La historia detrás de 'Un policía cualquiera': el agente que defiende su profesión en Twitter
En La Jungla. Se hace llamar 'Un policía cualquiera' y sus más de 13.500 seguidores se emocionan a diario con las historias detrás de cada caso.
17 febrero, 2020 01:57Noticias relacionadas
No les gusta que se les llame héroes, pero su trabajo les exige heroicidades muchas de las veces. Alegan que son personas normales que han elegido una profesión de riesgo: protegernos de los peligros y actuar en consecuencia. Sin embargo, a menudo los tiempos convulsos nos hacen cuestionar la labor de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado hasta que los vemos de nuevo remangándose para velar por nuestra seguridad.
Hoy toca hablar de Un policía cualquiera. Un número de placa que podría estar en cualquier comisaría de España. La diferencia es que él ha abierto una cuenta de Twitter donde relata algunas de las intervenciones en las que participa a diario junto a sus compañeros. Y lo hace de un modo tan humano que se ha ganado el aplauso unánime de sus más de 13.500 seguidores en la red social.
Atiende a EL ESPAÑOL al otro lado del teclado, explicando que no puede facilitar datos de ningún tipo para preservar la identidad de las personas y la suya propia, como es lógico. Así que para presentarlo nos ceñiremos a la información que él mismo facilita en la biografía de su cuenta: "Vivencias de un policía nacional de la Oficina de Denuncias y Atención al Ciudadano. Anteriormente en un Grupo Operativo de Respuesta".
Las apariencias engañan
Repite en sus tuits que es "un mero policía", pero hace hincapié en que está "en uno de los puestos clave de una comisaría". Ese no es otro que la Oficina de Denuncias, donde "se tramitan la mayoría de atestados que, posteriormente, son remitidos a los juzgados que correspondan". Abrió la cuenta en julio de 2019; pero una servidora ha de confesar que lo conoció hace días, cuando decidió desgranar una triste historia sucedida en el patio de un colegio:
Entra llamada de Sala: “…acudan al colegio XXX, llama la directora, al parecer hay una mujer observando a los niños y ya lleva varios días haciendo lo mismo…”
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
Por desgracia, hoy en día, este tipo de llamadas se dan con mucha frecuencia.
Pero este no es el caso.
HILO 👇
Cuando llegamos nos entrevistamos con la requirente.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
Nos señala a una mujer. La miro. Ella, aún con nuestra presencia, no deja de observar a los niños. Es raro, ya que una persona con malas intenciones, en cuanto ve a la Policía, o sale corriendo o te cuenta una excusa.
Y algo raro también que en este tipo de hechos sea una mujer.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
Me perdonarán los defensores de uno u otro género, pero este tipo de cosas (el delito en cuestión que no hace falta nombrar) suelen ser hombres. Hay excepciones claro está, pero hablo desde mi experiencia.
Mientras mi compañero se queda hablando con la directora, yo voy a hablar con la mujer. Tendrá unos 60 años. Tiene algo en la mirada que me hace sospechar. En esos momentos no sé qué era, pero yo notaba algo.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
- Hola, señora. ¿Cómo está? ¿Tiene algún nieto en este colegio?
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
- No, nieto no. Mi hijo. Pero no lo veo.
Confirmo mis sospechas de que algo pasa. ¿Una mujer de 60 diciendo que tiene un hijo jugando en ese patio? Podría ser, porqué no, pero la edad de los niños ronda los 5 años.
Me puede dejar su documentación por favor.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
Paso los datos a Sala. Espero. La mujer no deja de mirar el patio buscando con su mirada a su “hijo”.
- No tiene nada pendiente compañero – me dice el compañero de Sala - Pero póngase a la espera que voy a consultar unas cosas.
Sigo esperando. Pienso que el compañero de Sala es de los buenos. De esos que, sin pedirle nada, te facilita tu trabajo consultando y haciendo gestiones que, en la calle, te pueden venir muy bien.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
A los pocos segundos, me informan de Sala:
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
- … sí a ver compañero, le informo, al parecer esta mujer tiene varias denuncias por desaparición. He estado mirando algunas y es una persona que padece Alzheimer.
