Pero su nueva familia es mucho mayor; los 38 niños actualmente en acogida "se tratan como hermanos y hermanas", explica su colaboradora Christel Grubert desde Dinamarca, "y todos llaman a Anja mamá".
La fama viral de la historia de Hope sobrepasó por completo a la ONG. Personas de todo el mundo escribían interesándose sobre cómo donar, unas atenciones para las que no estaban preparados y que era terreno abonado para los estafadores: la primera vez que EL ESPAÑOL habló con Christel fue para poner en su conocimiento que habían usurpado la identidad de la organización en Facebook para recaudar en su nombre.
La vorágine de aquellos días, sin embargo, ha tenido un impacto duradero. "Debido al interés que nuestra iniciativa ha despertado en todo el mundo, en enero de 2017 nos planteamos que no bastaba con compaginar el voluntariado con otros trabajos. Ahora hay dos personas contratadas a tiempo completo, y una de ellas soy yo" - explica la cooperante. Ademas, el número de socios y colaboradores se ha incrementado.
Esto se ha traducido en la acogida de otros niños que no han tenido la fama viral que ha conocido Hope pero cuyas historias no son menos dramáticas. Como Savior y Samuel, que fueron torturados por su propia abuela en un ritual de exorcismo; ellos sobrevivieron pero su tercer hermano, el más pequeño, no. O Nsikak, que llevará las cicatrices marcadas en su cuerpo de por vida por las ligaduras y el maltrato al que le sometía su padre. O Udoh, al que encontraron durmiendo en una cuneta: después de una vida de violencia, su familia había terminado por echarle de casa.
El trabajo de la organización también está dirigido a desterrar las prácticas que llevan al abandono de niños acusados de brujería. "No suelen ser los propios padres quienes les acusan", explican, "sino un familiar, un vecino o un sacerdote de la aldea". Comienza entonces el calvario para el niño, maltratos y abandono bajo el pretexto de purgar los malos espíritus. DINNoedhjaelp explica que su objetivo es reintegrarlos en su familia y no que crezcan al margen.
"Cuando los niños acusados de brujería vuelven a sus aldeas saludables, fuertes, con una educación, habiendo aprendido inglés y habiendo recuperado la confianza en sí mismos, eso les da algo en que pensar a todos" - relatan. "Demostramos a la población local que los niños a los que acusaron no eran brujos, sino que ellos mismo habían sido manipulados para creer que lo eran".
Desafortunadamente la familia biológica de Hope jamás se ha dado a conocer. "Pero es un niño feliz al que le encanta divertirse" - cuenta Christel, que habla diariamente con Anja cuando está en Nigeria y trabaja junto a ella cuando regresa a Dinamarca para dar conferencias y explicar el proyecto. "Cualquier niño que ingrese en el orfanato forma parte de una gran familia, y nosotros les damos una infancia feliz y bien atendida".