Internet es como todo: tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Ha revolucionado la manera en la que nos comunicamos y en la que nos informamos. Por otro lado, también es un lugar donde están permitidas las chorradas, las ofensas y, por supuesto, las patadas al diccionario. Pero todavía quedan referentes en ese mundo que están dispuestos a sacrificar su tiempo para defender y dignificar a nuestra lengua en la Red. Probablemente, el más famoso de todos ellos sea la Fundación del Español Urgente o Fundéu.
Su cometido fundamental consiste en resolver las dudas sobre la lengua española a través de sus entradas de blog y, por su puesto, a través de su servicio de resolución de dudas. La fundación tiene por objetivo contestar, en menos de 24 horas, todas las dudas que llegan por su sitio web, por teléfono y, fundamentalmente, por sus redes sociales.
Es, precisamente, por esta última vía por la que entran los sabotajes, las preguntas extrañas, las disputas entre tuiteros y los juegos de palabras más incomprensibles. EL ESPAÑOL ha ido hasta la oficina de la Fundéu para descubrir cuáles son las consultas más raras y que han dejado a sus trabajadores con la expresión de Melania Trump. Es decir, como si estuviesen intentando resolver una ecuación.
Yolanda Tejado es la community manager, o mejor dicho, la gestora de redes de la fundación. Siempre que sea posible, se debe sustituir una palabra extranjera por una en nuestro idioma. "El español no es anticuado, pero las redes sociales difunden las palabras en inglés muy rápido. Utilizar extranjerismos es, muchas veces, una cuestión de esnobismo. En algunas profesiones, como en el periodismo, parece que usar palabras en otros idiomas indica que conoces mejor un tema. No es así".
Los tuits más extraños
Al llevar los mandos de la cuenta de Twitter, Tejado conoce de primera mano los mensajes más locos. "Es un trabajo muy curioso y hay que reconocer que todos los días se aprende algo. Nosotros entramos al trapo con todo, pero, de todas formas, estas guasas no son diarias".
En los últimos años han ocurrido ciertos acontecimientos virales, tanto nacionales como internacionales, que se han vivido desde una perspectiva interesante en la Fundéu. En 2014 las bromas telefónicas dejaron de tener gracia. ¿Para qué currarse un chascarrillo del que sólo puedes reírte tú, si lo puedes colgar en Twitter? De esta manera, un tuitero preguntó al gestor de redes de los centros comerciales Alcampo si les quedaba "ruka".
El cebo estaba echado y Alcampo, confiado, lo mordió de lleno. "Pollas con peluca", eso significaba "ruka". Sin embargo, a muchos usuarios les quedó la duda pendiente y, cómo no, acudieron a la Fundéu. "Al final, el asunto de la ruka incluyó a Media Markt y se hizo viral. Los internautas nos metieron a nosotros de por medio. Nos preguntaron qué significaba y cómo se suponía que se tenía que escribir".
Otro momento viral de 2017 fue la ceremonia de los Oscar. En ella, Warren Beatty y Faye Dunaway fueron los encargados de anunciar la mejor película del año. Pues bien, cuando Beatty abrió el sobre y leyó "Emma Stone, La La Land", supo que esa tarjeta tenía que estar equivocada y se la pasó a Dunaway que, finalmente, cometió el fallo.
"Un usuario nos preguntó entonces que si se podía decir "hacerse un Beatty" como alternativa de "pasar un marrón". Pero también nos preguntaron que si en vez de "irse al sobre", se podía decir "hacerse un Bárcenas", cuando quieres decir "irse a la cama". Todo eso es jugar con el lenguaje, y está bien, pero no sabes qué contestar".
Políticos y vacilones
Los políticos, de hecho, son una gran fuente de palabras que terminan por volverse virales. Felón, aprovechategui, relator… Algunas de ellas se comentan por antiguas y, otras, porque pertenecen al vocabulario intrincado y personal de ciertos personajes. EL ESPAÑOL ha preguntado a la Fundéu si alguna vez han tenido que corregir a alguno de estos personajes. "No señalamos a nadie directamente. Pero, por ejemplo, hace poco Pablo Casado dijo que el gobierno de Pedro Sánchez daba "sus últimas bocanadas". Mucha gente preguntó si estaba bien dicho y publicamos un artículo sobre la expresión correcta: "dar las últimas boqueadas". Sólo hacemos estas aclaraciones cuando la gente duda".
Más que troles, la Fundéu asegura que tiene haters. Los primeros se dedican a vacilar a los gestores de redes y los segundos a criticar con malicia su trabajo. "Una vez nos preguntaron que si el plural de dóberman era "dóbermen". Te piensas durante unos segundos si te están vacilando, pero está claro. También hay personas a las que no les gustan nuestras adaptaciones como wasap. Piensan que estamos destrozando la lengua, pero nunca critican la palabra fútbol, que es una palabra españolizada y muy aceptada".
La panda de 'listillos'
La Fundéu ha advertido que existe una pregunta que se repite más que otras: los vicios del lenguaje. No es que preocupe demasiado a la población, sino que existe un libro de texto de Lengua que pide a los niños que consulte en la Fundéu ciertos términos. Los pequeños estudiantes se lo han tomado al pie de la letra y, en vez de buscar en el sitio web, mandan un tuit a Yolanda.
"Efectivamente, durante un tiempo les estuvimos haciendo los deberes. Se debió de correr la voz y una vez un niño me mandó tres páginas de un libro escaneadas. Además eran sobre Platero y yo, la obra de Juan Ramón Jiménez. Le contesté educadamente que sólo respondemos preguntas sobre la lengua. Me dijo que también tenía deberes sobre eso". Tejado ha dado con la solución para contestarles, no hacerles los deberes y, además, ser educada: les dice que, por el bien de ellos, no puede hacerles los deberes y les pasa un enlace que pueda servirles. "¡Por lo menos, que lean un poco!".
Los expedientes X de la Fundéu
A la Fundéu también la usan como juez en apuestas lingüísticas. "Te escriben desde las oficinas o, incluso, desde un bar a las tres de la mañana. Se juegan invitaciones a comidas o cervezas. Desde luego, aquí no hemos catado nunca nada".
Como toda organización que se precie, la Fundéu tiene unos archivos de misterios sin resolver. Enigmas de la lengua que torcerían el semblante del mismísimo Cervantes. Éstos son los objetos que no tienen un nombre concreto y, como los niños sin bautizar, se quedan en el limbo. "¿Cómo se llama la tabla de madera con diferentes cuerpos pintados y que tienen un agujero para que saques la cabeza y te hagan una foto? ¿Y el cacharro que da los números en la charcutería? ¿Y el alambre que cierra la bolsa del pan de molde?".
[Más información: En las entrañas de la Fundéu: así trabajan los guardianes de la ortografía en Twitter]