Porno, prostitución y feminismo: cuando una mujer lamenta el tiempo perdido haciendo gratis el amor
En la Jungla. "Si le hubiera cobrado a cada gil con el que salí que cuando acabó se dio media vuelta para dormir, sería rica" - reflexiona Maria Riot, "puta, feminista y activista".
28 mayo, 2017 12:49Noticias relacionadas
- Paula Echevarría incendia las redes al hablar de feminismo
- María Blanco contra Barbijaputa: “Las feministas de izquierdas simpatizan con terroristas”
- La reflexión de Dani Rovira tras la polémica: "No me puedo arrancar el pene aunque quiera Igualdad"
- La tabla de puntos para saber si eres una 'verdadera' feminista
- Linda Lovelace, la 'Garganta profunda' que renegó del porno
- El “terror vaginal” de Berlanga activó el feminismo en España
- Amarna Miller, la actriz porno que ha causado furor en el Festival de Málaga
- Erika Lust quiere darte 250.000 euros para que ruedes porno feminista
- El 'boom' del porno feminista: en qué se diferencia del machista
En matemáticas se habla de un conjunto como una colección de objetos que pueden clasificarse gracias a las características que tienen en común. Para muchos, durante mucho tiempo, la pornografía, la prostitución y el feminismo no cabían en el mismo conjunto. Sin embargo sus límites empiezan a abrirse y estos tres elementos se tocan y entremezclan cada vez más. El que sus definiciones se desdibujen responde en parte al ideario y al activismo que están llevando a cabo estas mujeres.
María Riot
Con 25 años, María abandera la causa de que el feminismo y la prostitución no son incompatibles; el primero, de hecho, debería hacer por proteger a la segunda. Esta semana esta trabajadora sexual que hace unos años impulsó una campaña para que Facebook no censurara los pezones femeninos ha levantado la liebre con una polémica carta llamada 'Cuánto tiempo perdí cogiendo gratis' en la que habla de que el sexo "gratuito" no existe porque siempre pierdes o inviertes algo.
"El trabajo sexual me enseño a poner límites. A decir que sí o a decir que no. A poner mi placer en juego. A poder adueñarme de mi cuerpo, de mi sexualidad, y cortar con el mandato que me dice que tengo que dar sexo desde la gratuidad, sin cuestionamientos, por amor, por placer al otro, porque sí", subraya. Riot termina afirmando que "si le hubiera cobrado a cada gili con el que salí que cuando acabó se dio media vuelta para dormir, sería rica".
María también es animalista, defensora de la diversidad corporal y actriz porno de algunas películas de Erika Lust, apoyando que exista una pornografía ética y feminista. Asegura que no se puede mezclar la prostitución con trata y pide que "personas con una superioridad moral dejen de querer rescatarnos". Ella considera que el hecho de que las mujeres puedan verle el lado económico al sexo es algo "genial".
Natalia Ferrari
Esta barcelonesa de adopción de 24 años contaba a CRÓNICA GLOBAL - EL ESPAÑOL el pasado febrero que su compromiso de acabar con el "discurso mayoritario" fue lo que le impulsó a compartir su experiencia. Asegura que lo "peor" de su profesión es el "estigma social" que acarrea, más "que el trabajo en sí". Para ella, su batalla es parecida a la de los homosexuales en otras épocas: "Lo veo muy similar a la discriminación que existía entre las personas homosexuales hace 50 o 60 años: si se enteraban en tu trabajo o tu familia, era una condena social".
Ferrari defiende que la explotación es un concepto presente en muchos empleos, mal pagados y sin perspectivas. Sostiene que sus horarios son mejores que los de otra profesión y que el salario es digno. Marcar la diferencia entre la libre prostitución y la explotación con fines sexuales. Según la activista, hay un interés en mezclar ambas cuestiones en el debate sobre la prostitución: "Son problemáticas que deberían tratarse por separado", explicaba a CRÓNICA GLOBAL.
Al ser preguntada por si ha tenido alguna mala experiencia con algún cliente, apela a la condición contractual entre las partes como garantía de que no se cometan abusos: "No solo es el dinero, el cliente tiene que cumplir ciertos requisitos, que en mi caso es que me respete como mujer y como trabajadora sexual", argumenta.
Amarna Miller
Esta actriz, directora, productora y escritora porno que tardó su tiempo en pasarse a la pornografía feminista y que ha mostrado su simpatía con Podemos causó revuelo el año pasado al protagonizar una campaña llamada Patria para promocionar el Salón Erótico de Barcelona en el que se tachaba a los españoles de hipócritas. A Miller le llovieron las críticas por ser ella misma hipócrita: detrás del evento estaba la cadena de prostíbulos Apricots (una vez más prostitución y pornografía se dan la mano) la cual, por cierto, había emprendido una búsqueda de voluntarios sin remunerar a cambio de unas entradas para el salón.
La polémica le llegó a Amarna por declarar a Risto Mejide que nunca había tenido constancia de abusos en la industria del entretenimiento para adultos. "En el porno no hay trata de blancas" llegó a decir cuando ya había estallado el escándalo del productor Torbe. En el campo político llegó a enfrentar a los dos partidos de la izquierda, al abanderar las feministas del PSOE la causa 'abolicionista' de la cosificación sexual de la mujer. Todavía colea, finalmente, la portada en la revista Mongolia del año pasado, en la que posaba como la Virgen María para escándalo de los creyentes.
Erika Lust
Antes de pasarse al mundo del celuloide estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Lund, especializándose en Derechos Humanos y Feminismo. La directora de cine sueca, además de guionista y productora independiente, ha sido la principal impulsora del movimiento para un porno ético y feminista que rompa todos los estereotipos de la industria y consiga una mayor igualdad. Su primer corto, The Good Girl (2004), fue todo un éxito y un año después fundó su productora Lust. En 2013 puso en marcha un proyecto colaborativo denominado XConfessions, que se nutría de las confesiones anónimas de algunas personas.
En enero, en otra entrevista con Risto señaló que "el porno sí interesa a las mujeres, pero también espanta. Somos muchas mujeres las que hemos tenido esta situación de querer pero nos hemos encontrado algo terrible", indicando también que hay un estigma para las mujeres porque les avergüenza decir que están interesadas en la pornografía. Cree que la industria debería respetar unos valores humanos y no tratar a los hombres como "máquinas penetradoras" y a las mujeres como objetos. Para ella, que se separa totalmente de la industria convencional, la clave con sus películas es transmitir emociones.