- Vale, gracias compañero. Gracias por la gestión. ¿Puede avisar a la persona que interpuso la última denuncia para que venga a por ella?
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
- Sí, afirmativo - me contesta.
Espero.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
Mi compañero de zeta todavía sigue hablando con la directora.
- Es un niño super bueno – me dice la mujer -. Siempre que sale del colegio y me ve, viene corriendo a abrazarme y darme un “mua”.
Hace el gesto de que “mua” significa un beso.
- Sí. Sí que es cariñoso – le sonrió.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
Comienzo a sentir cierta pena por la situación.
Comienzo a saber de qué va todo esto.
Al cabo de diez minutos, se persona un hombre que dice ser el marido de la mujer. Se le nota preocupado. Le tranquilizo. Lo alejo un poco de su esposa y le explico lo que ha pasado. Se me queda mirando con los ojos llorosos.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
- Es la primera vez que viene aquí – me dice.
Se para porque se le entrecorta la voz:
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
- Verá agente, ella tiene Alzheimer. Tuvimos un hijo que estudió en este colegio. Juan. Tenía 20 años cuando se mató en un accidente de tráfico...
... Supongo que es por eso que está aquí. Mi mujer lleva varios meses que todas las tardes me dice: no viene Juan, tarda mucho ¿le habrá pasado algo?...
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
El hombre rompe a llorar. Llora por su hijo. Por su mujer. Porque lleva años luchando con esa mierda de enfermedad.
Tras informar a la Sala de todo, me alejo de mi compañero y llorando, llamo a mi madre y le digo lo mucho que la quiero.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 7, 2020
Su hilo suscitó cientos de comentarios, incluido el aplauso de James Rhodes y los testimonios de muchos hijos cuyos padres habían pasado por esa enfermedad. El tuitero reconoce que no se esperaba esa repercusión: "Tampoco era mi intención, pero me satisface que haya gustado". Lo cierto es que se nos pone un nudo en la garganta al pensar las incontables situaciones en las que hemos podido juzgar los comportamientos de otros sin un ápice de empatía y desconociendo por completo su contexto.
Muerte en soledad
Prácticamente a diario conocemos un nuevo caso de muerte en soledad en los medios locales. Personas que vivían solas, sin familia cerca, que acaban siendo sus vecinos los únicos que las echan de menos o, en su defecto, los que perciben algo extraño en el edificio. Quizás nunca habíamos pensado sobre ello, pero son los policías y los bomberos los que acceden a esas casas para encontrarse lo inevitable.
Así lo relata él:
Entra llamada de Sala: “…acudan a la Calle…según requirente el volumen de la tele de su vecina está muy alto y lleva varios días así, que la está llamando pero que no abre la puerta”
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
- En camino - dice mi compañero de prácticas.
Yo, pienso: no sabe lo que le espera.
HILO 👇
En un edificio viejo, en el rellano del segundo piso, espera la requirente. Es una mujer que ronda los 55 años. Viste con pijama y bata. Parece nerviosa. No pinta bien la cosa y ella también lo sabe.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
- Es aquí, aquí es agentes, aquí – dice la mujer señalando justo la puerta que está al lado de la suya.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
- Señora – le dice mi compañero - en tema de ruidos tiene usted que llamar a Policía Local porque ellos tienen com…
Interrumpo a mi compañero mientras le toco el brazo y niego con la cabeza:
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
- Ojalá fuera esto tema de ruidos, compi.
A todo esto, la mujer, con la oreja puesta en la puerta de la casa de su vecina, llama insistentemente.
- ¡Carmen, Carmen!
Nada.
- ¿Desde cuándo no la ve o sabe de ella, señora? – le pregunto.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
- Nos fuimos de viaje hace quince días y ya se escuchaba así la tele - me responde -. Anoche regresamos, y todavía seguía así. Es muy raro. Siempre abre la puerta cuando la llamo.
