La historia ha vuelto a manifestarse en nuestro día a día para dar un guantazo con la mano abierta a las personas que cuestionan la riqueza de la diversidad. Ha ocurrido a raíz de un hilo que la Embajada de España en Turquía escribía en Twitter el pasado 21 de febrero. Unos mensajes que han alcanzado una popularidad inusitada debido al lenguaje que han usado, cambiando la letra cu por la ka y la ese por la zeta, entre otras diferencias con el castellano:
Algunas personas creyeron, directamente, que alguien había hackeado la cuenta de la embajada y que se estaba divirtiendo a su costa, y otras tuvieron que cerciorarse de que era el canal oficial de Twitter y no se trataba un fake. Sea como fuere, gran parte de los tuiteros no sabían qué estaba pasando: si un troleo del embajador, si habíamos vuelto a las épocas de Tuenti y el Messenger, si se había oficializado el lenguaje "choni" o si Alberto Garzón se había convertido en community manager...
Las explicaciones no tardarían en llegar desde la propia cuenta de la embajada y la Fundéu, además de otros tuiteros anónimos que sabían perfectamente que esos tuits eran reales y estaban escritos en ladino, el idioma hablado por las comunidades judías descendientes de los sefardíes que vivieron en la península hasta que los Reyes Católicos los expulsaron de los reinos en 1492.
Procede del castellano medieval y también recoge voces de otras lenguas peninsulares y mediterráneas, además del hebreo, el turco o el griego. El judeoespañol contemporáneo, que es el que ha empleado el embajador Javier Hergueta Garnica para conmemorar el Día del Ladino en Turquía, también contiene palabras del francés por la Alianza Israelita Universal en ciudades como Estambul, Salónica y Esmirna, precisamente:
El reciente descubrimiento del ladino para muchos gracias a los tuits de la embajada ha servido para visibilizar la lengua y también la historia de los sefardíes. De hecho, desde la RAE han recordado que el pasado mes de diciembre se presentó en Jerusalén la Academia Nacional del Ladino, una institución creada con el objetivo de proteger el legado sefardí y el judeoespañol, calculando que hay 500.000 personas que lo hablan en todo el mundo. En 2015 el Pleno de la RAE eligió a ocho académicos especialistas en ladino para velar por su conservación y en febrero de 2018 se organizó en Madrid la convención académica que sirvió de preludio para la constitución de la academia.