Cocerlo sin olvidarse de asustarlo tres veces y servir con patata cocida, pimentón (dulce y picante, a gusto del consumidor), un chorretón de buen aceite de oliva y un toque de sal gorda. Esta es la escueta receta del pulpo a la gallega, uno de los platos más sencillos y resultones de nuestra gastronomía. Todo un manjar que, precisamente, busca resaltar el sabor del ingrediente principal y no camuflarlo, una máxima en la cocina tradicional gallega.
Sin embargo, no está hecha la miel para la boca del asno, como dice el refranero, y algunas personas cometen verdaderas aberraciones en nombre de la innovación. Si hace poco veíamos el lío que se montaba en Twitter con esta sospechosa receta de tortilla de patata rellena de mozarela y jamón york, en esta ocasión se trata del inesperado ingrediente extra que una insensata le ha echado al pulpo: ketchup.
Ha sido su marido, desesperado, quien ha acudido a Twitter pidiendo ayuda. "A ver, me pongo serio", anticipaba en el tuit donde mostraba la fotografía de la extraña adaptación culinaria y pedía consejo sobre el castigo que la autora de tamaña afrenta a la gastronomía se merecía: "Cadena perpetua, pena de muerte, por lo menos el divorcio", escribía en tono de humor.
Los tuiteros no tardaron en ocupar sus puestos de jueces sin piedad y aconsejar al tuitero todo tipo de represalias mientras el pobre hombre contestaba como podía al aluvión de respuestas. También ha habido quien se ha limitado a subrayar que lo de echarle ketchup al pulpo a la gallega era un auténtico "sacrilegio":