- ¿Y ha avisado a alguno de sus familiares?
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
- Carmen es viuda ya hace años, tiene tres hijos y muchos nietos – me responde. Se acerca a mí y casi susurrando añade – pero como si no tuviera, porque creo que no vienen nunca.
Lo de siempre.
Pinta muy mal.
- ¿Señora, tiene un trozo de botella de plástico o algo parecido? – le pregunto - Si no podemos abrir hay que avisar a Bomberos – le digo a mi compañero.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
La cara de mi compañero es todo un poema. Está blanco. Ya sabe porque estamos ahí.
Consigo abrir la puerta con un trozo de radiografía que la requirente me ha facilitado. No hay duda. Ese olor…
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
- Compi – le digo a mi compañero de prácticas – quédate aquí y que no pase nadie. Compañeros tampoco.
En la pared del recibidor veo una fotografía de una mujer y un hombre. Él, sentado en una silla, coge con sus manos los brazos de la mujer, mientras ella, lo abraza por detrás.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
¿Carmen y su marido? - pienso.
Al lado de esta foto, veo el hueco alargado de otra que ya no está.
Me dirijo al salón. A mitad de pasillo, largo y estrecho, veo otra foto en blanco y negro. Es de una mujer joven bailando encima de un escenario. Tiene el pelo largo y negro. Se trata de Carmen. A su lado, también bailando, hay otras mujeres vestidas como ella.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
Avanzo dos metros y otra foto. En esta, Carmen abraza a un niño de unos 12 años con una camiseta de la selección española. Los dos están eufóricos y alegres. Sobre todo ella. En una esquina, escrito a mano, se puede leer: Mundial de 2010.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
Sigo avanzando.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
Moscas volando.
El olor se hace inaguantable.
La tele está tan alta que no puedo ni escuchar la emisora.
Entro al salón. Es un salón amplio con una gran mesa alargada de madera. Muchas sillas.
En el mueble, más fotos de recuerdos familiares.
Y entonces la veo. Veo a Carmen.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
Está sentada. En el sofá. Como si viera la tele. Cabeza ladeada. Justo a su lado, un teléfono fijo encima de una mesita.
- ¡Puta mierda de vida! – pienso.
Cojo la emisora, y mientras informo a Sala, mis ojos se fijan en una cosa. Una de las manos de Carmen sostiene una fotografía. Es alargada. Me acerco para verla:
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) February 13, 2020
Carmen y su marido riéndose, sentados en la mesa del salón, junto con todos sus hijos y nietos.
Una noche de fiesta
Si hay algo que engancha de las historias que narra este policía cualquiera es que podemos ponerle rostro a las cifras, a las víctimas, sin necesidad de saber sus nombres, sino conociendo sus vidas. Imaginarnos qué se les pasaba por la cabeza para averiguar que nadie está libre de convertirse en el protagonista de un suceso, como ocurre con el relato de la Nochevieja de esta chica que se tornó en pesadilla para siempre:
LOS MINUTOS MÁS LARGOS DE SU VIDA
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
Se despertó con el sonido de WhatsApp. Si ese mensaje hubiera llegado hace unos días, no le hubiera dado importancia;habría sido alguna amiga suya comentando algún programa de televisión o algún familiar mandando alguna postal navideña.
RELATO👇 pic.twitter.com/rlunmgoclI
Pero el de esa mañana parecía que había sonado como una dulce campana. El chico al que había conocido recientemente le mandaba un mensaje mañanero, de esos que no importa el qué sino el quién y el cuándo. Casi de un salto se puso de pie.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
Se duchó mientras tarareaba su canción favorita y regresó a su habitación para ver otra vez el vestido que llevaría esa noche. Se quedó pensando en que si un chico te mandaba un mensaje el mismo día de Nochevieja es que sentía algo por ti. Sonrió.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
El día que compró el vestido, le pidió a su madre que le acompañara. Había ahorrado durante mucho tiempo y quería uno que le gustara sin importar demasiado el precio, que le hiciera sentirse segura de sí misma esa noche, que concentrara las miradas de la gente.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
De nuevo sonrió al recordar ese día con su madre. Más que una madre fue una amiga. Le contó que estaba conociendo a un chico y que le gustaba mucho; tal vez fue su felicidad pero ese día le contó a su madre cosas que antes ni siquiera había pensado.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
- ¿Y vas a ir con el chico ese a la fiesta de Nochevieja? - le preguntó su madre.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
- No mamá. - le respondió - Aún es pronto para pasar una fiesta así con él. Además, llevo tiempo preparando esa noche con las amigas en Benidorm.
