El hilarante relato del profesor que quiso explicar las oraciones simples
En la Jungla. El objetivo parecía fácil: explicar las oraciones simples al alumnado de 2º de ESO. Sin embargo, el profesor se verá obligado a sortear todo tipo de obstáculos.
16 diciembre, 2018 21:00Las historias que pueden darse en las aulas son casi infinitas. Profesores y alumnos atesoran cientos de anécdotas cada curso. Algunas divertidas y otras más preocupantes, pero todas y cada una de ellas sirven para tomarle el pulso al día a día de la educación en nuestro país.
La cuenta de Twitter Dilo en voz alta (@envozalta_libro) se creó a partir de la publicación del libro del escritor Nando López, Dilo en voz alta y nos reímos todos, que editó Espasa. Está dedicada a las situaciones cómicas que se dan en las clases de Secundaria y es una de las más seguidas y aplaudidas por los docentes.
Este sábado uno de sus hilos se ha hecho viral. Y es que cuenta magistralmente cómo un cometido tan aparentemente sencillo como es explicar la oración simple a los alumnos de 2º de ESO se convierte en una ardua empresa para llevar a cabo con éxito durante los 50 minutos de clase:
Esta semana de diciembre teníamos una misión sencilla: explicar la oración simple en 2ºESO. Como la oración simple la han visto en 1ºESO, 6ºPrimaria, 5º, 4º, 3º... y, seguramente, hasta en la mismísima lactancia, el objetivo parecía fácil de conseguir en 50 minutos de clase.
— Dilo en voz alta (@envozalta_libro) 15 de decembro de 2018
Pero a esos 50 minutos, hubo que restar unos cuantos... Primero había que pasar entre los que vigilaban la puerta en la entrada (no fueran a llevársela), quienes estaban en una clase que no era la suya y los que venían del baño de "beber agua" (=wasapearse con medio insti).
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Una vez dentro del aula, ya sólo había que esperar a que se sentaran, se callaran y pudiéramos comenzar a hablarles de ese fascinante dueto que forman el sujeto y el predicado, el "shippeo" lingüístico oficial de nuestra infancia.
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Probamos con un "vamos sentándonos" sonriente, con un "vamos sentándonos" serio, con amenazar con no hablar hasta que no se callaran y hasta levantando la mano, porque eso en 1ºESO funcionaba y ellos levantaban la mano también. Seguían hablando, sí, pero al menos hacía bonito.
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Unos minutos de silencio castigador más tarde -porque a final de trimestre la voz no nos da para mucho más-, intentamos comenzar la clase. Pero en ese momento se levantaron varias manos con la pregunta más esperada en estas fechas:
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-Profe, ¿tienes ya las medias?
Cuando dicen la palabra "profe" en este tipo de situaciones suelen alargar mucho la e, como si el hecho de extender infinitamente el vocativo ("profeeeeeeee") garantizase una respuesta positiva. Y, a menudo, lo dicen todos a la vez (hay quien ha acabado enloqueciendo por menos).
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Tras responder que aún no, los alumnos que no han bajado la mano , repiten -uno tras otro, porque tenaces son un rato- la misma pregunta en diversas variantes (¿nos das las notas? / ¿pero he aprobado?) tan distintas entre sí como los remakes de los singles de OT.
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Apagado ese primer fuego, nos plantamos delante de la pizarra dispuestos a adentrarnos (otra vez) en el fascinante mundo de la sintaxis, confiando en que nadie formulara ninguna de las dos otras preguntas habituales a final de trimestre. Pero, por supuesto, las formularon.
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La primera la dijo la delegada, a la que se ve que le habían endosado previamente el marrón para que pareciera que había algún tipo de interés didáctico en su idea (=el plan más viejo desde que el mundo es mundo para perder clase):
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- ¿Podemos hacer hoy un debate, profe?
"Hacer un debate" suele ser su manera de decir que si podemos hablar de lo que sea para que participen 3, se duerman 6, usen el móvil a escondidas 15 y hablen con sus compañeros de sitio el resto. Así, que salvo que se prepare antes, la opción es poco apetecible...
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La segunda pregunta surge de voces diversas (básicamente, toda la clase), con un soniquete coral que es, junto con los ensayos del festival de fin de trimestre, el síntoma inequívoco en las aulas de que estamos en período navideño:
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-¿Vemos una peli, profe?
