Su primer tuit, en octubre del año pasado, hablaba del “famoso tornado” que había asolado la mitad del condado de Lipszig en 1873. El mismo que convirtió en maniquíes a toda su población, compuesta exclusivamente por mujeres. En la foto, en riguroso blanco y negro, se podían ver las cabezas de estas señoras pidiendo auxilio tras la ventana.
Lady Distopía abre cada día una ventana en las redes sociales para que cojamos aire, aunque solo sea por unos segundos, y que la brisa nos lleve lejos de la controversia diaria que se respira en Twitter. Con más de 8.400 seguidores, también cultiva Facebook e Instagram, además de una web propia en la que encadena relatos sin el corsé del límite de caracteres agazapada igualmente, eso sí, detrás de su seudónimo.
“Para mí es más cómodo y, sobre todo, más natural”, explica a EL ESPAÑOL esta mujer a la que la escritura sí le da de comer, aunque de otra forma: “No son relatos cortos ni tiene nada que ver con lo que hace Lady Distopía. Yo no escribo en absoluto como ella. No tengo ese tono ni utilizo ese tipo de atmósferas cuando escribo. Así que creo que tiene más sentido que no se conozca mi nombre. Luego, además, soy increíblemente tímida y de esta manera me siento más libre de hacer lo que me da la gana. Me encanta que nadie me vea”.
Aquellas personas que la seguimos desde hace un tiempo nos la imaginamos como alguna de las protagonistas de sus distopías, en blanco y negro, recortando una foto de una revista sobre la mesita redonda de un pequeño café o, quizás, mirando absorta a través de una lupa la columna de algún periódico. Antes de llegar a Twitter había publicado novelas, relatos en medios y en blogs. Ahora, desde el mes de marzo, colabora también en La Marea llevando hasta sus páginas su característico surrealismo mágico.
"No elijo yo, elijen las imágenes"
A Lady Distopía su afición por unir fotos y palabras le viene de pequeña. “En la cocina de casa de mis padres las paredes estaban llenas de pósteres enmarcados de exposiciones de arte y escribía relatos. Supongo que viene de ahí, porque lo he seguido haciendo desde entonces”. Comenta que hay momentos en los que es la imagen lo que le inspira, pero en otras ocasiones, rebusca la que mejor se ajusta a lo que tiene en mente.
“A veces me enamoro de una imagen y trato de resolver qué ocurre en ella y, otras, busco la foto que pueda acompañar a lo que me ha venido a la cabeza. Así varío y me distraigo. Para mí es un ejercicio mental muy bueno. Como resolver un puzle”, confiesa. En vez de una cajita de hojalata o un viejo álbum de fotografías, ella revuelve en las webs como si fueran una suerte de mercadillo: “Siempre me ha gustado coleccionar imágenes curiosas, así que ya tengo bastante experiencia buscando y encontrando rarezas”.
Las personas, reconoce, son fundamentales en sus distopías. Si no aparecen en la imagen, “hago que salgan al escribir la historia”. Otra de sus señas de identidad -además de un lenguaje que evoca las narraciones de los viejos documentales o, quizás, también pueda recordarnos a la voz en off del comienzo de Amelie-, es la nacionalidad de los personajes, sus nombres propios. “No la elijo yo, la elijen las imágenes. Si en la foto aparece una tienda con un letrero en italiano, no le pongo al personaje un nombre en inglés o español. Ellos pertenecen al lugar que habitan en esas imágenes”.
Por el momento, todavía no ha aparecido ninguno de sus personajes de carne y hueso (o sus descendientes) a presentarse ante ella y contarle su verdadera historia que, quién sabe, podría superar a la ficción. Sin embargo, Lady Distopía mantiene que cree “que a todos mis personajes me los cruzo constantemente a lo largo del día”.
Literatura y ¿realidad?
Parece evidente que solamente escribe ficción, pero este extremo no está tan claro para todo el mundo y eso no es algo fácil con lo que lidiar. Por poner solo un ejemplo:
“Me han enfadado algunas personas que pensaban que estaba ‘manipulando la historia’ y cosas así. Además, cuando me ha pasado, ha sido con relatos absolutamente inverosímiles. En este, en concreto, una chica me acusó de mentir e insistía en que yo estaba actuando con mala fe al añadirle una imagen que aportaba credibilidad a la historia cuando, en aquella imagen en concreto, aparecían personas caminando sobre los cables eléctricos que cruzaban por encima una ciudad. Fue bastante surrealista”, recuerda.
Lejos de esperar semejante éxito en Twitter, a Lady Distopía le ha sorprendido muchísimo la acogida: “Me deja completamente alucinada, la verdad”. Sin embargo, no se abruma porque, sostiene, “tampoco tengo yo ninguna pretensión de nada más que la de distraerme. Pero sí, me da un poco de pudor a veces, o de vergüenza. No siempre me gusta cómo quedan los relatos, y que tengan tanta repercusión, me da vergüenza muchas veces”.
De hecho, ahora, su popularidad ha crecido tanto que incluso otros tuiteros le piden que ponga palabras a sus fotografías:
También, desde sus distopías, no ha querido renunciar a lanzar mensajes comprometidos con el feminismo y la política, usando el arte como revulsivo y agitador de conciencias. A veces de un modo sutil y, otras, algo más directo:
Le preguntamos, en un tiempo en el que la vida parece medirse por capítulos y temporadas, si tenemos que ir preparándonos para un vacío existencial en Twitter sin sus pinceladas mágicas y sus máquinas del tiempo convertidas en fotogramas. De momento, nos da tranquilidad: “Mientras me siga gustando hacerlo, seguiré escribiendo”. A este final no le hace falta que le añadamos nosotros ni una palabra.
[Más información: Javier Ochagavía, el hombre que rescataba las noticias más surrealistas de la historia de España]
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