El triste mensaje de Irina, viuda de un ucraniano: "Estoy sentada al lado de mi marido muerto"
Hace pocos días que el soldado ucraniano Viktor Sushko murió en el frente de batalla cuando trataba de frenar la invasión de las tropas rusas.
23 marzo, 2022 12:23Noticias relacionadas
Hace pocos días que el soldado ucraniano Viktor Sushko murió en el frente de batalla cuando trataba de frenar la invasión de las tropas rusas a su país natal. Era joven, jovencísimo, y estaba casado con la periodista Irina Sushkova, que ha buscado en la escritura el consuelo por la muerte de su amado marido. “Sin ti, sólo sé una cosa: escribir”, ha plasmado en un emotivo texto compartido en su perfil de Facebook.
“Estoy a punto de escribir las palabras más aterradoras de mi vida. Escribiré en ruso, por última vez, porque sólo hablé contigo. No puedo evitar escribir, quiero que todo el mundo grite lo que fuiste”, arranca el escrito.
“Estoy sentada al lado de mi marido muerto. Mi vida está a mi lado en un ataúd cerrado. Mi vida, quien limpió mis lágrimas y dijo que nunca se iría. Quien me acarició toda la noche cuando no me sentía bien. Que se jactó de mí en todo momento. Y yo me jactaba de ti. Y gracias a Dios que lo hiciste. Como si ya no estuvieras”.
“No conocí a un hombre más puro, amable y digno. Eras el mejor en todo. No porque fueras mío. Lo hiciste tan bien que fuiste apreciado en todas partes. Todas tus palabras resuenan en mis oídos. Solo cariñoso, nunca dijiste nada de los demás. Si aparecía algo genial en nuestra casa, inmediatamente dijiste con quién lo compartiríamos. Si algo pasó, aguanté sólo por ti”.
“Volaste a casa del trabajo con los bolsillos llenos de bombones, para que no estuviera triste (...). Nunca tuviste miedo de nada, ni siquiera una vez”, prosigue el escrito. “Brillabas con una sonrisa todos los días, aunque todo fuera mal”. La periodista recuerda una de las últimas veces que le vio con vida: “‘¿Qué eres, comandante?’, bromeaste con una sonrisa maliciosa. ‘Peor’, respondí, ‘soy la esposa del comandante’, y te besé la nariz”.
“Podía decirte algo que nunca se le dice a nadie, y siempre entendías. Después de nuestra boda, agregaste una casa al corazón junto a mi contacto y dijiste: ‘Ahora eres mi hogar para siempre’”.
La misiva póstuma termina igual que su historia, de manera trágica y dolorosa: “He pensado mucho tiempo en qué regalarte para tu primer aniversario de bodas. Y tuve que elegir una corona para la tumba. En la última conversación dijiste que protegías mi sueño. Ahora estoy cuidando el tuyo por el resto de mi vida”.
“Eres un oficial con un código de honor interno que estas perras nunca podrían soñar con tener. ¡Eres mi corazón! ¡Eres mi alma! Siempre lo fuiste y siempre lo serás. Te quiero mucho y estoy orgulloso de ti. Maldigo a estos fascistas por ti, querido, (...) por la vida robada, tuya y mía. Estoy sentada al lado de mi marido muerto. Soy una viuda de 25 años. La vida no me fue robada por humanos. La puta Rusia me robó la vida”.