Antonio Resines tiene buena estrella, y no solo porque ganase su único Goya por la película de ese título que dirigió en 1997 Ricardo Franco. En aquella, su personaje era un carnicero que, como el Resines de la vida real, también había sufrido un terrible accidente (aunque de otro tipo muy distinto: se había quedado impotente). Y es que el actor y expresidente de la Academia de Cine acaba de confesar que ha tenido hasta cuatro accidentes de tráfico que pudieron haberlo matado.
Resines, de 67 años, es un hombre que siempre se ha mostrado interesado en permanecer al tanto de la actualidad. No hay mejor prueba de ello que el rap que cantó en la ceremonia de los Goya y que desde ese mismo momento se convirtió en uno de los momentos más memorables de la historia de los premios.
Ahora ha vuelto a hacer gala de este espíritu joven contando una experiencia traumática en redes sociales, concretamente en Linkedin: "Con 16 años casi muero. Con 18 casi muero, con 19 casi muero y con 23 casi muero otra vez. Cuatro siniestros totales en mi vida (en todos me chocaron)". Esto ha sorprendido a los usuarios de la red social y a los fanes del actor, quien además recientemente abandonó la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Gregorio Marañón donde estuvo un mes ingresado por covid-19.
Según cuenta Resines, con su habitual buen humor y estilo tragicómico, el peor de estos accidentes ocurrió en Italia durante un viaje familiar: "Yo diría que por un momento la palmé, porque me vi a mí mismo sobre la camilla, y a mi padre y a mi hermana a mi lado llorando", recuerda.
Como es evidente, el actor sobrevivió -transfusión de tres litros de sangre mediante- y ha hecho una gran carrera profesional, alcanzando la mayor popularidad y el cariño de toda España por su papel en la serie Los Serrano. Un afecto que le ha perseguido desde entonces y que ahora, tras este duro relato, se ha visto traducido en comentarios donde, además de mandarle ánimos, otros usuarios le han contado historias personales similares.
Por último, Resines ha querido acabar su relato con un mensaje de esperanza y no como algo triste: "No existe nada que no tenga solución (excepto ya sabes el qué), así que no te amargues y disfruta del camino, que para eso hemos venido". Un auténtico canto a la vida y al carpe diem.