Unicef quiere marcharse. Cerrar las clínicas que ofrecen asistencia a las mujeres embarazadas de los países en desarrollo. Poner fin a los programas de alimentación y cuidados médicos a sus hijos, que han contribuido a que el índice de mortalidad infantil haya caído a la mitad desde 1990. Echar el candado a las escuelas a las que acuden 15 millones de escolares. Mandar a casa a los equipos que trabajan en llevar agua potable y vacunas a las aldeas. Si lo consiguen, nos dicen, será su día más feliz: el día en el que ya no harán falta.

El pasado martes saltaban las alarmas al ver en redes el hashtag #CierraUNICEF. La página española de la agencia de la ONU para la protección de la Infancia permanecía en blanco salvo por el misterioso y lúgubre eslógan, y su cuenta de Twitter guardaba silencio. La sede madrileña, confirmaban las fotos de transeúntes, amanecía con las persianas echadas. Pero se trataba de una confusión: no era un anuncio sino una llamada a la acción. Cerrar Unicef, explica el Comité Español, es el objetivo final tras el trabajo de sus voluntarios, y está en manos de todos conseguirlo.

"Cerrar Unicef es un sueño" - ha explicado el director ejecutivo del Comité Español, Javier Martos. "Supondría que se cumplen los derechos de todos los niños en todos los lugares". Entre las "realidades inaceptables" que ha destacado y que se producen en 2017 están los 50 millones de niños que sufren desnutrición aguda, los 61 millones pequeños de 6 a 11 años que no van a la escuela y los 16.000 menores que mueren cada día por causas evitables. Ha comenzando su intervención lamentando la tragedia del Hogar Seguro Virgen de la Asunción de Guatemala, un "lugar de protección que se convirtió en sede de abusos".

"Queremos cerrar. Cuando ya no seamos necesarios. Cuando hayamos cumplido la utopía" - ha asegurado Martos. Y para rubricar este mensaje de esperanza ha dado la palabra a dos cooperantes por videoconferencia. Desde Borno, Nigeria, Jorge Craviotto ha descrito las labores de atención a los menores desplazados por el terrorismo y la lucha contra la epidemia de poliomelitis. Ha recuperado el ejemplo de la India, en donde trabajó sobre el terreno en la campaña de vacunación del estado de Uttar Pradesh junto a otros 20.000 voluntarios. "Después de 15 años de trabajo, India lleva tres años libre de polio".

#CierraUNICEF: hoy, un sueño; algún día, una realidad

Desde Aceh, Indonesia, Ticiana García-Tapia ha relatado los esfuerzos por erradicar la malaria en una zona endémica y castigada por el tsunami de 2004. "Uno de cada diez la contraía, y la mayoría eran niños" - ha contado. Las campañas de concienciación, prevención y control ha puesto fin a los contagios, y el protocolo de actuación está siendo aplicado por el gobierno indonesio en otras regiones.

Eduardo Noriega, Javier Martos y Felipe Reyes. UNICEF

Martos ha estado acompañado por dos embajadores, el jugador de baloncesto Felipe Reyes y el actor Eduardo Noriega. Reyes ha confesado que tenía el "sueño" de colaborar con Unicef como sus amigos y compañeros "Calde" y "Pau", y que la paternidad le ha sensibilizado sobre los derechos de la infancia y la situación de desamparo en la que quedan millones de ellos en el mundo. "A veces tengo que apagar la televisión" - se ha sincerado sobre las crisis humanitarias. Se ha mostrado confiado en que se pueda hacer realidad "entre todos" el lema de la campaña. "Aunque os echaremos de menos" - ha añadido, haciendo sonreír a los voluntarios presentes.

Noriega por su parte ha mencionado la crisis de refugiados o la hambruna en Sudán del Sur. "Lo que más me impresiona de Unicef es lo mucho que se puede hacer con poco. Cosas inocuas para nosotros, una vacuna o una mochila para ir al colegio. Cómo se multiplica el efecto de una donación". En sentido, la organización ha aludido a una "fatiga" en la recaudación: "Sólo tenemos el 15% de lo que necesitamos". La web #CierraUNICEF queda abierta así para las contribuciones.

 

Noticias relacionadas