Últimamente no hay un día en el que Arturo Pérez-Reverte no se signifique a través de Twitter por encima del ruido y el runrún habitual de las redes sociales. El francotirador de la palabra suele tener el rifle cargado y el ojo avizor para atisbar de lejos a los depredadores. Hay días, sin embargo, en los que él mismo reconoce sentirse "profundamente cansado".
El pasado jueves fue uno de esos días en los que la paciencia del escritor estaba bajo mínimos. Su propio día de furia, vamos. De todos es sabido que, cuando nos encontramos en semejante tesitura, más vale alejarnos de la pantalla si no queremos ser devorados. Sin embargo, don Arturo respiró hondo y tiró de caballerosidad después de leer lo que le pareció una barbaridad:
Desayunándose que Irlanda se independizó en las urnas -la guerra entre el Ejército Republicano Irlandés (IRA) y las fuerzas británicas en Irlanda se libró entre 1919 y 1921-, el día de Pérez-Reverte solo podía ir a peor. Y así fue.
Tan solo unas horas después el escritor volvía a la carga para contradecir a aquellos que aseguran que la derecha se ha apropiado de los símbolos patrios. El académico defiende que no son tan hábiles para hacer eso, sino que se han aprovechado de los complejos de la izquierda:
Así, no duda en llamar "estúpida y torpe" a la derecha; pero tampoco se olvida de repartir estopa a los del otro lado: la izquierda "incoherente y acomplejada". Cuidado por donde pisemos estos días, en cualquier caso: Pérez-Reverte sigue echando humo.
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