(Léase alargando la E)
En ese caso, todo vale. No importa que les pongas (otra vez) 'Los chicos del coro', a quienes -por cierto- deben de haber visto aún más veces que a la oración simple; mientras no se dé clase, lo fagocitan todo. Drama, comedia, terror, autoficción o nouvelle vague. Da lo mismo.
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Asumiendo el drama consiguiente (y, más aún, teniendo en cuenta que el resto de aulas de ese pasillo de la ESO parecían el Kinepolis), nos negamos a rendirnos y continuamos en nuestro plan de quitarnos de encim... de disfrutar explicando el sujeto y el predicado.
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Pensando que iba a ser sencillo (porque uno, parece que no, pero mantiene su ingenuidad y se cree lo que le contaron en el máster), preguntamos por lo que recordaban del curso pasado y, por supuesto, todos estaban de acuerdo en que el curso pasado no habían visto oración alguna.
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La delegada parecía querer decir que sí, pero después del poco éxito de su propuesta alternativa prefirió no arriesgar y fingió padecerla misma amnesia curricular que el resto de sus compañeros, que se entretenían adivinando la película que sonaba en la clase de al lado.
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Asumido el vacío cognitivo sobre el que construiríamos nuestro templo lingüístico, nos disponíamos a plantear un divertido juego basado en unas fotocopias entregadas el día anterior y que, por supuesto, no había traído nadie. O que, según algunos, ni siquiera les habíamos dado.
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Yo no la tengo, yo no la he traído, ¿pero qué hoja es?, ¿es esta, profe? (mientras nos enseñaban una fotocopia que, obviamente, les había dado la de matemáticas).
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El río de excusas acabó en marejada y tocó volver a elegir entre el grito, el silencio acusador o la mano levantada.
Optamos por lo de levantar la mano (más que nada, para que no se diga que no tenemos variedad de recursos) y, una vez calmada la situación, nos disponíamos ya a comenzar la actividad cuando, ¡qué suerte!, se abrió la puerta.
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Era la jefa de estudios, que venía a comentarles, desde el cariño, que no se puede arrancar los pomos de las puertas del baño. Y, siempre desde el cariño, que esperaban que salieran los responsables por su propio pie porque, antes o después, darían con ellos. "Y eso sería peor".
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Tras el arranque de lo que podría ser un thriller apasionante -con macguffin en forma de pomos incluido-, la clase vuelve al murmullo inicial y hay que reaccionar rápido y recordarles que, aunque ya estén puestas las notas, estamos en la 2ª evaluación. "Y todo cuenta".
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Decirles que están en la 2ª evaluación cuando, mentalmente, siguen en la 1ª es una de esas cosas que uno no aspira a que se crean, porque a estas alturas de trimestre están tan cansados como nosotros y porque saben bien cuándo les decimos cosas que tampoco nos creemos nosotros.
— Dilo en voz alta (@envozalta_libro) 15 de decembro de 2018
Tras pedirles ejemplos de oraciones y no lograr que soltaran un solo enunciado que no empezara con "en plan", intentamos -sin mucho éxito- aprovechar los generosos 10 minutos que quedaban antes de que sonara el timbre del recreo y corrieran al patio como si no hubiera mañana.
— Dilo en voz alta (@envozalta_libro) 15 de decembro de 2018
Salimos de allí con la duda de si no deberíamos habernos sumado al festival cinéfilo o al debate improvisado, pero -eso sí- con la conciencia muy tranquila, porque gracias a nuestros planes de estudio, el sujeto y el predicado seguirán persiguiéndolos el resto de sus vidas.
— Dilo en voz alta (@envozalta_libro) 15 de decembro de 2018
Aunque muchos profesores se han sentido identificados con el relato de esta misión imposible, desde la cuenta han precisado que sus historias son humorísticas y no se trata de situaciones 100 % reales, sino inspiradas en el día a día del profesorado:
Como no hay semana que no tengamos que aclarar que esta es una cuenta de HUMOR (realista, sí, pero humor), lo hemos puesto en nuestra biografía, a ver si así nos ahorramos la explicación 😅🙏🏼
— Dilo en voz alta (@envozalta_libro) 16 de decembro de 2018