Y llegó Nochevieja. El vestido le sentaba genial. Mientras cenaba y tomaba las uvas con sus amigas, sus pensamientos iban de su familia al chico que estaba conociendo, pero sobre todo en su familia. Se acordó de su padre.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
De lo mucho que trabajaba y cuidaba de ella. De su madre y del día que pasaron juntas cuando compró el vestido. De sus abuelos. Sus amigas. De todas esas personas que le hacían sentirse feliz.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
Luego, en la discoteca, bailó con todas sus amigas y con algún chico que otro que se acercaba en plan amistoso. Uno de ellos le invitó a una copa pero ella le avisó: estaba conociendo a un chico y no buscaba nada con nadie, por lo que si no quería pagarle la copa no pasaba nada
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
Al chico no le importó. Instantes después, se encontraba bailando con un ron con cola que ese chico le había traído de la barra. Y siguió bailando, hablando, riendo. Habló con unos, con otros.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
Perdió de vista a sus amigas, pero no le importó. Lo más seguro es que estarían en la pista bailando, o fuera, bebiendo botellón. Las copas dentro era muy caras y casi siempre solían llevar botellas para de vez en cuando salir al parking a beber.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
A ella solo le apetecía bailar. Además, se lo estaba pasando muy bien con ese chico, el que le había traído la copa. No sabía muy bien el por qué, pero parecía flotar entre luces psicodélicas, sonidos rítmicos retumbantes y sombras con figura humana.
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Y sin saber ni cuándo ni cómo se encontró sentada en el sofá de una casa que no conocía.
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A partir de ese momento no recuerda nada. Solo destellos en su memoria. Pero sobre todo dolor. Y no solamente dolor físico, si no en el alma. La cara del chico de la copa pasaba ante ella pero ya no sonreía. Su cara se había transformado.
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Otras tres sombras le acompañaban. La sostenían fuertemente de los brazos y las piernas. Le manoseaban sus pechos, sus nalgas, sus piernas, su vagina. Le rasgaron el vestido, ese vestido que había ido a comprar con su madre.
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Su madre. Se acordó de ella e inconscientemente la llamó en voz baja. Un susurro salió de su boca como cuando la llamaba siendo pequeña.
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Notaba el peso del chico, su sudor, su asqueroso olor corporal.
Lo notaba dentro, entre sus piernas. Luego notó a los otros tres haciendo lo mismo. Solo eran destellos. Minutos que parecieron horas. Los minutos más largos de su vida.
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Despertó en la calle. No sabía dónde estaba ni qué hora era. De su vestido quedaban un par de jirones. No llevaba ropa interior e iba descalza de un pie. Sintió un hilo de algo parecido a agua caer desde su vagina hasta sus tobillos.
— Un policía cualquiera --------------------------- (@policia_ODAC) December 20, 2019
Cuando miró para ver qué era, comprobó que una charco de sangre se extendía debajo de ella. Alzó la vista y comenzó a llorar desesperadamente como nunca había llorado. No podía creer lo que le había pasado. Y entonces se dio cuenta de una cosa.
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Su vida ya no volvería a ser la misma.
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El tuitero sostiene que su intención en Twitter es "contar —a modo de historias— vivencias que he tenido o que cualquier policía, esté en el destino que esté, pueda tener. Transmitir la humanidad que se vive en esta profesión". A la vista está que lo ha conseguido.
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