El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, tuvo que salir a dar explicaciones y pedir perdón el pasado mes de septiembre. No, no había plagiado una tesis ni tampoco había firmado proyectos antes de obtener su título, pero sí que cometió un error que en su país y en Estados Unidos es imperdonable: se pintó la cara de negro con 29 años, cuando era profesor en un instituto, para disfrazarse de Aladino.
En ambos países, durante el siglo XIX, se popularizaron los espectáculos humorísticos en los que personas blancas se embadurnaban la cara de negro para ridiculizar con sus escenas a los afroamericanos. Aunque en España este tipo de teatrillos no proliferaron por el bajo porcentaje de gente racializada que formaba parte de la población, en los últimos años sí empieza a asumirse que el conocido como blackface puede ser racista.
Metidos de lleno en la fiesta de Halloween, una tuitera ha querido enumerar aquellos disfraces que no convendría lucir durante la noche más terrorífica del año bajo el riesgo de terminar faltándole al respeto a algún "colectivo oprimido". Personas negras, de etnia gitana, indígenas, asiáticos, LGTBi, nazis, judíos o refugiados son algunos de ellos:
Sin embargo, no todo el mundo tiene la misma sensibilidad y el bienintencionado mensaje de la tuitera ha terminado por servir de mofa para muchos. Desde aquellos que recuerdan cómo sus madres le han disfrazado de casi todo, hasta los que creen que es un poco exagerado y de ofendiditos, pasando por los que reivindican poder vestirse como les plazca:
Recordemos que, además de la del político canadiense, otra de las salidas de tono más sonadas de las últimas décadas la protagonizó el príncipe Harry de Inglaterra cuando tuvo la feliz idea de disfrazarse de nazi en una fiesta. No se había pintado la cara de negro, pero a nadie se le escapa que su banalización del nazismo fue inaceptable.
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